Mario, Juan, Diego y Martín  de Carolina Durante en el Bar Brillante de Madrid. Foto: Laura Mateo.

Mario, Juan, Diego y Martín de Carolina Durante en el Bar Brillante de Madrid. Foto: Laura Mateo.

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Carolina Durante: "Si haces la misma música con 28 años que con 20 es probable que sea una basura infame"

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"No sonamos mal, sonamos mejor que ayer", advertían ya en su primer álbum homónimo (2019) Carolina Durante, banda formada por Diego Ibáñez (voz), Martín Vallhonrat (bajo), Juan Pedrayes (batería) y Mario del Valle (guitarra). Cuatro chavales, amigos del colegio, que supieron que se querían dedicar a esto a la salida de un concierto y le robaron el nombre a una compañera de clase a la que apenas conocían.

Carolina Durante nació por envidia, por admiración hacia grupos de punk-rock como Belako, Perro y Los Punsetes, y con la única pretensión de hacer canciones y ser ellos los que se subieran al escenario.

Quedamos con los cuatro dos semanas antes del lanzamiento de su tercer disco, Elige tu propia aventura (Sonido Muchacho). En Atocha, "donde las cabezas normales de bebés gigantes" de Antonio López, después de una serie de catastróficas desdichas. "Es la segunda vez en mi vida que pierdo un tren", se excusa Diego, mochila y casco de moto en mano al llegar del AVE desde Barcelona.

Juan inmortaliza el momento con su cámara analógica, la misma que la de la protagonista de uno de sus animes favoritos. Mario llega tarde y con la guitarra al hombro, es madrileño pero resulta difícil echarle la culpa por perderse en la laberíntica estación de trenes. La vida no es como en esos cuentos infantiles de los 80 donde los personajes podían volver atrás y elegir otro camino cuando quisieran.

"Yo no he elegido que llueva", asegura Martín, dejando claro que ninguno es de los que llevan paraguas. La borrasca Kirk da tregua, después arrecia. "¿Has visto? Se ha caído un árbol", dicen los camareros de El Brillante. Allí Diego engulle un bocata de tortilla, luego vamos en busca de un kebab pero acabamos tomando una caña, sin tapa.

Mientras, cuentan a El Cultural que con este nuevo álbum estaban buscando arriesgar, pero sigue siendo un disco de Carolina Durante. "No es un cambio radical, pero sí que nos da la confianza de saber que podemos hacer lo que nos apetezca, sin miedo a perder la esencia", señala Martín.

En 2017, con el auge del género urbano copando cada vez más las listas de éxitos y el resurgimiento del autotune y el trap de la década de los 90, había ingenuidad y provocación en querer hacer algo que parecía pasado de moda. Estos madrileños compraron una guitarra, un bajo y una batería, y se convirtieron en "los últimos guitarreros", apunta el periodista musical Rubén González en Piedra, papel y tijera: Historia del rock español, 1991-2021.

Dispuestos a resucitar una escena indie nacional desgastada de tanto imitar las fórmulas de grupos de estadio anglosajones, la banda lanzó ese año Necromántico, un primer epé de tres canciones que sigue siendo la mejor forma de conocer bien a qué suena Carolina Durante.

El primer hit de la banda llegaría en 2018 con Cayetano, canción con la que no solo se dieron a conocer más allá de los corrillos indies, llegando hasta el barrio Salamanca, sino que acuñaron un concepto "capaz de capturar perfectamente una paradoja clásica de este siglo XXI en el que se libran batallas de imágenes y símbolos sin cesar: la enorme brecha que separa el ser del parecer y el querer del poder", señala Raquel Peláez en Quiero y no puedo. Una historia de los pijos en España.

Carolina Durante en el Bar Brillante. Foto: Laura Mateo.

Carolina Durante en el Bar Brillante. Foto: Laura Mateo.

Lejos de haber quedado obsoleto, el término está más de actualidad que nunca, solo hay que fijarse en el último anuncio de la marca Spagnolo. Es una de esas canciones que si fuese por ellos no tocarían en directo. "Yo ya estoy harto", reconoce Diego. "Siempre pasa algo que revive la canción", añade Martín.

