Image: Nancy Fabiola Herrera

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Ópera

Nancy Fabiola Herrera

"Plácido Domingo crea fascinación allí por donde pasa"

24 julio, 2009 02:00

Nancy Fabiola Herrera. Foto de Rob Moore

Tras la Carmen de Franco Zeffirelli que inauguró el Festival de Verona, la cigarrera más cotizada del momento vuelve a l’arena para una Serata di Gala que celebrará los 40 años del debut de Plácido Domingo.

Tiene nombre de muñeca, gesto grácil y voz tersa. Hasta pasaría por cursi si no fuera porque su Carmen compendia en una sola mujer el vigor de todo un ejército. Nancy Fabiola Herrera (Venezuela, 1968) ha encarnado a la cigarrera de Bizet en un centenar de ocasiones, a lo largo de doce producciones, frente a públicos de toda latitud. El pasado 19 de junio debutó a la intemperie de la 87ª edición del Festival de Verona. Plácido Domingo la miraba desde los atriles con un gesto de fina complicidad por el nubarrón negro que sobrevolaba l’arena como un zepelín. El chaparrón siguió a los truenos al inicio del segundo acto, con los contrabandistas en la taberna de Lilas Pastia y el público metido ya en la trama.

El garbo y la soltura que ha logrado imprimir Herrera al personaje remiten a una Carmen de abolengo. "Hay que meterse en su piel -explica a El Cultural la mezzo española-. No es admisible que el público pueda llegar a pensar que no has bailado flamenco en tu vida". Se diría que Nancy lleva el flamenco metido en las venas. Pero lo cierto es que no pasa de la cuarta sevillana y aprendió a tocar las castañuelas durante los ensayos de la producción de Franco Zeffirelli que en 2005 la dio a conocer en el Metropolitan de Nueva York. Que mezzos como la griega Agnes Baltsa o la estadounidense Grace Bumbry le hagan ascos al folclore no quiere decir que Bizet no dejara constancia de castañuelas y fandangos entre los pentagramas. "Seas española, noruega o rusa, la caracterización es importante. Debes tomar clases de baile, aprender a tocar las castañuelas, practicar el movimiento de las manos, del cuerpo... Todo eso lleva su tiempo".

Crespin, Berganza, Dunn
Pero no se olvida de que Carmen habla y piensa en francés. El fraseo y la dicción se los debe a la marsellesa Régine Crespin. Porque, hasta los arreglos de Ernest Guiraud tras la muerte de Bizet en 1875, esta opéra-comique alternaba pasajes hablados y cantados casi en la misma proporción. "Aprendí muchas cosas en compañía de Crespin. Los franceses acostumbran a cuidar con esmero los matices, dan una gran importancia al texto". Sin embargo, hoy sólo una cuarta parte de las Carmen que se programan atienden a la versión original que dejó Bizet. "Las dos partituras tienen su encanto. De quedarme con una, sería con la primera. Es más difícil de preparar, te exige un nivel de francés muy superior, pero precisamente por eso creo que es más auténtica".

Sus otras mezzos de referencia en el papel de la sevillana son la madrileña Teresa Berganza -"por su picardía"-, y la norteamericana Mignon Dunn, como ejemplo de "entereza y brío" sobre un escenario. Nancy combina lo mejor de las tres y añade otros ingredientes a la mezcla que hace que en las críticas a sus trabajos haya siempre una mención a su formidable presencia física. "Vivimos en una era mediática, nos guste o no. Es importante cuidar el físico. No sólo por cuestiones meramente estéticas. Las cantantes necesitamos un preparación casi atlética, que nos permita movernos por el escenario con agilidad y cumplir con las expectativas de los rigurosos directores de escena. Pero sin obsesionarse, que el instrumento va por dentro y la vida está para disfrutarla". Lo dice una maestra de reiki y una avezada yoguista que en tres bocanadas sube el ying y baja el yang. Un listado mental de técnicas de meditación le sirven para no recrearse en las arbitrariedades que sacuden las carreras líricas. "No puedes estar a merced de los éxitos y de los fracasos, porque terminan contigo. Hay que aprender a tomarse las cosas con calma. Y para ello has de aprender a renovar tus energías cada cierto tiempo". Toma aire y continúa: "No hablo en nombre de una religión en concreto. Pero creo en algo superior. Un Dios, un universo, un gran motor. Llámalo como quieras, pero no estamos solos".

De fulana a femme fatale
En este viaje a los sentidos, el rol le ha ayudado a conocerse y a limar asperezas. "He aprendido a ser más práctica, a sentirme bien bajo mi piel, a no tener miedo de ser yo misma. Y a no agradar". No es, sin embargo, la primera mezzo que ha comprobado el poder lenitivo que parece emanar del personaje. Ya en 2002, Anne Sophie von Otter encarnó en el Festival de Glyndebourne a una Carmen pelirroja y algo más sensual de lo que contemplan los cánones. La sueca se quitó una espina, ya a punto de cumplir 50 años, pero dejó para la posteridad una nueva modalidad de vulgarización del libreto. Si a Celestina Galli-Marie -la primera soprano dramática que se vistió de gitana un 3 de marzo de 1875 en París- o a Elena Obraztsova las tacharon de fulanas, la Von Otter nos regaló una lectura similar, en versión de femme fatale. "El libreto de Halévy y Meilhac trascendía lo meramente sexual -corrige Herrera-. Carmen no es sexo, sino senso. No hay nada explícito. En ella todo es misterio".

Con ésta su duodécima encarnación, donde ha vuelto a coincidir con su amigo el barítono ángel ódena en el papel de Escamillo, Nancy cierra el círculo con el mismo planteamiento de Zeffirelli que la abrió las puertas del Covent Garden y la Bastilla. Su papel fetiche siempre estará ahí para cuando la reclamen. Ahora toca darle a su timbre nuevas dimensiones, como las recientes Isabella de L’Italiana in Algeri de Jerez o la Dalila que brindó, en el corazón de la selva brasileña, al Teatro Amazonas de Manaos.

"Tengo mucho Verdi por delante -dice con el dedo en la agenda-. Quiero hacer de Eboli en Don Carlo. Ir completando el repertorio belcantista con la Trilogía Tudor de Donizetti. Debutar El caballero de la rosa de Strauss. Me apetece ponerme más pantalones y dedicar tiempo a la zarzuela". Y, por el tono, se diría que habla, como mucho, a dos años vista. Con una prisa prudente y un instinto arrollador. Como cuando aterrizó en Madrid con los Bee Gees en el discman y la idea de matricularse de piano en el Conservatorio. A falta de plazas, terminaron por cogerla en canto. "Qué no podrá pasar en un año si en tres meses me cambió la vida".

Verdi y Bizet para un aniversario

Después de dirigir las cuatro representaciones de la Carmen de Zeffirelli con la que se inauguró el pasado 19 de junio el Festival de Verona, el tenor madrileño acudirá esta tarde a una Serata di Gala para celebrar los cuarenta veranos de su debut en la l’arena. Interpretará los últimos actos de Otello de Verdi, Cyrano de Bergerac de Alfano y la Carmen de Bizet con Isabelle Kabatu y la propia Nancy Fabiola Herrera. "Sólo el hecho de estar en su presencia es un privilegio", ha dicho la española, con quien Domingo ya ha empezado a trabajar en una adaptación lírica al cine de El cartero (y Pablo Neruda) que se estrenará en Los ángeles. "Es increíble. Domingo crea fascinación allí por donde pasa".