Frankie Ríos, Tommy Dewolfe, Jorge Betrán, Fer Naval y Abel Maregil, miembros de Camellos. Foto: Laura Bermejo

Frankie Ríos, Tommy Dewolfe, Jorge Betrán, Fer Naval y Abel Maregil, miembros de Camellos. Foto: Laura Bermejo

Música

Camellos contra trepas, especuladores y conspiranoicos: "Está de moda ser idiota"

10 octubre, 2024 01:25

“Si el mercado somos tú y yo, cómprame algo. Si es verdad que funciona solo, funciona raro”. Camellos siempre están dispuestos a quejarse en sus canciones de los desmanes de la política, la economía o simplemente el trepa de turno. Eso sí, siempre con humor, porque es lo más saludable.

Su mirada ácida sobre la actualidad que les rodea y que viven en sus propias carnes regresa con fuerza en su cuarto álbum, Gran Hostal, que ve la luz este jueves 10 de octubre. Y uno de los problemas más graves que afectan hoy a España es, sin duda, el precio desorbitado de la vivienda, como demuestra la gran manifestación convocada para el próximo domingo en Madrid por 39 colectivos. “¿Es el precio? Aquí dice 1900… O quizás es el año de su construcción”, bromean en el tema titulado precisamente 1900.

Con otros tres discos a sus espaldas —Embajadores, Calle para siempre y Manual de estilo—, Camellos es una banda formada por cuatro madrileños de adopción con un inmenso amor-odio por esta emocionante e inhóspita ciudad: el manchego Frankie Ríos (guitarra y voz), los oscenses Fer Naval (guitarra y voz) y Jorge Betrán (batería) y el estadounidense Tommy Dewolfe (bajo), que vino a España para un año y lleva trece. A ellos se suma el multiinstrumentista Abel Maregil, que, después de acompañarlos durante un tiempo encima de los escenarios, se les ha unido como quinto miembro de pleno derecho en el último año.

Portada del disco 'Gran Hostal' de Camellos, obra de Clara S. Prous.

Portada del disco 'Gran Hostal' de Camellos, obra de Clara S. Prous.

Nos citamos con Fer, Jorge, Tommy y Abel en una cafetería del barrio de Embajadores, un antiguo “bar de taxistas chunguísimo” cuya esencia castiza mantienen sus nuevos dueños chinos, donde las tapas de bravas, las aceitunas y el salchichón no paran de aterrizar con cada ronda de cañas.

En este barrio, que da nombre a su primer disco —“buscábamos un título grandilocuente y épico pero mal, y Embajadores nos pareció perfecto”—, vivían varios de ellos y ensayaban, compartiendo local en la calle Tarragona con otros grupos como Carolina Durante, Novedades Carminha y Los Nastys. Ahora ensayan en Almendrales y en Embajadores solo sigue viviendo Naval. Confiesa que le encanta este barrio, y en él seguirá mientras la gentrificación no lo escupa lejos del centro.

Pregunta. ¿En qué se parece y en qué se diferencia este disco de los anteriores? ¿Musicalmente es un regreso a vuestros comienzos?

Fer Naval. Frente al disco anterior hemos simplificado mucho, hemos ido al meollo y es más rápido, y eso hace que suene más a lo que hacíamos al principio. Es bastante diferente al anterior, Manual de estilo.

Abel Maregil. A mí me ha gustado mucho que solo hayamos usado equipo que teníamos nosotros: nuestros amplis, nuestras guitarras, para asimilarlo a lo que hacemos en directo, que es lo más potente que tenemos.

Jorge Betrán. Hemos vuelto a escribir canciones juntándonos un fin de semana delante de una libreta, apuntando mil cosas para hacer criba después. Esa manera de desarrollar las canciones, a veces a matacaballo, le ha insuflado ese estilo viejo de Camellos. Se parece más al segundo, Calle para siempre.

P. Las letras de las canciones a veces parecen puzles, una sucesión de frases independientes que, juntas, dan una visión concreta del tema que abordan. ¿Es porque las escribís entre todos?

J. B. Sí, estamos conversando y apuntas palabras, frases y luego lo juntas. Hay un tema del que quieres hablar pero con piezas que ya han salido, al final armamos un rompecabezas.

F. N. El otro día vino Rivas, de Alcalá Norte, a tomar una cerveza, con su libro de San Agustín bajo el brazo, y pensé en cómo la gente a veces puede pensar que la letra de una canción es algo impostado, pero es imposible mentir. Al final la letra sale de ti, al seleccionar las palabras hay algo dentro de ti que necesita ser dicho. Si no eres tú mismo, nadie te va a entender ni creer.

