Rufus Wainwright
Sí, yo también soy una diva
19 julio, 2013 02:00Rufus Wainwright, durante un concierto en el Festival de Dresde. Foto: Oliver Killig.
Sentado al piano frente a los músicos de la Sinfónica de Madrid, el cantante y compositor neoyorquino celebra el lunes su 40 cumpleaños en el Teatro Real con un concierto en el que interpreta obras de Berlioz y Mozart junto a otros temas propios.
El hijo mayor de los cantautores Loudon Wainwight y Kate McGarrigle llegó a la ópera a través del piano familiar (que empezó a tocar, "enamorado de Chopin", con 6 años) y se aferró a ella como un náufrago a un madero. "A los 14 años, en plena crisis de identidad sexual, la ópera me ayudó expresar ciertos sentimientos y a aceptar mi homosexualidad". Monteverdi, Mozart, Rossini y Puccini fueron su válvula de escape también en periodos de desinhibida madurez. "Hubo un momento de mi vida en que me enredé en las drogas, me aficioné a los problemas y me compliqué estúpidamente la existencia. Entonces llegó Berlioz para salvarme".
No en vano el compositor francés comparte protagonismo con Mozart en el programa del concierto del lunes como anticipo a una noche llena de sorpresas. ¿Una marilyn felicitando los años a Mr. Wainwright? "Ojalá", se troncha. "Ojalá...". Frente a los músicos de la Sinfónica de Madrid, homenajeará a su querida Judy, versionará el Bolero de Ravel, alternará pasajes de musicales de Rodgers y Hammerstein con fragmentos de óperas de Puccini y Rossini, volverá después sobre el folclore irlandés, hará una pausa para el Hallelujah de Cohen y repasará algunos temas propios, como el superventas Release the Stars o Out of the Game (que da título a su último disco, dedicado a su madre, fallecida en 2010) así como un surtido de arias de Prima Donna, su primera ópera, estrenada en Mánchester hace tres años. En el último momento, el superintendente Peter Gelb impidió su presentación en el Metropolitan de Nueva York por desavenencias sobre el idioma del libreto. "De la misma manera que el rock se entiende mejor en inglés, yo quería que los personajes de mi historia se expresaran en francés".
Dos años de "doloroso placer" tardó en pergeñar una partitura inspirada en las tribulaciones de Maria Callas, que es sólo el punto de partida. Porque, si en su cancionero pop Wainwright acostumbra a airear sus conflictos familiares, en Prima Donna se asoma al espejo para ahondar en las vicisitudes de los cantantes de cualquier época y género. "Sí, yo también soy una diva...". reconoce antes siquiera de ser preguntado.
Prima Donna recibió el abanico completo de críticas. "Las hubo maravillosas, pero también llegaron a decir que era un compositor de segunda. No me importa. Pienso en los abucheos que recibió Carmen el día de su estreno y me digo que para ser bueno has de mantener tu autenticidad. Y yo necesito las malas críticas para saber que voy por el buen camino". Prueba de lo que dice es que ya está trabajando en su segunda ópera. Un contrato de confidencialidad le impide entrar en detalles, pero nos adelanta que parte de Los troyanos de Berlioz para hablar de antiguas civilizaciones. "Egipto, Grecia, Roma y todo eso...".
No disimula su desencanto por la época que le ha tocado vivir. "Está claro que hemos llegado al fin del Renacimiento. Asistimos al triunfo de la música que no se vende sin reparar en los perdedores de esta historia, que son los propios músicos".
Entre el público del Teatro Real estará Jorn Wiesbrodt, con quien contrajo matrimonio el pasado verano. "Sobre las protestas que han generado las bodas homosexuales en Francia y Estados Unidos, sólo pido paciencia. La evolución lleva su tiempo".