Nagano se enfrenta a Las bacantes
Kent Nagano. Foto: Felix Brode
Die Bassariden (Las bacantes) de Hans Werner Henze, sobre libreto de Auden y Kallman, es una composición que se estrenó en Salzburgo en 1966 y que se pudo ver representada en el Teatro Real durante el mandato de Juan Cambreleng en 1999. Accede este viernes y el domingo al podio de la Orquesta y Coros Nacionales. Es una buena muestra de la capacidad de su autor, poseedor de una gran variedad de registros. No hay duda de que, como se ha señalado más de una vez, la obra es un poco hija de la Sinfonía n° 5 del propio Henze, nacida en 1962. Se dispone en un solo acto dividido en cuatro "movimientos" y en ella percibimos todavía ciertas influencias mahlerianas; antes que las procedentes de la ópera italiana, que anidaban en anteriores obras escénicas. En el primer tramo, en forma sonata, se enfrentan los temas contrastados de los dos personajes principales, Pentheus y Dionysos.En segundo lugar se plantea un scherzo, en el que siempre se ha querido ver la presencia de una sarabanda de Bach. El centro emocional lo ocupa un adagio, en el que aparece una cita de la Sinfonía n° 5 de Mahler. Contiene un intermedio dionisíaco y un gozoso coro. La ópera se cierra con una passacaglia y una marcha fúnebre. Todo ello nos da información de las características del lenguaje de Henze, que no fue nunca un creador original, pero sí un magnífico forjador de sonidos y estructuras, un organizador de primera. En cierto modo es un continuador de Berg, a quien sigue en muchas cosas. Para afrontar una partitura semejante, la dirección artística de la Nacional ha llamado a una batuta firme, analítica, conocedora de este repertorio, la del norteamericano de ascendencia japonesa Kent Nagano, de enjuta y fina figura, de larga melena y cimbreante forma de moverse, sin un gesto de más. Es artista de criterios objetivos, de planteamientos tímbricos diferenciados y de línea fraseológica concisa y transparente. Es minucioso, tranquilo, capaz de establecer y construir progresiones y de nimbar de luces variadas las exposiciones.
Tendrá a su disposición mimbres de indudable solidez. En primer lugar, claro, los conjuntos de la ONE, que se encuentran en buena forma. Y un equipo vocal de aparente solvencia en el que sobresalen el tenor ruso Nikolai Schukoff, de penumbroso timbre y anchura de lírico amplio, contundente y, a veces, algo constreñido en la zona alta, y el barítono norteamericano, de gran vozarrón, tímbricamente poco grato, Mark S. Doss. Junto a ellos la mezzo Sara Fulgoni, el tenor Sean Panikkar y el barítono Daniel Belcher.