P. ¿Este disco es más político que los anteriores?

J. B. Siempre hay política, es imposible que no la haya en nuestra manera de hacer música.

Tommy Dewolfe. Quizá no son canciones tan políticas como en otros grupos, pero siempre tienen que ver con quejarse de la mierda que nos sirven en el día a día.

A. M. Es que al final todo es política. Nunca hemos dicho “vamos a hacer una canción política sobre tal cosa”. Simplemente nos salen.

J. B. Mucha gente me dice que muchas de nuestras canciones hablan del curro. ¿Pero tú sabes cuántas horas al año nos pasamos currando? Ocupa una parte demasiado gorda de mi vida como para no pensar en ello. Es un tema que hemos abordado de maneras muy diferentes. En Juan in the Middle hablamos de la figura del trepa, ese vendehumos que ves por la oficina y piensas: “sé que este tiene un sueldazo, pero ¿qué hace exactamente?”.

T. D. Los ves en la oficina o en las redes sociales, otro sitio en el que pasamos mucho tiempo.

F. N. En 1900 decimos “si eres un especulador, salta de un cuarto”. O sea, que sí es más político que otros discos anteriores nuestros.

"Ahora hay muchos grupos buenos que tocan muy bien, y esto no era así hace ocho años, incluso grupos muy conocidos tocaban como el culo". Fer Naval

P. Lo que no ha cambiado es vuestro enfoque sarcástico. ¿Ese humor ácido ayuda a quitar hierro a los problemas o más bien a desenmascararlos?

F. N. Para mí el humor lo que hace es quitarte el miedo a hablar de ciertos temas, y hacerlo con un lenguaje liberador. Te permite no ser demasiado literal pero que haya un mensaje por debajo.

J. B. Yo no me sentiría cómodo si tuviera que escribir una letra épica, no sería yo.

P. ¿Cuál es la canción favorita del disco de cada uno?

F. N. El pincho, porque camina por un sitio más oscuro. Las canciones que más me gustan de Camellos son las armónicamente raras, como lo era Café para muy cafeteros.

A. M. La mía es 1900. Al principio no daba un duro por la canción, y al final tiene uno de los mejores estribillos. Además, la colaboración con Marina Iñesta, de Repion, ha quedado muy bien.

T. D. También elijo 1900, porque tiene mucho gancho y porque habla del problema del precio de la vivienda. También me gusta mucho Combustión, me flipa el estribillo.

J. B. Yo tengo dudas. Una parte de mí coincide con Fer, me encanta cuando encontramos la amargura en las melodías, y metería en ese saco Llevarse bien. Por otra parte, Juan in the Middle era una canción que apuntaba tan bajo que no sabíamos cómo encaminarla, y cuándo la cerramos dijimos “qué canción tan buena”.

Los miembros de Camellos en una foto promocional

Los miembros de Camellos en una foto promocional

P. La precariedad es una constante en el imaginario de Camellos. 1900 habla de los precios abusivos de la vivienda, uno de los problemas sociales más graves del momento. El próximo domingo hay precisamente una gran manifestación para protestar por este tema. ¿Iréis?

A. M. Yo sí tengo intención de ir. Algo se tiene que hacer, esta burbuja tiene que estallar. No conozco a nadie que no tenga un problema relacionado con la vivienda.

J. B. Es muy triste que el precio de la vivienda te bloquee tus proyectos vitales. Con treinta y tantos años la gente se ve obligada a compartir piso, e incluso hay parejas que tienen que vivir con más gente en casa. Y ya no hablemos de la opción de tener hijos… Venimos de otras generaciones que tenían otros problemas y hay gente que no es consciente de que gran parte de nuestra generación dedica casi todo su sueldo a pagar un alquiler abusivo o una hipoteca si es que puede permitírsela. Es terrorífico.

F. N. Es increíble que a todo el mundo se le llene la boca hablando de esto y no se haga nada. Pero ¿quién no tiene dinero metido en el ladrillo? Regularse contra uno mismo es difícil, por eso tiene que venir por ley. Es la única forma.

