Juanjo Mena
“Dirigir demanda un aprendizaje continuo”
10 febrero, 2005 01:00Juanjo Mena. Foto: Carlos García
El maestro Juanjo Mena (Vitoria, 1965) se adentra el próximo sábado en Bilbao en el espinoso reto de confrontar dos óperas tan intensas como Erwartung de Schünberg y Salomé de Strauss, en lo que supone su debut en un escenario lírico que hará para la ABAO. Con este motivo, Mena ha hablado con El Cultural.
-¿No le parece excesivo confrontar dos obras tan agresivas?
-Esta aparente confrontación se convierte, tras un análisis más profundo, en visiones complementarias en las que la intensidad del amor desequilibra al ser humano hasta el punto de negar la muerte del amado (Erwartung) o de matarlo para poseerlo (Salomé).
-¿Qué vínculos y diferencias encuentra entre ambas obras?
-El amor desequilibrado de una mujer y el shock traumático que esto provoca, la incomunicación entre las personas, la utilización de la luna como elemento generador de engaño-miedo (Schünberg) o embrujo cargado de erotismo (Strauss), similitudes sonoras en la utilización de Do sostenido como productor de incertidumbre-imaginada (Schünberg) o de deseo-desenfrenado (Strauss) en una especie de polifonía psíquica.
-¿Cómo entiende el drama de Salomé? ¿Está loca?
-Cualquiera hubiera llegado al mismo estado de depravación psicológica si hubiera tenido que vivir con una madre adúltera sin escrúpulos, acosada sexualmente por su padrastro, que le había dado y ofrecido todo y que, sin embargo, cuando queda cautivada por Juan el Bautista, no puede conseguirlo; no entiende que ella, que siempre fue deseada por todos, no pueda obtener carnalmente lo que Juan representa, lo divino, lo sagrado. Estas imágenes tienen una articulación musical exacta, con contrastes musicales descriptivos que consiguen dar una imagen de Salomé poseída, en un incontrolable y continuo torrente de tensión.
Reacio a la ópera
-Usted estuvo muy cerca de Sergiu Celibidache. ¿Es tan reacio a la ópera como su maestro?
-El maestro decía que la ópera no era “música”, pero haría falta hacer entender lo que el maestro entendía por “música”; y lo que él llamaba “música” no es lo que nosotros entendemos por este término. No se podía definir con palabras, y él mismo consideraba que, quizá, lo había conseguido en uno de cada trescientos conciertos que él dirigía; entiendo que si no lo podía conseguir sinfónicamente, mucho menos en la ópera, por todos los elementos que se suman.
-¿Salomé puede considerarse un poema sinfónico cantado?
-En Salomé tienen confluencia y culminación todos los poemas sinfónicos de Strauss, pero no sólo en cuanto al desarrollo musical, sino también en la evolución intelectual y psicológica de cada uno de ellos: su capacidad para mezclar tragedia y humor (Don Quijote), la descripción de conflictos dramáticos (Muerte y transfiguración), la fuerza teatral (Till), o sus sugerencias filosóficas (Zaratustra).
-Si le ofrecieran dirigir la ópera que quiera en el escenario que quiera ¿Qué elegiría?
-En un campo tan especializado como el de la ópera, hay que tratar de ser prudente y no estar en un sitio diferente al que te corresponde en cada momento. Dirigir es un proceso de aprendizaje continuo y creo que ahora estoy haciendo lo que debo. Si acepté este reto fue porque me lo pedía la ABAO, era con la Sinfónica de Bilbao (no lo haría con otra) y porque la dirección de escena era de Emilio Sagi.