Perdona (ahora sí que sí), compuesta por Marcelo Criminal e interpretada con la extriunfita Amaia Romero, les abrió aún más las puertas de un territorio por entonces desconocido para la banda: el mainstream. Aunque el gran año para los carolinos fue 2019. Su primer disco ácido, autoparódico, muy marcado por la influencia de los grupos de la Movida, demostró que era posible hacer letras en español con espontaneidad, sin metáforas vacías.

Con temas como Las canciones de Juanita, Falta sentimiento o Joder, no sé ("No tengo 30 años y ya estoy casi roto, apenas siento algo, tal vez me sienta solo") empezaron a hablarle a una generación que incubaba los primeros síntomas de un malestar social que desencadenaría pronto la pandemia. Llegaron los conciertos por salas de toda España y un gran bolo en La Riviera madrileña que parecía que se les quedaba pequeño. Podían y debían soñar más alto, pero llegó la Covid y la posibilidad de tocar en el WiZink se esfumó.

En 2022, todavía con resaca pandémica, lanzaron su segundo álbum Cuatro Chavales, doce canciones como descargas de ametralladora para celebrar, corear y poguear. "No son solo cuatro chavales, dicen que tienen superpoderes", cantan en Tu nuevo grupo favorito. No iban desencaminados. En enero de 2023 reunieron a 8.000 personas en el antiguo Palacio de los Deportes constatando que habían subido a primera división. Casi dos años después, presentan su tercer álbum, Elige tu propia aventura, que cuenta con la aparición estelar de Rosalía en una de las canciones, y con el que girarán por casi toda España durante 2025.

El disco lo grabaron en un estudio "lleno de juguetes", el Real World de Peter Gabriel (vocalista de Génesis), cerca de Bath. Pianos de cola, de pared, diferentes tipos de teclados. Juan aprendió a tocar durante el confinamiento y es la primera vez que ha incorporado este sonido a la banda.

Diego, habitual frontman espídico, estaba cansado de escucharse "en modo hooligan", quería cantar más y mejor, ser capaz de hacer otras cosas. Dos trompetas, una melódica, muchos pianos, y dos nuevos fichajes en el grupo para los conciertos en directo, que prometen que serán algo distintos a lo habitual. Eso sí, guitarras no van a faltar, ni pogos. "Tampoco vamos a acabar siendo trompeteros", ríe Juan.

Mientras que en Cuatro Chavales primaba mantener la energía del directo, uno de sus puntos fuertes, en Elige tu propia aventura han querido que cada arreglo tenga su espacio. En ese retiro británico, lo único que hacían era estar juntos y hacer música. Diego acabó harto de cocinar y de fregar: "Que ni se le ocurra a Masterchef Celebrity llamarme". "Yo iría, pero primero tendría que ser celebrity", dice Martín, media hora después de que una chica les pregunte por la calle si son los de Carolina Durante.

Amor, desamor, amigos, cotidianidad; la temática del álbum no difiere de los anteriores, pero sobrevuela un poso de madurez en sus letras. Diego no está del todo de acuerdo: "Todo lo que tenga que ver con 'el disco más maduro' generalmente suele venir acompañado de: es un puto coñazo. Espero que no sea así".

Estos casi treintañeros reconocen pensar mucho en cómo va a envejecer su trabajo, en cómo no estancarse. "Si sigues haciendo la misma música con 28 años que con 20, probablemente lo que hagas sea una basura infame", zanja el vocalista. No quieren acabar siendo el tipo de persona presa "del mismo sofá, escuchando los dos mismos discos de siempre".

Carolina Durante. Foto: Laura Mateo.

Carolina Durante. Foto: Laura Mateo.

"Quiero estar orgulloso de este disco y más orgulloso del siguiente", reitera Diego. Sus aspiraciones siguen siendo altas, pero son conscientes de que la ambición desmedida puede ser un dardo envenenado, una fuente de "intranquilidad". "La idea del crecimiento constante se tiene que alimentar de cosas genuinas, vivencias, oportunidades y aprendizajes vitales. Si solo pensase en pasta y público, me volvería loco", asegura el bajista, para el que crecer en Latinoamérica o hacer una gira por Europa son dos de las mayores motivaciones ahora mismo.