J. B. Yo soy huérfano por parte de padre, heredé la mitad del piso de mis padres y vivo en él con mi pareja, por lo que no he tenido que preocuparme por pagar un alquiler. Pero es un piso pequeño. Si el día de mañana tengo hijos, ¿adónde me voy? Nuestro amigo Paco [Frankie Ríos, el “camello” ausente en la entrevista] no sé cuántas veces ha tenido que cambiar de piso porque los caseros siempre le quieren estrujar un poco más. Ya lo decía Zygmunt Bauman en Modernidad y Holocausto: como todo el mundo lo hace…

P. Otro tema que aparece en este disco es el de los conspiranoicos, en Quién se ríe ahora. ¿Por qué están tan de moda las teorías de la conspiración?

J. B. ¡Porque está de moda ser idiota!

F. N. Porque hace falta una nueva fantasía. Como la realidad es tan chunga, me voy a inventar que la Tierra es plana…

J. B. Las religiones aparecieron para resolver ciertas dudas. Como hoy está ya todo explicado, vamos a darle una vuelta y a decir que la pandemia fue un plan para recargar la batería de los pájaros porque son drones de vigilancia y que la nieve de Filomena era de plástico.

A. M. No hay que olvidar el componente político de las conspiraciones. En Estados Unidos, si tiras del hilo del terraplanismo y otras teorías, terminas en QAnon. En una época tan jodida para mucha gente, una teoría de la conspiración es mucho más simple que las explicaciones reales.

P. El contrapunto a tanta protesta y tanto sarcasmo es Candorro, una canción bonita que dice “lo único que he elegido bien en la vida son mis amigos”. Parece sincera.

J. B. Queremos mucho a nuestros amigos. Tenemos mucha gente que ha hecho que Camellos sea lo que es hoy. Mis colegas de Toledo, donde me crié, llevan viniendo a verme tocar desde el primer concierto. Mira que el tema de la amistad está manido en la música, pero ¿qué tema no lo está? Queríamos hacer una canción para ellos.

F. N. Para expatriados de provincias como nosotros, los amigos son algo muy importante.

P. Cuando conocen a alguien que no sabe que tocan en un grupo, ¿cómo les explican la música que hacen?

F. N. Yo no me lío nada: digo rock.

J. B. Yo tuve una época en la que decía garaje, y la gente me decía: ¿cómo que garaje, lo del coche? ¿Qué es eso? Ahora digo rock o pop-rock.

P. Y para la gente que controla algo de música, ¿qué referencias dais?

F. N. suelo decir bandas ochenteras, como Ilegales o Los Enemigos. De influencias británicas digo The Clash, sin duda.

J. B. El Pink Flag de Wire fue uno de los discos en los que nos inspiramos para el sonido. Es una referencia primordial.

P. ¿Cuál es el gancho de Camellos? ¿Por qué gusta vuestra música?

J. B. Creo que siempre hemos tenido muy buen directo, es nuestro fuerte. Si te pones una canción y te gusta, un concierto nuestro te va a gustar fijo, porque es donde sacamos la artillería pesada.

P. No muchas bandas pueden decir eso.

F. N. Sonamos mucho más roqueros en directo que en los discos. Para mí lo más importante del grupo y por lo que somos conocidos es porque las canciones se te pegan como un puto chicle a la suela de la zapatilla. Es algo que pocos grupos pueden hacer. Ahora hay muchos grupos buenos que tocan muy bien, y esto no era así hace ocho años, incluso grupos muy conocidos tocaban como el culo. El otro día fuimos el otro día a la sala El Sol, y ves que a esos chavalines tocan estupendamente, como Error 97 o Vicente Calderón. Eso no era habitual en grupos de veinteañeros. Ahora que todos tienen esa calidad, lo que faltan son canciones que se te queden en la cabeza. El 90 % de los grupos tienen canciones que pasan un poco sin pena ni gloria, y no lo digo por estos que he mencionado. En el caso de Camellos y otros grupos, las canciones se te quedan en la cabeza y eso es lo que hace que el grupo sea conocido.

"Sí, Madrid es una mierda, pero no os preocupéis que hay otro montón de sitios de mierda que podemos citar". Jorge Betrán

P. ¿Cómo anda vuestro amor-odio hacia Madrid? ¿Qué va ganando ahora mismo?

F. N. Son dos cosas que van unidas.

J. B. A mí me gusta Madrid porque tengo asociados muy buenos recuerdos a la ciudad, aunque es muy hostil. Hay gente que interpretó Mazo como una canción que dice que Madrid es lo mejor, pero en realidad es muy crítica. Y de esa canción precisamente salió Rompiendo España. Es nuestra manera de decir: “sí, Madrid es una mierda, pero no os preocupéis que hay otro montón de sitios de mierda que podemos citar”.

