Ana María Valderrama y David Kadouch. Foto: Michal Novak

Ana María Valderrama y David Kadouch. Foto: Michal Novak

Música

"En España se sufre mucho pero con elegancia": Lorca, libertad y resistencia en el Festival de Granada

La violinista Ana María Valderrama y el pianista David Kadouch presentan en la cita andaluza el disco 'Lorquiana', en el que recuperan seis canciones populares del poeta granadino.

2 julio, 2024 02:06

"Cuando se hundieron las formas puras bajo el cri-cri de las margaritas, comprendí que me habían asesinado", escribió Lorca presagiando su muerte. Con estas palabras dio comienzo uno de los conciertos de promoción de Lorquiana, el disco que han lanzado Ana María Valderrama (Madrid, 1985) y David Kadouch (Niza, 1985) con IBS Classical y que interpretarán en concierto el próximo 2 de julio en el Festival de Granada.

En este disco, ya a la venta y disponible en plataformas digitales, la violinista y el pianista recuperan seis de las Canciones populares españolas que Lorca recopiló y armonizó y las intercalan entre distintas piezas vinculadas con el artista andaluz.

En una pausa de su gira, tras su paso por la Schubertiada de Cantabria, el castillo de Gibralfaro de Málaga y el Ateneo y la Fundación Juan March de Madrid, conversan por videollamada con El Cultural -él en un español casi perfecto- sobre este lanzamiento dedicado a Lorca, con el que estos antiguos y brillantes compañeros de la Escuela Superior Reina Sofía han dado forma musical a su veneración común por el poeta.

“Los poemas de Lorca son muy musicales y, si nos fijamos, el ritmo siempre forma una parte importante”. Ana María Valderrama

Pregunta. Este disco iba a ir sobre Almodóvar y ahora gira en torno a Lorca… ¿Por qué han escogido precisamente a este poeta?

David Kadouch. Al principio queríamos hacer un proyecto alrededor de Almodóvar, pero era muy complicado, y Lorca fue una especie de coup de foudre, de amor a primera vista. Decidimos hacer algo alrededor de la literatura porque yo ya había publicado un disco en Francia dedicado a Mme. Bovary, y hacer lo mismo con Lorca tenía sentido, porque la gente a veces no sabe cómo adentrarse en el mundo de la música clásica y él ofrecía una entrada un poco diferente. Tiene algo de poético enfrentarse a palabras escritas y ponerlas en relación con las notas que estás escuchando. Utilizas dos partes del cerebro, la manera de escuchar es diferente, porque la enfrentas a tus recuerdos.

P. Además de escritor, Lorca fue un pianista y compositor solvente. Incluso llegó a declarar en 1933: “Ante todo, soy músico”. ¿Eso se nota al trabajar con sus poemas y ahora con las canciones que recogió y arregló?

Ana María Valderrama. Lorca tenía mucho bagaje musical, y una educación bastante buena. Sus poemas son muy musicales y, si se fija, en ellos el ritmo siempre forma una parte muy importante. Esa faceta suya ha sido todo un descubrimiento.

P. Lorca ha trascendido “por su genialidad artística, pero también como símbolo de libertad y resistencia”, como dice Elena Torres en las notas al programa de la Fundación Juan March. ¿Está de acuerdo? ¿Es por eso por lo que decidieron cambiar el orden del programa y empezar con la Sonate pour violon et piano, FP 119 de Poulenc?

A. M. V. Pues sí, efectivamente, lo habíamos estructurado para ir poco a poco, empezar con música más ligera y después ir entrando. Pero al final dijimos: ‘No, hay que empezar con Poulenc’. Nos parecía mucho más intenso empezar así. También como símbolo de la libertad de expresión y de la libertad en general.

D. K. En España se ha escondido mucho el móvil de la muerte de Lorca. No está muy claro, sobre ello no se sabe exactamente porque a él lo ejecutaron y a otros no, si fue por su homosexualidad, o por su posición... En la sonata de Poulenc está presente esa doble relación entre Poulenc y Falla, que eran amigos, y Poulenc y Lorca, que eran homosexuales.

