666
Se proponen, dicen, "mostrar sin palabras el lado más oscuro del ser humano". No es exacto, aunque sí lo es que recorren macabramente algunas situaciones. De lo macabro, a veces, se pasa al ingenio del demonio, a momentos que mirados fríamente son de una dureza extrema. Por ejemplo, un guardián regala un reloj de pulsera a un preso que está en el corredor de la muerte. Demoledor. Pero todo ocurre entre carcajadas, con el público desarbolado, entregado, dispuesto a reír sin parar, como borracho de humor negro.
No usan palabras, aunque las pide a gritos el espectáculo. Es más, a veces las apuntan; otras, para no usar palabras tienen que demorarse en multitud de gestos de más. También pronuncian palabras sin sonido y onomatopeyas, ronquidos, aire sonoro, en fin...Todavía hay quien piensa que una imagen o un gesto dicen más cosas que una palabra. Como queda demostrado en este diabólico "666", las imágenes y los gestos son palabras.
En este trabajo de Yllana también hay un momento dedicado al asquito y uno hace como que se bebe su orina. Debe de ser coherencia de sala, porque, como ya hemos comentado, unas horas antes, cada día, en ese mismo lugar, Leo Bassi se come también, de verdad, su excremento.
Yllana ya está en lo alto con este tercer trabajo. Por lo visto, van a quedarse.