Migue Haro, Juan Alberto Martínez, Nani Castañeda y Andrés López, miembros de Niños Mutantes. Foto: Lucía Rivas

Migue Haro, Juan Alberto Martínez, Nani Castañeda y Andrés López, miembros de Niños Mutantes. Foto: Lucía Rivas

Música

Niños Mutantes, el adiós de "un grupo de gente normal que hace cosas extraordinarias"

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Niños Mutantes son “un grupo de gente normal que hace cosas extraordinarias”. La frase es de Rafa Val, de Viva Suecia, pero es la que elige Migue Haro, bajista y cofundador de la banda granadina, cuando le preguntamos cómo le gustaría que les recordara la historia musical de este país.

Le preguntamos eso porque Niños Mutantes han decidido poner fin a su andadura musical justo en su 30.º aniversario. Algo que les honra: no todo el mundo es capaz de acabar con algo a tiempo, cuando todavía funciona y antes de que empiece a languidecer. “Se juntaban varias cosas. Hemos estado 30 años con una doble vida, porque nunca nos hemos dedicado exclusivamente a la música, así que es como si hubiéramos acumulado 60 años de experiencias vitales y de cansancio", se sincera el músico.

"Además, nos enfrentábamos una vez más a la hoja en blanco y al disco en blanco. Cuando pusimos estos elementos sobre la mesa un día tomando una cerveza tras un ensayo, empezamos a darle vueltas y todos coincidimos, algunos con más asertividad y otros con menos, en que dejarlo era lo mejor. No queríamos dejar que el proyecto fuese decayendo”, añade Haro.

Después de varios meses de gira de despedida, la banda que compuso ese himno del indie español titulado “Errante”, y con una docena larga de discos a sus espaldas, dicen adiós definitivamente a los escenarios en su casa, Granada. Lo harán durante cuatro noches (15, 16, 22 y 23 de noviembre) para las que, obviamente, ya no quedan entradas.

“Estos últimos conciertos están siendo una montaña rusa emocional: es triste porque nos vamos, pero a la vez alegre porque nos vamos con el cariño de la gente. No sé si estamos preparados para lo que ocurra en Granada, serán días muy especiales. En los últimos conciertos hemos ido cayendo como un dominó, cada día se ha derrumbado uno y el resto tenía que consolarle. En Granada me temo que el derrumbe será total”, afirma el miembro del grupo al que más le ha costado tomar la decisión de dejarlo.

Miguel Haro, Juan Alberto Martínez, Andrés López y Nani Castaneda en 2023. Foto: Andrés López

Miguel Haro, Juan Alberto Martínez, Andrés López y Nani Castaneda en 2023. Foto: Andrés López

No es fácil que una banda aguante tres décadas. “La clave es que somos amigos que formaron un grupo, y no al revés”, opina Haro. “Eso ha hecho que pudiéramos tirarnos las guitarras a la cabeza y al momento estar riéndonos juntos otra vez”. Sin embargo, en toda relación larga son inevitables los conflictos importantes. “Hubo un cisma importante en 2016, y lo contamos en la canción “NM”, porque creemos que no tiene sentido aparentar que dentro de un grupo nunca pasa nada malo”. 

Esa transparencia y esa honestidad son dos atributos que van aparejados a esa imagen de “gente normal” que siempre han tenido. “No sé si en algún momento habremos sido víctimas del endiosamiento que puede provocar cierta fama, pero entre nosotros siempre nos hemos llamado la atención si veíamos que a alguno se le iba la olla. Estar un día tocando delante de muchísimas personas y al día siguiente currando en nuestros trabajos es algo que siempre nos ha permitido poner las cosas en perspectiva”, comenta Haro.

30 años en un libro

La despedida de Niños Mutantes coincide con la publicación de un libro que recoge toda su historia, a partir de sus testimonios y los de periodistas, críticos musicales, productores y otros músicos amigos, entre ellos Àngels Barceló, Manuel Jabois, Julio Ruiz, Viva Suecia y La Habitación Roja. Se titula Las noches de insomnio (Roca Editorial) y lo firma Juanjo Ibáñez, periodista, actualmente concejal del ayuntamiento de Granada y seguidor de la banda desde sus comienzos.

El libro cuenta cómo nació el grupo allá por mediados de los años 90 en una Granada que bullía musicalmente, con grupos como 091 y Lagartija Nick. “Desde Gelu, Miguel Ríos y Los Ángeles había una tradición musical muy importante en Granada. Cuando tenemos unos 15 años está en plena efervescencia 091, que siempre fue un grupo de culto con bastante éxito, y después surge Lagartija Nick, que da un paso más allá y se deja influir por la música británica y el rock alternativo de Estados Unidos. Todo eso lo vivimos de cerca, coincidimos en los mismos bares y vemos que son personas de carne y hueso, y que si ellos pueden, nosotros también”, recuerda Haro.

Lagartija Nick era el espejo en el que se miraban: “Nos gustaba su forma de tocar, sus canciones, las cosas que contaban, su espíritu postpunk, y que eran una auténtica apisonadora en el escenario”, señala el bajista de Niños Mutantes. Aunque “los que tienen la culpa” de que exista su banda son los albaceteños Surfin’ Bichos, grupo bisagra entre la música de los 80 y la explosión indie de los 90.

