Image: Sánchez-Verdú

Image: Sánchez-Verdú

Música

Sánchez-Verdú

“Tengo el defecto de que lo que me fascina se me deshace en música”

28 mayo, 2010 02:00

El compositor José María Sánchez-Verdú.

El Festival del Mediterráneo arranca mañana en el Palau de les Arts con el estreno de Qualia, de José María Sánchez-Verdú, que dirigirá Zubin Mehta, en una III edición que incluye una nueva producción de Salomé a cargo de Francisco Negrín.

La creatividad de Calatrava, Maazel, Mehta y del centenar de formidables músicos que forman la Orquesta de la Comunidad ha convertido al Palau de les Arts en un foco internacional de plenitud artística en mitad del cauce viejo del Turia. De eso ya no cabe duda alguna. Además, desde mañana, la temporada de invierno se pone veraniega y se vuelve Festival del Mediterráneo. Esta tercera edición se extiende hasta el 30 de junio y ofrece dos óperas, ambas dirigidas por Zubin Mehta: una nueva producción de Salomé de Richard Strauss dirigida por Francisco Negrín y la reposición de la Carmen de Bizet, con escena de Carlos Saura, que se estrenó en el Palau y en el Mayo Florentino. Carmen y Salomé, dos mujeres de cuidado que Helga Schmidt, la intendente del Festival y del Palau, ha reunido en un lema, ELLA, para dar título y sentido a la parte operística de la programación.

Pero la inauguración del Festival es sinfónica: atendiendo al año Schumann, Javier Perianes toca su Concierto en la menor y, atendiendo a un encargo del Palau, José María Sánchez-Verdú estrena su última gran composición, Qualia - Jardí blau que es un largo viaje mediterráneo realizado por medios poético-lumínico-sonoros. Don Quijote y Vida de Héroe de Strauss forman el programa del otro concierto sinfónico del Festival, que se repite poco después en el Auditorio Nacional en lo que será la presentación en Madrid de la Orquesta de la Comunidad de Valencia. Además, el Festival celebra en sus aniversarios a Chopin y a Albéniz.

Mehta, sin compromisos
Pero conviene repetirlo: mañana, Zubin Mehta dirigirá el estreno de Qualia, una partitura de José María Sánchez-Verdú. No está mal como signo de normalización de la vida musical española, también en el terreno de la composición. Y no se trata de una oberturita de compromiso al principio de la sesión, sino de un partiturón sinfónico-coral que dura una hora. No ocurre a menudo que un estreno español sea dirigido por un director tan mainstream como Mehta. Recientemente lo logró también Fabián Panisello, cuando Pierre Boulez estrenó su Aksaks en el Festival de Donaueschingen.

"Tengo el defecto de que las cosas que me fascinan se me deshacen en música", nos dice Sánchez-Verdú y, en este caso, lo que se le ha disuelto en música entre las manos es el Mediterráneo entero, personificado, como mar y como idea, en Ramón Llull, el gran Raimundo Lulio, padre de la lengua mallorquina/catalana, primer sabio en lengua romance, "el Dante español", como le gusta llamarlo a Verdú. Llull, que cruzó mil veces el Mediterráneo, preside esta partitura que comienza con una perla místico-cosmológica del Llibre d'amic e amat. A las viejas preguntas (de dónde venimos, adónde vamos), contesta "el amigo", o sea, Llull: "Venc de mon amat. Vaig a mon amat". Con esto se conforma Verdú para hacer sonar el primer jardín de los seis de que consta la composición. En los otros aparecen versos del judío Yehudá Ha-Leví ("Vaise mieo corachón de mib"), del moro Muhammad Ibn Ubada Al-Qazzaz ("vent a mib de nojte") y más Llull ("si no ens entenem per llenguatge, entenamnos per amor"). Como Llull, Verdú pone al Amic y al Amat a dialogar sin lengua común: el uno es un barítono (Josep-Miquel Ramon) que canta diáfanamente las palabras; el otro es un clarinete (Joan-Enric Lluna) que canta en el idioma de los pájaros. Verdú no sería Verdú si estos dos personajes no acabaran acercándose y sonando casi al unísono.

Problema perceptivo
Pero además de poesía, en Qualia hay sobre todo colores. ¡Como su nombre indica!, porque los "qualia", plural de "quale", vienen a ser los colores, o más bien la cualidad de cada color, es decir, el látigo con que gustan de fustigarse los filósofos ante el problema de la percepción: "¿Tú sabes a lo que me refiero cuando digo "rojo"? ¿Estás seguro?!; o también: "¿Qué significa "amarillo"? ¡Pero no me señales algo amarillo, explícamelo con palabras!" Voilà los "qualia". Sánchez-Verdú lo ve así en su obra: "Cada movimiento tiene un tipo de coloración que se ve trasformado por la música y por el texto. Junto al discurso sonoro, la obra tiene un discurso lumínico bien determinado. La aplicación de ese discurso varía según los volúmenes y los espacios de cada sala donde se representa, lo mismo que la interpretación musical varía con las condiciones acústicas del lugar". Ése será el trabajo, en esta ocasión, del iluminador inglés Bruno Poet, porque hay que decir que Qualia - Jardí blau es una composición para barítono, clarinete, iluminador, coro y orquesta.

Sobre la música propiamente dicha de esta obra, Verdú nos dice: "Es muy distinta de la que he hecho anteriormente. En la ópera El viaje a Simorgh cerré una manera de componer muy diáfana, en la que normalmente sólo sonaba una idea cada vez. Ahora me interesa una música más compleja, más frondosa y laberíntica, música de jardín, en la que ocurren muchas cosas en cada momento". Mehta, Verdú y Llull en Valencia a la sombra de Calatrava: una tertulia insólita y prometedora.

Femenino plural

Dos mitos femeninos, Carmen y Salomé, son los dos platos líricos más suculentos del III Festival del Mediterráneo. La obra de Strauss será dirigida desde el foso por Mehta y escénicamente por Francisco Negrín, con cinco funciones entre el 10 y el 25 de junio. El maestro indio es asimismo responsable de la tragedia de Bizet, que tiene en Carlos Saura un muy adecuado servidor teatral (del 18 al 30).

Parece muy lógica esta programación por cuanto el Festival girará en torno a la mujer. Y tanto la figura bíblica como la salida de la pluma de Merimée son dos féminas de armas tomar, cada un en su estilo. La núbil hija de Herodías estará cantada por la nórdica -una más que se apunta- Camilla Nylund, mientras que la gitana estará en la garganta y en las buenas hechuras de la letona, tan de moda en estos días, Elina Garanca. A. Reverter