El canto a los muertos de Ligeti
Gyorgy Ligeti
La Orquesta Nacional, si el tiempo y la autoridad lo permiten, ofrece el 28 de febrero y los dos primeros días de marzo uno de los programas más interesantes y coherentes de la temporada; de la mano de quien es también uno de los directores más inquietos, curiosos y emprendedores de nuestro país: el barcelonés Josep Pons, actual titular de la Orquesta de Granada y uno de los nombres que se barajan hipotéticamente como posible nuevo titular del conjunto madrileño.En ese concierto participan también el Coro Nacional, que gobierna Reiner Steubing-Negenborn, y la veterana y competente Sociedad Coral de Bilbao, que rige Gorka Sierra. Viene compuesto por tres obras de gran altura musical y que se hermanan perfectamente entre sí, al referirse a la misma idea de la muerte: Música para un funeral masónico K 477 (479a), Sinfonía nº 44, Fúnebre, de Haydn, y Requiem de Gyorgy Ligeti (en la imagen). Naturalmente, es esta partitura, por su novedad, la que despierta nuestra atención. Y no es para menos, porque se trata de una verdadera obra maestra de la producción contemporánea, aunque en realidad tenga ya casi cuarenta años de vida. Su autor, uno de los grandes nombres de la creación actual, que acaba de cumplir 80 años, la escribió entre 1963 y 1965 y está enmarcada por sus dos piezas de teatro musical, Aventuras (1962) y Nuevas aventuras (1965). Se estrenó el 14 de marzo de ese 1965 en Estocolmo. La composición se hizo famosa tras servir de soporte sonoro a la revolucionaria película 2001, Una odisea del espacio, de Kubrick.
Es una partitura que requiere grandes efectivos. En primer lugar, dos coros, uno de 100 y otro de 50 integrantes, aproximadamente. Y una orquesta muy dotada: maderas a tres, cuatro trompas, tres trompetas y una trompeta baja, tres trombones, tuba contrabajo; y un auténtico arsenal en la percusión. El primer coro tiene asignada una escritura a veinte partes y el segundo, para el tercer movimiento, Dies irae, bien a cinco, bien a diez. Ese Dies irae es un fragmento de inusitada violencia, acentuado por la extrema concentración del texto. Muy diferente es el Lacrimosa final, cerrado por un sobrecogedor pianísimo. Ya en el Kyrie Ligeti introduce la micropolifonía, uno de los procedimientos más caros a su personalísimo estilo. Pese a su relativa antigöedad, es de una belleza sonora apabullante. A. REVERTER
La hora del Cabaret
El género llamado cabaret tiene sus propias características, tan alejadas de lo clásico como de lo denominado ligero. La entente establecida en los años 20 del siglo pasado entre el dramaturgo Bertolt Brecht y el compositor Kurt Weill fue esencial para desarrollar esa forma literario-musical. Una de las especialistas más señaladas en este campo es hoy la alemana de Munster Ute Lemper, una mujer dotada de una voz templada y firme, clara y potente. Actúa en España, el martes 4 de marzo en el Kursaal de San Sebastián, el miércoles 5 en el Palau de Barcelona y el jueves 6 en Zaragoza.
Vuelve Pogorelich
Comienza el 27 de febrero el VI ciclo de Grandes Maestros del Piano del Auditorio de Zaragoza con el recital de Ivo Pogorelich. El croata, algunos años alejado de los escenarios, dedicará su recital a Beethoven, Scriabin y Rachmaninov. Hasta el diciembre de 2003 visitarán la capital aragonesa un buen número de nombres del teclado, entre los que destaca Leif Ove Andsnes, quien cerrará la cita el día 15 de ese mes. Hasta entonces se podrá escuchar también a Mei-Ting Sun -4/III-, Ramzi Yassa -29/IV-, Maria Joao Pires -12 V-, Rosa Torres-Pardo -28/IX- y Arcadi Volodos, en noviembre de 2003.