“El momento fundacional de Niños Mutantes ocurrió al volver de un concierto suyo en una sala de Granada”, reconoce el músico. En ese momento, Nani Castañeda y Migue Haro decidieron formar un grupo con Juan Alberto Martínez, que ya era amigo y orbitaba alrededor de la banda a la que ya partenecían los dos primeros, Mama Baker. De hecho, Martínez todavía recuerda cómo se abrió la cabeza contra el marco de una puerta de su casa cuando escuchó por primera vez en Radio 3 —en Disco Grande, el mítico programa de Julio Ruiz en el que daba voz a las bandas emergentes del indie español— una canción que había compuesto para Mama Baker.

Poco después se formó Niños Mutantes, sin que desapareciera la otra banda. Durante años, ambas formaciones caminaron en paralelo. A Martínez (compositor, voz y guitarra), Castañeda (batería) y Haro (bajo) se les unió unos años más tarde el sevillano Andrés López (guitarra, teclados y coros) como cuarto miembro definitivo de Niños Mutantes.

Entre sus primeras influencias, Haro también destaca a los Pixies, a Nirvana, “todo ello pasado por los Beatles y Los Brincos. Siempre hemos manejado muchas influencias porque somos de los que pensamos que solo existen dos tipos de música: la buena y la mala”.

Evolución musical

Nani Castaneda, Migue Haro y Juan Alberto Martínez, en 1996. Foto: Salva Haro

Nani Castaneda, Migue Haro y Juan Alberto Martínez, en 1996. Foto: Salva Haro

En sus comienzos, Niños Mutantes exhibían una fuerte influencia del rock alternativo anglosajón, con guitarras afiladas y cierto gusto por el noise, pero luego se fueron despojando de artificios para ir encontrando su propio sonido, más luminoso y orgánico. “Con el tiempo uno busca su propio camino al margen de las modas. Empezamos a meter teclados y a buscar arreglos más sofisticados. Para eso fue importante la incorporación a los directos de Alonso Díaz Carmona, de Napoleón Solo, y posteriormente de Toni Jiménez; gente con formación musical real y no autodidacta como nosotros”, señala el bajista.

De los últimos años, Haro destaca también la labor de Ángel Luján como productor, “una persona con una gran capacidad de trabajo y un criterio exquisito que consigue que las canciones tengan una apariencia sencilla aunque en el fondo sean complejas”.

La carrera de Niños Mutantes ha transcurrido siempre en sellos discográficos independientes. La primera mitad de su carrera, en Astro Records. La segunda, en Ernie Records, propiedad de su amigo y mánager Josiño Carballo. “El cambio de casa discográfica supuso una segunda vida para el grupo”, afirma Haro. “Estábamos en un momento en el que no sabíamos si continuar y Josiño fue savia nueva que nos insufló entusiasmo, muchas ganas de trabajar y de sacar el proyecto adelante, y de hecho nuestra época de mayor gloria ha sido con Ernie Records”.

El primer disco publicado con Ernie, Las noches de insomnio (2010), es el que contenía el mayor éxito de toda su carrera: “Errante (canción mutante)”. Normalmente las bandas que tienen la suerte de componer himnos que pasan a la historia de la música popular lo hacen al comienzo de sus carreras y nunca logran igualar esos primeros éxitos. Pero en el caso del cuarteto granadino esto ocurrió en el ecuador de su trayectoria. “Esa canción marcó nuestra carrera dándole 14 años de vida más”, reconoce el bajista. En cualquier caso, “el éxito, por suerte o por desgracia, nos fue viniendo de manera gradual, hemos tenido una carrera ascendente poco a poco”.

Una industria diferente

En todos estos años han visto cambiar la industria musical, sobre todo en lo referente a la promoción. “Esa es otra de las causas de nuestro agotamiento. Cuando empezamos en la música, sacabas un disco y hacías promoción durante uno, dos o tres meses. Ahora hay que hacer promoción todos los días en las redes sociales, y además solo puedes vender éxito, no puedes vender fracaso. Es realmente agotador. Nosotros tenemos ya 50 tacos, no hemos nacido con eso y nos cuesta horrores sacar todos los días un rato para subir contenido o grabar un vídeo, mientras que gente más joven se mueve como pez en el agua”, reconoce Haro.

También han notado un gran cambio en el ámbito de los festivales de música. “Antes estaban gestionados por gente apasionada de la música, pero ahora tengo la impresión de que la música ha pasado a un segundo plano y lo importante es el rendimiento económico. Ahora todos tienen un cartel muy parecido y la gente acude como si fuera a una feria, a dejarse ver y a hacerse fotos, más que a disfrutar de la música”.

En cuanto a los cambios estrictamente musicales, el cofundador de Niños Mutantes señala la transición del indie a la música urbana, y pone de ejemplo su ciudad natal. "En Granada, aparte de Lori Meyers o Los Planetas, los artistas que más triunfan son casi todos de música urbana", afirma. En esa lista figuran Lola Índigo, Dellafuente, La Zowi, Yung Beef o los recién cancelados Ayax y Prok.

Por otra parte, celebra el éxito (moderado, si lo comparamos con el mainstream) que en los últimos años está teniendo la música hecha con guitarras, bajos y baterías por una nueva generación, como es el caso de Carolina Durante, Alcalá Norte, sus paisanos Apartamentos Acapulco o sus compañeros de sello, Camellos. A todos ellos les da un único consejo: "Que disfruten al máximo la aventura que están viviendo para que, cuando echen la vista atrás, puedan alegrarse de lo bien que lo pasaron, como hicimos nosotros".