Intentan que "el trabajo no se coma al hobby", pero hacerse mayor en la industria musical también implica verse envuelto en una terminología más empresarial que artística. “No es obligatorio vivir de la música, es una opción que algunos privilegiados tenemos, pero lo que mola es tocar”, dice Martín y Diego vuelve a zanjar: "Todo lo demás es curro".

Como tenían "mono" de subirse al escenario, decidieron presentar los primeros temas del disco en la sala Wurlitzer, acompañados de grupos como Alcalá Norte, Petunias y Error 97. Una forma de reivindicar los circuitos de salas y aprovechar su altavoz, cada vez más grande, para ayudar a otras bandas de la escena local.

Ellos mismos comenzaron rulando por la Siroco o la Moby Dick antes de subirse al WiZink con Los Nikis, colaborar con Jota de Los Planetas y tocar con Los Punsetes. "Con todos hemos tenido la oportunidad de conectar, a veces hasta de manera personal, y esto es un privilegio de la hostia”, admite Martín. "Parece que hay veces que nos lo tenemos que recordar", lamenta Diego.

Por eso saben que "nunca va a ser lo mismo hacer un WiZink que tocar en la Wurli" con los fans tocándote y el techo sudando —aunque en febrero de 2025 volverán a llenar el pabellón madrileño con el nuevo disco—. Algo parecido ocurre en los festivales, donde a veces hay que ir con la actitud de "destrozar tímpanos" para que el público salga de tu concierto con "al menos tres canciones aprendidas".

Aun así, no se muestran reacios a ciertos festivales "macedónicos" que combinan artistas muy distintos entre sí. "Es una realidad de cómo escuchamos la música hoy en día, me gusta que haya festivales así, pero que la decisión sea curatorial, no que se base en números”, opina Martín. De seguidores en redes sociales y de esa viralidad efímera para conseguir la fama también rehuyen. "Los artistas que intentan hacerse virales, por lo general, son cringosos", señala Diego. "Haz canciones buenas y sé auténtico", zanja Martín.

Así empezaron ellos. "No me arrepiento en absoluto de haber hecho las cosas de una manera tan impulsiva y tan a lo loco como lo hicimos, había algo muy genuino, que no estaba todo pensado", considera Martín. Mientras que Diego cree que ojalá hubiesen sido "más pacientes y más críticos", sobre todo con el sonido del primer disco.

Tampoco se sienten cómodos con esa etiqueta manoseada y marketiniana de "himnos generacionales" que acompañan desde el principio a sus canciones. No hay falsa modestia, sino que, apunta Mario, "es más fácil hacer música con frescura si no piensas demasiado en estas cosas. Nunca hemos tenido ni tendremos la intención de ser la voz de una generación ni de convertir el agua en vino".

"Yo voy a hablar de lo que me interesa, de lo que a mí me haga gracia, me emocione y voy a intentar hacerlo bien. En el momento en el que piensas demasiado en lo que estás diciendo, hay algo que patina. A nosotros no nos viene bien hacer música así, que lo sean o no, me da igual", afirma el bajista y le recuerda a Diego: "Lo de 'generación vacía' lo odiaste a los dos días de sacar la canción (No tan jóvenes). Por eso no la tocamos en los conciertos".

El vocalista asegura que no siente que hayan marcado a una generación, si compara el alcance que han tenido artistas como Rosalía o C.Tangana. "¿Tú dirías que Los Nikis o Siniestro Total son grupos generacionales?", le pregunta Martín. Diego duda, pero acaba respondiendo que sí. "Evidentemente no suenan en la radio ni fueron Mecano, pero creo que no solo va ligado a los números", prosigue el bajista.

"Es verdad que hay gente que en su día es pop y luego no trasciende", termina cediendo Diego. "Y hay gente que no trasciende en su momento y que luego es un grupo generacional", añade Martín. De todos modos, prefieren no pensarlo mucho, la autoexigencia es un fantasma recurrente y ellos solo quieren salir a tocar. Todavía tienen tiempo de seguir sonando mejor que ayer.