Andrés Orozco-Estrada. Foto: Martin Sigmund

Andrés Orozco-Estrada. Foto: Martin Sigmund

Música

Romanticismo de altos vuelos en la Orquesta Nacional con la batuta de Andrés Orozco-Estrada

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De un romanticismo de altos vuelos es el programa que los días 11, 12 y 13 de octubre defenderá desde el podio de la Orquesta Nacional el director colombiano Andrés Orozco-Estrada (Medellín, 1977), cada vez más asentada su figura en los principales podios europeos.

Sus cualidades se ajustan a la naturaleza de las obras en atril: La primera noche de Walpurgis (1831-32) de Mendelssohn y la Sinfonía fantástica (1830) de Berlioz. Aquella es también a su modo, una sinfonía, aunque con la incorporación de coro. Podría considerarse también una cantata o un oratorio profano; o, incluso, como quería el autor, una balada.

En ella se introducía "un coro animado y como sobrenatural y, al final, toda la canción del sacrificio", decía el compositor, que preguntaba a Goethe, autor del texto: "¿No cree que resultará un nuevo tipo de cantata?". Evidentemente, sí resultó algo original, intermedio entre los oratorios y los salmos.

Ello procura un hermanamiento con la sinfonía berlioziana, que aperece constituida por cinco movimientos que narran los sueños enfebrecidos del músico obsesionado por su amor hacia la actriz Harriet Smithson. David Cairns (Berlioz, Fayard. París, 2002), siguiendo a Rudolf Reti, resaltaba su organización temática profundamente consciente y la secundaria importancia del argumento trazado por el autor.

La idée fixe, un tema obsesivo que se escucha de manera variada en cada tramo de la obra, nos conduce hacia el final. Los últimos compases, con la orquesta en plena ebullición, son espectaculares y reveladores de la mano maestra del músico.

Esperamos que todos esos vaivenes puedan ser traducidos por la nerviosa batuta de Orozco-Estrada, un maestro que se presenta por primera vez con la Nacional y que hizo sus primeros pinitos importantes al frente de la Sinfónica de Euskadi, prometedor inicio de una carrera bien estudiada, en la que ha ido escalando puestos cada vez más altos, como el que defendió en la temporada 2020-2021 al frente de la Orquesta Sinfónica de Viena.

De Medellín a Viena

Quién lo iba a pensar cuando empezó su andadura como violinista en el Instituto Musical Diego Echevarría de Medellín, su ciudad natal. Cecilia Espinosa y Andrés Posada serían sus primeros profesores de dirección, disciplina que perfeccionaría en Viena a partir de 1997 junto al profesor Uros Lajovic. Enseguida se situaría en el podio de la Radio-Symphonieorchester de la ciudad del Danubio en la sala dorada del Musikverein.

Es artista arrebatado, de vigorosa expresividad, una estimulante nerviosidad y un temperamento muy propio de su tierra, todo lo cual es transmitido a través de un gesto fácil y vibrante. Su mímica, clara, precisa, comunicativa, es la ideal para hacerse entender por cualquier conjunto, y lo hemos podido comprobar en las distintas ocasiones en las que ha actuado en España.

Lo hemos visto, por ejemplo, al frente de las orquestas de la Radio de Frankfurt, de Stuttgart y de Hamburgo. Tres solventes solistas participarán en la obra de Mendelssohn: Sonja Leutwyler, soprano; Julian Hubbard, tenor; y Hanno Múller-Brachmann, bajo-barítono. Este último es ya un viejo conocido.