P. Los arreglos son del pianista y compositor malagueño Alberto Martín Díaz, que se ha basado en la grabación de discos de pizarra de 78 rpm que el poeta realizó en 1931 con Encarnación López Júlvez, ‘La Argentinita’, para crear algo que son casi composiciones, cada una con su propio interludio...

A. M. V. Ha sido una de las cosas más bonitas del disco. Alberto es amigo de la infancia de mi marido. David y yo estudiamos juntos en la Escuela Reina Sofía. Cuando le encargué este proyecto, estuvimos trabajando juntos, incluso buscando en qué tonalidades podía quedar mejor cada pieza y qué tipo de recursos podíamos utilizar. Él es muy bueno, muy creativo. Tiene una imaginación impresionante. Y luego que nos pudiera dar sus pautas durante el proceso ha sido muy valioso.

D. K. Lo que Alberto ha hecho con estas canciones es impresionante. Sabes que el arreglo es bueno cuando sigue siendo de Lorca pero tiene algo extra que le añade vida a la obra. Esta partitura va a seguir viviendo después de nosotros. Seguro.

P. ¿Destacarían algún arreglo que les guste especialmente?

A. M. V. Son tan diferentes... Algunos son jazzísticos, otros más modales, más juguetones...

D. K. La nana es increíble. Es muy triste. Y para mí es realmente representativa. Hay algo en ese sufrimiento muy español. En España se sufre mucho en soledad, pero con elegancia. Las morillas de Jaén me parece muy bonita porque no tiene final. Se queda como suspendida, es maravillosa. Y Los reyes de la baraja es la última, tiene swing y es muy divertida. En cada concierto hace que la gente se levante, que disfrute. Me hace pensar que la vida es breve, pero que se puede disfrutar, aunque tenga sus cosas.

P. El disco incluye otras obras de Manuel de Falla, de Reynaldo Hahn, de Alicia Terzian... ¿Cuál ha sido el criterio a la hora de seleccionar esas obras?

A. M. V. Al principio hubo un montón de propuestas, y hubo que ir descartando. La sonata de Poulenc tenía que ir seguro, porque está dedicada a Lorca, y además es casi programática, se escuchan hasta los disparos. También tenía que haber algo de Falla, porque fue una figura importantísima para Lorca. Y después descubrimos los Tres retratos de Alicia Terzian, que nos gustaron mucho, especialmente el de Verlaine. Además, vimos la conexión que había entre todo ese mundo de artistas, porque Lorca y Hahn admiraban mucho a Verlaine. Y también descubrimos la sonata de Reynaldo Hahn y quisimos introducirla para evocar la época en la que Lorca vivió en París, bebiendo de todo aquello, y también por meter algo que no fuese tan conocido…

P. Lorca y Reynaldo Hahn tuvieron más cosas en común. Los dos hablaban muy bien en público, y los dos salieron del armario en un momento de mucha represión también.

A. M. V. Efectivamente, ese es un punto importante. No lo decimos mucho porque en un concierto en el que lo comentamos, al acabar vino un señor a decirnos que no hacía falta decirlo. Pero nosotros por supuesto que queremos reivindicar la libertad de pensamiento y de orientación sexual. El arte ayuda mucho en esto.

P. Que esto siga ocurriendo es alucinante, ¿no?

D. K. No contamos esta historia para acusar a nadie. Habrá personas mayores que quizás sientan una especie de culpabilidad. Lo que siempre vuelvo a escuchar es: “No necesitamos saber esto”. Y es verdad, la música no cambia nada. Solo que contar historias a través de la música es muy interesante. La propia hermana de Hahn quemó todas las cartas a su amante, Marcel Proust... Crear es un milagro humano. Pero crear en su época, con guerras y todo tipo de enemigos y una sociedad totalmente en contra... Es por eso por lo que hemos elegido a Lorca.

P. ¿Y qué es lo que celebran con esta historia en particular?

D. K. Realmente no hay una idea que se celebre. Pero el hecho de que en este disco esté La vida breve, de Falla, o la sonata de Poulenc, que es tan dramática... Lo que celebramos, en fin, es una vida trágica pero con fuegos de artificio, en la que hubo golpes de creatividad que no parecen humanos. A pesar de todo, uno puede llegar a tener un destino increíble.