Britten según Pons
Un momento de Otra vuelta de tuerca de Britten que se verá en el Teatro Real. Foto: Neil Libbert.
La plaza madrileña recibe la ópera de Britten basada en el relato de Henry James. Del 2 al 16 de noviembre, Josep Pons será el director musical de una producción del Teatro Mariinski de San Petersburg que firma David McVicar.
The Turn of the Screw, que se presenta en el Teatro Real el próximo martes, es una ópera de cámara muy representativa del estilo de su compositor, el británico Benjamin Britten. Una obra escuchada en Madrid de vez en cuando, la última en el Teatro de la Zarzuela en un montaje de Ronconi. En este caso se podrá contemplar la visión que David McVicar preparó para el Teatro Mariinski de San Petersburgo, en la que se trata de desvelar los arcanos de una historia, basada en la obra de Henry James, en la que juegan las alucinaciones, la perversión, la represión, el sexo y la muerte. Un ancho campo que Britten, siguiendo el libreto de Myfanwy Piper, desarrolló con endiablada habilidad a partir de una serie de quince variaciones, edificadas sobre un tema base construido a la manera del dodecafonismo, pero que no será trabajado en sentido serial.
Tal estructura va marcando magistralmente el devenir de la narración, que tiene así algo de geométrica pero que alberga una enorme cantidad de intensos colores y claroscuros. Es admirable cómo el compositor va regulando y aquilatando, en múltiples combinaciones, el orgánico, reducido a catorce instrumentos. Cuenta la historia de una institutriz, un alma bien pensante, al principio confiada, que vivirá una continua angustia, la de la sociedad burguesa a la que representa.
La ópera fue escrita a instancias de la Bienal de Venecia y estrenada en esa ciudad en 1954, con Jennifer Vyvyan como Gobernanta, Peter Pears en el papel de Quint y el promisorio David Hemmings en el de Miles. En estas representaciones de Madrid el protagonismo es, respectivamente, para Emma Bell, John Mark Ainsley y Peter Shafran o Jacob Ramsay-Patel. El maestro Josep Pons, que controla bien estas músicas fronterizas, estará en el foso.
Ya antes del estreno de Otra vuelta de tuerca, con Peter Grimes (1945) quedaban selladas las características del estilo vocal y dramático de Britten: airosa escritura, consecución de un tejido fluido, hábil sutura de periodos, sutiles connotaciones psicológicas y empleo de una funcional armonía de signos evidentemente eclécticos y tocada de influencias de Mahler, Debussy o Stravinski. Acostumbraba Britten a reducir al máximo los efectivos del foso, con lo que las texturas ganaban en transparencia y el dramatismo en comunicatividad. Un par de rasgos, de trazos afortunados le bastaban al músico para dar con la entraña de una escena o con la verdad de un comportamiento.