Image: Orquesta de señoritas, del cuplé a la copla

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Escenarios

Orquesta de señoritas, del cuplé a la copla

Pérez de la Fuente estrena en Madrid su versión castiza del clásico de Jean Anouilh, un músical del 'género frívolo' que tiene poco de superfluo y mucho de ejemplar

20 agosto, 2012 02:00

Imagen del montaje de Orquesta de señoritas dirigido por Juan Carlos Pérez de la Fuente.


En tiempos de grisalla patriotera y moralista, el hombre debe proveerse del oxígeno de la libertad en cualquier rendija. En Madrid, durante la posguerra (ya saben: estraperlo, cartillas de racionamiento, aceite de ricino, represión de los vencidos...), ese resquicio donde poder respirar un poco fue el circuito de cabarets y cafés cantantes diseminados por la ciudad. Especial concentración de este tipo de locales existía en torno a la legendaria coctelería Chicote, en la que podía encontrarse libando sus combinados a Hemingway, Ava Gardner, Orson Welles... Cientos de cupletistas y artistas de variedades intentaban hacerse un nombre en ese entorno casquivano y desinhibido, el único en el que el derecho a la alegría no había sido exterminado.

Juan Carlos Pérez de la Fuente ha querido ubicar ahí su versión de Orquesta de señoritas, el musical de Jean Anouilh, originalmente ambientado en la Francia que intentaba sacudirse los estragos de la ocupación tras el final de II Guerra Mundial y que fue estrenado por primera en la Comedia de los Campos Elíseos, en 1962. Esta pieza de café-concierto, que llega ahora a Madrid (se estrena en el Teatro Amaya el miércoles, en el marco de Los Veranos de la Villa), cumple pues medio siglo este año.

"A los herederos de Anouilh les ha parecido perfecto el cambio. Lo han entendido muy bien. Yo quería que lo que se contase y se cantase resultase más cercano a nuestra historia, para que llegara de manera más directa al público", explica a elcultural.es Pérez de la Fuente, bien atareado este verano (su Anfitrión de Plauto, tras presentarse en Mérida, ha hecho escala este fin de semana en los jardines de Sabatini). Por eso las canciones que hilvanan son de profunda raíz hispánica. En este terreno el director madrileño le ha querido hacer un guiño explícito a Álvaro Retana: "Es una figura primordial del mal llamado género frívolo, porque en realidad de frívolo tenía luego muy poco. Es autor de muchas letras de los cúples de la época como Las tardes del Ritz, Ven y ven... Fue también un gran figurinista. De hecho, no se estrenaba apenas nada en Madrid que no contara con sus figurines. Además, es uno de los pioneros de la novela erótica en nuestro país".

El tono pícaro e insinuante no falta durante todo el musical. Aparte de los temas de Retana, las protagonistas (todas "señoritas" interpretadas por hombres) cantan canciones de títulos bien significativos: Cocaína en flor, Vaselina... Y también mucha copla y pasadoble, porque el montaje quiere adentrarse en nuestra cultura popular. "La obra se cierra de hecho con Suspiros de España y un perfume valleinclanesco". Para interpretarlas cuentan con un solo piano sobre el escenario. "Todo lo demás, el saxo, la trompeta, los violines, se hacen con onomatopeyas, algo que ha sido todo un desafío y que quizá sea una de las principales aportaciones a los montajes anteriores".

Pérez de la Fuente tuvo claro desde el principio que toda la música que sonase debería ser en directo, nada de play back y otro tipo de trampas. Él no duda que este género, el musical, ha alcanzado sus cotas de mayor majestuosidad en los Estados Unidos. Sin embargo, piensa que aquí podemos decir algo también: "Es que no conocemos nuestro repertorio porque España es un país que se mueve por modas. Están muy bien los reyes leones y los fantasmas de la ópera, pero en España también se han hecho muchas cosas interesantes en este ámbito. El problema es que no tenemos memoria".

A Pérez de la Fuente no le falta. Lo que sí le faltan son prejuicios más allá del territorio estrictamente escénico. Autores estigmatizados por motivos políticos (tanto de los hunos como de los hotros), han vistos sus obras levantadas gracias a su amplitud de miras: Max Aub, Jardiel Poncela, Fernando Arrabal... Y también el francés (de origen vasco) Jean Anouilh estuvo envuelto en polémicas de esta índole: no apoyó a los ocupantes nazis pero tampoco colaboró con la Resistencia, así que siempre estuvo entredicho por este motivo. Un motivo injusto si tenemos en cuenta que fueron una minoría de valientes los franceses que realmente se la jugaron contra las tropas de Hitler.

Estas desavenencias probablemente avivaron en él pulsiones misántropas que se cuelan en sus obras. "Hay una negrura y una crudeza muy acentuada. Es una obra que da mordiscos de acidez. Pero también se acerca a sus personajes con una gran ternura. En Orquesta de señoritas está la vida misma, sobre toda ahora que los estamos pasando mal casi todos. Estas mujeres que tan difícil lo tuvieron, pero que nunca dejaron de luchar por salir adelante, son un gran ejemplo para todos nosotros". Fijémonos.