Frida Kahlo, confesiones en la cocina
El Café Central se convierte en la cocina de Frida Kahlo durante el día de los muertos. Allí, la pintora evoca personas, lugares y recuerdos
22 diciembre, 2017 01:00Úrsula Murayama interpretando a Frida Kahlo
A finales de los años 90 la fridomanía ya estaba en pleno auge debido, en parte, a la películaEn 1998 Humberto Robles (Ciudad de México, 1965) buceó en los libros y biografías, realizó entrevistas a gente cercana a la pintora, se inmiscuyó en su vida. El autor quería llegar a conocer a la Frida Khalo real: su pensamiento, sentir y su forma de hablar. De esa investigación es fruto Frida, viva la vida, una pieza teatral en forma de monólogo interpretada por Úrsula Murayama que llega al Café Central de Madrid en cuatro únicas funciones los días 23, 24, 30 y 31 de diciembre.
"Si en las pinturas retrata sus dolores en sus cartas descubrí sus contradicciones, complejidades, ironía, agudeza, vulnerabilidad, su humor así como su carácter amoroso, crítico y muy mexicano", cuenta el autor de este monólogo. Sus lienzos muestran, quizá, un lado más doloroso mientras que en sus escritos aflora su lado más íntimo, personal y cotidiano. Para Robles uno de los retos fue "mostrar la personalidad más verosímil de la artista, sus anécdotas más relevantes", entre las que se encuentran opiniones sobre el arte, su país, su relación con otros artistas, sus dolencias y su amor por Diego Rivera, una relación volátil que transitaba entre el amor y los reproches (e infidelidades) recurrentes. La Frida Kahlo de carne y hueso, "la mujer con sus complejidades y contradicciones más allá de la imagen que tenemos de la artista".
El monólogo, que ha sido representado en 23 países tanto en América como en Europa, transcurre durante el día de los muertos en la cocina de su casa (La Casa Azul, convertida en museo) en Coyoacán. Mientras cocina y espera a sus invitados Kahlo comienza a evocar a André Breton, a Diego Rivera, a Leon Trotsky, Nueva York, París. El espectador los revive. Durante el relato se van sucediendo frases de la pintora, títulos de sus obras bañados por "la música que le gustaba" y su hablar mexicano con abundantes palabras en inglés. Úrsula Murayama es la encargada de encarnar a esta Frida Kahlo a través de la risa, el tequila, los recuerdos y la presencia de la muerte.
Todo sin perder un ápice de su hablar tan mexicano, mordaz y salpicado de groserías. Tenía picardía y un humor negro muy marcado que le confería su singularidad. Así era Frida Kahlo, una mexicana que "se apropió de lo mexicano en la indumentaria, en los platillos que preparaba, en la decoración de su casa pero también en su lenguaje y su manera de expresarse".
Frida Kahlo como icono de movimientos sociales
Su libertad y fortaleza han sido reivindicadas por diversos movimientos sociales como el feminismo y el colectivo LGTBI. Su actitud revolucionaria, su independencia y autosuficiencia han sido las causas de que el primer grupo la haya adoptado como icono. Su vida sexual "liberal y sin prejuicios, donde se relacionaba íntimamente con hombres y mujeres, la ha llevado a ser un símbolo de la diversidad sexual". Aunque Robles no solo destaca estos aspectos de su carácter sino que añade otros dos más. "Su pensamiento revolucionario y comunista, con un claro compromiso social, la ha colocado como uno de los personajes libertarios de izquierda y su mexicanidad en el vestir, su idiosincrasia y su arte la ubican como uno de los grandes personajes de la historia nacional y latinoamericana".Hoy seguimos reconociendo en Frida Kahlo todas estas cualidades en las que muchas mujeres se sienten identificadas. Todo sin olvidar la prontitud con la que aprendió lo que era el dolor. El accidente cuando iba al colegio, la poliomielitis, las múltiples operaciones, los abortos, la amputación de su pierna, las infidelidades... nada fue obstáculo para que Frida Kahlo celebrase, como lo hizo en el último cuadro que pintó, la vida.
@scamarzana