F. N. Es la descentralización del insulto. Madrid, sinceramente, es la hostia, lo que pasa es que es cada vez más hostil. Antes no lo era, tenía sus bares de callos y zarajos y sus pisos a 350 pavos la habitación. Ahora ya no sé ni a cuánto están, he perdido la cuenta.

A. M. Precisamente la gente que más está abanderándose del concepto de Madrid es la que está destrozando lo que le dio a Madrid el valor que tenía.

P. A pesar de todo no tenéis “ni putas ganas de vivir con las vacas”. ¿Qué hacer entonces? ¿La vida urbanita tiene arreglo?

F. N. En realidad esa canción es sobre un viaje muy caótico de nuestro amigo Paco. Su coche se quedaba tirado en zonas de vacas. Aunque es cierto que no queremos vivir con las vacas.

"El futuro de la vida urbanita pasa por mirar al pasado, hay que volver a la vida de barrio". Abel Maregil

J. B. Yo desde pequeño quería una ciudad grande porque quería montar una banda. No es que en Toledo no haya bandas, pero la oportunidad de conocer gente y montar proyectos en una ciudad grande es mucho mayor. Además veía como los grandes grupos que venían a España pasaban por Madrid y eso me hizo idolatrar esta ciudad. Luego vine y esa sensación se reforzó con las buenas experiencias que he tenido con la gente de la que me he rodeado.

A.M. El futuro de la vida urbanita yo creo que pasa por mirar al pasado, hay que volver a la vida de barrio. Tenemos que tener una mayor relación con nuestros vecinos más cercanos, que se ha perdido completamente y eso nos daba salud mental; saber que tenías un colchón más allá de tu familia y alguien en quien confiar e incluso dejar al cuidado de tus hijos.

J. B. Madrid tendría que ser más una ciudad para todo el mundo y menos una ciudad “que mole”.

F. N. Yo, por poner una nota optimista, veo más defensa de estos valores en Madrid que en otras ciudades. Incluso este bar que era de taxistas y chunguísimo, los nuevos dueños mantienen la esencia. En Barcelona o Málaga siento más la desprotección de la esencia de la ciudad.

J. B. El turismo siempre ha sido un punto fuerte de la economía española, pero no sabíamos que se iba a volver una cosa tan chunga.

P. Estabais en Limbo Starr y este nuevo disco lo edita Ernie Records. ¿Por qué habéis cambiado de discográfica?

F. N. No hay mucho que contar, no ha habido los típicos roces que surgen con el paso del tiempo. Simplemente hemos decidido trabajar con una discográfica más grande. Hemos sacado tres discos con ellos y se van a reeditar, en ese aspecto seguiremos trabajando con ellos.

J. B. No renegamos para nada de Limbo Starr, toda nuestra discografía la hemos sacado hasta ahora bajo su paraguas y les estamos muy agradecidos por cómo creyeron en el proyecto desde el principio. Eso se va a quedar ahí para siempre y espero que lo sepan. A fin de cuentas llega un punto en el que va pasando la vida y molaría, con la cantidad de tiempo que inviertes en esto, necesitas una mayor seguridad económica, y eso lo consigues creciendo.

A. M. Es como en tu vida laboral: si quieres subir de salario, te tienes que mover. No hay duda.

P. ¿Qué lecciones habéis aprendido de la industria musical, tanto de lo bueno como de lo malo?

F. N. Lo que más me ha sorprendido es que la gente, desde fuera, tiende a pensar que el triunfo de los demás es cuestión de suerte, pero en realidad requiere mucho trabajo. Nosotros lo hemos visto, hemos conocido grupos desde cero. El primer local de Carolina Durante fue el nuestro, y el primer bolo grande de Alcalá Norte fue con nosotros en la sala Barceló, y ahora esas dos bandas son más conocidas que nosotros. Desde nuestra posición hemos podido ver que su ascenso al exito no ha sido una catapulta. Yo lucho conmigo mismo para no pensar que los demás lo tienen más fácil que yo. Es un discurso muy cómodo, y los que no están dentro del circuito lo siguen pensando. España es antiéxito.

J. B. Hay que hacer autocrítica y aceptar que lo tuyo no guste tanto como lo de otros. Preocúpate de hacer las cosas intentando encontrar lo que buscas, y deja a la gente que disfrute de su éxito.