Tom Waits
El músico norteamericano publica su nuevo disco "Orphans"
16 noviembre, 2006 01:00Waits, durante las sesiones de grabación de Orphans. Foto: Danny Clicnch
Con cuatro décadas de carrera y más de 20 álbumes a sus espaldas, el cantautor californiano Tom Waits, una de las más importantes figuras del pop actual, saca a la luz el próximo martes su última creación discográfica, Orphans. Más de tres horas de música con 54 nuevas canciones para disfrutar de la voz rota más famosa de la historia.
Han pasado 20 años y parece que ha llegado el momento. El perro de la lluvia se ha desperezado, se ha quitado las pulgas y ha echado un vistazo al pasado por el rabillo del ojo. A su propia historia y a la de una Norteamérica que tiene en las música tradicionales un legado grandioso: el jazz, el blues, el country. Tom Waits ha tocados todos esos palos, y ahora les rinde homenaje con una obra a la altura de su prestigio: Orphans: Brawlers, Bawlers and Bastards ("Huérfanos: pendencieros, gritones e hijoputas") es una colección de 56 canciones que, repartidas en tres discos independientes cuyos títulos comienzan con la letra B, forman una obra épica.
Chico de la calle
"¿Qué es Orphans? No tengo ni idea", confiesa Waits. Orphans es un chico de la calle que cruza el río Ohio montado en un ataúd con unos neumáticos enormes y se protege los ojos con unas gafas de soldador. Y es también un tipo que lleva en la oreja un petardo encendido y que maltrata a su mujer". El trabajo discográfico número 21 en la carrera del cantautor californiano más original, innovador y auténtico de todos los tiempos es un triple CD. Tres años de duro trabajo en los que ha escrito y grabado nuevas canciones y recuperado viejos temas perdidos en los callejones más olvidados de su discografía. Su mujer, Kathleen Brennan, sigue siendo su brazo derecho: juntos han producido los tres discos y realizado el libreto, de 94 páginas manuscritas, que incluye las letras de las canciones y fotografías inéditas. "Kathleen y yo queríamos que el disco fuera como si vaciáramos nuestros bolsillos sobre la mesa después de una noche de timbas, robos y gamberradas", dice Waits. "Disfrutamos con los emparejamientos inusuales, es así como colaboramos entre nosotros. Queríamos que Orphans fuera como un programa de radio de onda corta en el que el pasado enlazara con el futuro, confeccionado a partir de lo que cualquiera puede encontrar tirado en el suelo, en este mundo y en un mundo irreal, o quizás en el mundo que viene. Cualquier cosa que uno se imagine que pueda ser".
Waits ha trabajado para este proyecto con Karl Derfler, ingeniero de los Bay Side Studios de Richmond (California). "El es un médico de campaña, hizo e Lázaro en una serie de canciones y grabó todo el material nuevo", recuerda el autor de "Jersey Girl". "Reunir todo este material ha sido como acorralar a unos pollos en una playa", continúa diciendo. "No tiene nada que ver con bajar a la bodega y verificar qué es lo que necesitas. La mayor parte de todo él se había perdido o estaba enterrado debajo de la casa. Por algunas de las cintas tuve que pagar un rescate a un fontanero ruso. Te caes dentro de la tinaja. Empezamos a componer simplemente para poder salir de la tinaja. Entonces empiezas a oír y a organizarte y empiezas a escribir en respuesta a lo que oyes. Y a grabar. Entonces resulta que te pica una araña, te metes hasta el fondo de la madriguera y haces un disco completamente diferente. Ese ha sido en gran medida el proceso a lo largo de los tres últimos años".
La voz como instrumento
Los seguidores de Waits están de enhorabuena. No todos los días reciben un regalo de estas proporciones: 56 canciones vibrantes, 30 inéditas, ofrecen toda una orgía de música de calidad, de melodías y ritmos destinados a crecer con el tiempo. Discos de soprendente riqueza que confirman su talento. Y que su voz funciona como un instrumento. En muchas canciones parece surgir de las entrañas de un contenedor, en otras es el alma de un crooner, en algunas, la distorsión de un trompetista de jazz en fase terminal. Surge de las entrañas para abrazar al resto de instrumentos. "En el centro de este disco está mi voz", asegura. "Vuelco todos mis esfuerzos en resoplar, dar zapatazos, llorar, gemir, resollar, emitir sonidos inconexos, irme de la lengua, bramar, gimotear y seducir. Puedo conseguir que mi voz suene como una chica, una pareja de baile, un petardo, un payaso, un asesino... Puedo parecer tribal, irónico o angustiado. Mi voz es en realidad mi instrumento".