Música

Zigor! Un canto al alma vasca

por Emilio Sagi

3 abril, 2003 02:00

El 5 de abril se estrena en el Palacio de Euskalduna Zigor! (Castigo), la ópera en euskera que, por encargo de la ABAO, compuso hace cuatro décadas Francisco Escudero. En este artículo, Emilio Sagi, director escénico del montaje, narra su experiencia al frente de la producción. Un rescate con el que la institución bilbaína celebra su 50 aniversario.

Recuerdo que fue justo después del estreno en la ABAO del Idomeneo de Mozart, hace dos temporadas, cuando su presidente y su directora artística me propusieron hacerme cargo del proyecto de Zigor! Conocía la confianza que tenían en mí pero les pedí algo de tiempo para pensármelo. No era para menos, la obra reflejaba la valentía y la modernidad de la primera junta directiva de la institución al encargar, en 1957, una ópera escrita en euskera al joven compositor Francisco Escudero. La responsabilidad era doble ya que el rescate de Zigor! suponía el broche de oro para los festejos previstos en el 50 aniversario de la sociedad bilbaína.

Me impresionó el libreto por su grandeza temática, aunque sentí cierto temor por lo que tiene de drama rural y de acuarela folclórica. Pero lo que definitivamente me convenció, y me dio las futuras claves para afrontar la parte escénica, fue la maravillosa música compuesta por Escudero. Su fuerza orquestal, su profunda seriedad o el espíritu contemporáneo que envuelve a la partitura -no en vano fue discípulo de Paul Dukas-, dan perfecta cuenta del carácter que el maestro quiso imprimir a su obra. En su lectura, ese mundo que quiere reflejar -inspirado en el personaje histórico del siglo X, Sancho Garcés- adquiere una profundidad asombrosa, lejos de lo meramente descriptivo, de la aparente simpleza popular de argumento. Descubrí cómo cada autor se plantea el mundo cultural que conoce y domina. Un universo que Escudero plasma, con corazón, en una música llena de simbologías. Es un canto al alma del País Vasco.

Es esa música la que me ha permitido asumir una gran conceptualidad en lo escénico. Creo haberme situado al margen de lo meramente popular, con un planteamiento más alejado de lo folclórico pero más cerca de la raíz vasca. Incluso lo verán en la típica escena de romería vasca, también presente en la Amaya de Jesús Guridi. Es algo que he intentado hacer siempre, ir con los tiempos. Creo que por eso me encargaron esta nueva versión y no una revisión de propuestas pasadas. Me alegra haber podido emplear todos los medios técnicos de los que dispone el Palacio Euskalduna, donde mi escenografía, de 24 metros de profundidad, es la mayor que puede asumir el teatro. Espero que el resultado impacte al espectador. Todo es muy exagerado, muy visual, pero desde una óptica distinta.

Ya había trabajado en una obra escrita en euskera -la estupenda Mendi Mendian de Usandizaga-, pero con Zigor! he vuelto a sorprenderme de la riqueza y posibilidades de la lengua. En este sentido, la existencia en el sugerente texto de Manuel de Lecuona, de palabras claves para definir la trama, me ha sido de gran utilidad en la realización del trabajo escénico. Me han sorprendido las cualidades del idioma, cómo su sonido ayuda al cantar y da pie a la teatralidad.

Para la escenografía de Zigor me he rodeado de mis colaboradores habituales, Llorenç Corbella y Eduardo Bravo. Aparte de su excelente trabajo, quiero resaltar la estupenda labor de la diseñadora vasca ángela Arregui, que se ha encargado del vestuario. Al igual que hice con Jesús del Pozo en Carmen, siempre he querido dar cabida a otros profesionales no ligados al teatro. Creo que el resultado es de una gran belleza porque ha creado unos figurines con una raíz vasca muy profunda, nada que ver con los habituales estereotipos.

El sábado se estrena finalmente Zigor!, tras un mes largo de intensos ensayos donde he compartido mi trabajo con excelentes cantantes y personas como Ana Mª Sánchez -que tan maravillosa Lore ha creado- Ignacio Encinas, como el joven Urko, Christopher Robertson -que encarna al leal y sacrificado Urdaspal-, o Pablo Junco en el papel del malvado Zunbeltz. Todo un equipo que, con gran respeto y pasión, se ha implicado lo indecible para ofrecer al público bilbaíno una obra de gran belleza y actualidad.