Image: Israel Galván salta al ring

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Danza

Israel Galván salta al ring

El Circo Price organiza veladas de boxeo entre artistas

22 enero, 2010 01:00

El bailaor Israel Galván en un ensayo con Pedro el Cruel. Foto: Paco Manzano

El día 23 se estrena La lucha vuelve al Price, espectáculo que rememora las antiguas veladas que tenían lugar en el Circo Price. El Cultural estuvo en el ensayo del combate que prepara Israel Galván.

Israel Galván (Sevilla, 1973), cuyas propuestas rompen con el modelo que ha prevalecido hasta hoy, elimina el concepto de lo "bello" en el baile flamenco para ofrecer una dimensión distinta que alcanza ámbitos inexplorados y se sumerge de lleno en la representación, compleja e inquietante, de la condición humana. A ésta la desnuda, la somete al análisis minucioso de un obseso cirujano en una intervención en la que él mismo se inmola.

Premio Nacional de Danza 2005, vivó el flamenco al lado de sus padres, los bailaores José Galván y Eugenia de los Reyes; luego vinieron los tablaos, el clasicismo, galardones concluyentes. Pero cuando ya había adquirido una técnica perfecta y la formación de un virtuoso, comienza a revelarse en sus primeras obras de creación propia como un artista original, estimulado por la urgencia de indagar sobre las claves que generan los laberínticos significados de la existencia hasta llegar a la apocalíptica El final de este estado de cosas, horrorizado por las bombas que caían sobre Beirut, en la guerra de 2006, y bailando encima y dentro de un féretro.

Ahora, la dirección del madrileño Circo Price lo invita a participar en el ciclo La lucha vuelve al Price, ocho grandes veladas, del 23 al 31 de enero, rememorando los antiguos combates y las veladas flamencas que se organizaban cuando ese espacio tenía su sede en la Plaza del Rey. La convocatoria del Price se hace hoy extensiva a otros géneros musicales y circenses, encarnados en el enfrentamiento de los acróbatas Celso Pereira y Francesca Lissa; en el del pianista y compositor Serouj Kradjian y el violinista Ara Malikian; en el del pianista y director Cales Santos, contra él mismo, en una inédita versión del yin y el yan, y en el de la bailarina y coreógrafa Sol Picó y el bailarín Igor Yebra, incentivados por el violín de Raúl Márquez, en sesiones que se van intercambiando y a las que se suman las de Galván en lucha con el boxeador y cantaor Cristian Guerrero y con Los 3000.

"Después de recibir la llamada del Price, supimos que Vicente Escudero había actuado allí con un grupo de gitanas de Granada. Entonces pensamos que yo podía pelear con un boxeador profesional, que en este caso es también cantaor, y después mantener un combate de lucha libre con gente del barrio de las Tres Mil Viviendas, un grupo de insólitos festeros, y con José Luis Ortiz Nuevo como árbitro".

El baile del boxeo
Los contendientes son convocados al centro del ring, y después de las advertencias, inician el combate a tres asaltos. El boxeador-cantaor, que ahora se llama Pedro el Cruel, sin dejar de pegar va interpretando una serie de estilos flamencos, que baila Israel, intentando esquivar los golpes. Algunos le llegan al vientre, al plexo solar; otro, ilegal, a las espaldas. Un directo hace saltar el protector bucal. Israel emite sonidos inconexos, se oye la respiración entrecortada, el jadeo. Los gestos perturbadores y, a veces, lúdicos, forman parte de un divertimento no ajeno a la improvisación y la aleatoriedad. "El diseño coreográfico lo he visto claro cuando me he dado cuenta que los boxeadores bailan. Cassius Clay era un bailarín increíble, con un gran sentido del ritmo. También que en los golpes se puede adivinar un sistema de percusión, consecuencia de esa mezcla de fragilidad y bestialidad", dice Israel.

El polifacético Ortiz Nuevo, escritor y actor, afirma que "es encomiable la actitud de Israel a la hora de enfrentarse a un reto de esa naturaleza; no escurre el bulto sino que busca la relación con todo lo que supone riesgo". Al final del tercer asalto, un golpe certero tumba al bailaor. Israel considera que "aunque es una lucha dentro del arte, y una suerte de performance, se puede escapar un mal puñetazo. Recibo golpes reales y quiero que se vea y se huela la peligrosidad".

La segunda parte es otra pelea, esta vez de lucha libre, entre Israel y el "equipo de gladiadores", según José Luis, que llega del barrio marginal de las Tres Mil Viviendas. La situación es muy distinta al combate anterior. Aquí Israel aparece con una máscara de luchador en negro y plata. Es la parodia, el juego trepidante de la bulería y las palmas. Surrealismo y desinhibición. Se inicia la fiesta, la travesura rítmica y la orgía sonora. "Desde el primer momento", afirma Israel, "el espectáculo se ha planteado en clave cómica, pero siempre puede aparecer el drama: ese artista indefenso, recibiendo los golpes que intenta esquivar. Es un bailaor ya acabado, como un pelele maltrecho. Sin embargo, este espectáculo me abre un nuevo camino y puede convertirse en una obra que forme parte de mi repertorio". ¿Su fascinación actual por esta innovadora empresa le lleva a cambiar los códigos? La respuesta de Israel Galván es reveladora: "Puedo decir que viniendo de la muerte y lo apocalíptico, salgo de las tumbas para resucitar en un ring del Circo Price".