Teatro

El musical eléctrico

21 febrero, 1999 01:00

El 23 de febrero se estrena en el Teatro Lope de Vega "Grease", el nuevo espectáculo de Luis Ramírez, una adaptación de la obra de Jacobs y Casey con la que el productor se estrena como director artístico. En esta ocasión ha contado con la valiosa colaboración de Ramón Oller, un reparto jóven exento de estrellas y gran parafernalia escenográfica para recrear la América de los años cincuenta.

El Teatro Lope de Vega de Madrid se ha puesto un antifaz de leopardo y ha dejado atrás sus días repletos de sesiones idénticas para acoger, entre otros, uno de los espectáculos musicales más populares de todos los tiempos.
Cuando en 1971 los jóvenes Jim Jacobs y Warren Casey compusieron una obra musical con la intención de representarla los fines de semana en un pequeño local de Chicago, no podían siquiera imaginar que casi treinta años más tarde el fenómeno "Grease" seguiría vivo. Ken Waissman, un productor de Broadway, aconsejado por un antiguo compañero de la universidad, visitó la pequeña sala y, sentado sobre un papel de periódico, supo ver que tras la pintura marrón que cubría las paredes y las voces desnudas acompañadas únicamente por un piano, una guitarra y una batería, había una obra divertida que con algunos cambios conquistaría sin problemas los escenarios de Broadway. Waissman no se equivocó y el 13 de diciembre de 1979 "Grease" batió el récord de permanencia en Broadway. Un año antes, la Paramount produjo la famosísima versión cinematográfica, protagonizada por una estrella emergente, John Travolta y la consagrada Olivia Newton John. Sólo la banda sonora vendió 25 millones de copias. La fiebre "Grease" no había hecho más que empezar.
Ahora, en un momento en el que el musical parece haber encontrado un sitio en los escenarios españoles, los chicos del Rydell, con sus tupés y su llamativo vestuario, cantan en castellano gracias a la iniciativa de Ramírez y a su productora Pigmalión.

Dos meses de ensayos
A una semana del comienzo de las "previas", el Lope de Vega parece un "Chorus Line" a la española: en el piso de abajo "los chicos" ensayan el baile del garaje y en la planta superior "ellas" interpretan uno de los temas que originalmente estaba en la banda sonora de la obra de Jacobs y Casey, "Freddy My Love". Por supuesto, en su versión española, creada por Javier y Mariano Losada y producida por Pigmalion Records.
Ramón Oller y Luis Ramírez supervisan cada uno de los movimientos de los "T-Birds" mientras que Natalia, ayudante del coreógrafo, lo hace con las actrices. Técnicos, maquilladores, peluqueros... corren por los pasillos tarareando las canciones de la banda sonora. Incluso José Sacristán pasea por el vestíbulo y parece que lo seguirá haciendo durante los próximos meses, pues protagonizará, junto con Paloma San Basilio, "My Fair Lady", uno de tantos proyectos del joven productor.

Durísimas pruebas de selección
"Han sido las pruebas más duras de nuestra vida" -comentan dos de las intérpretes-. De 2.500 personas sólo hemos conseguido el papel 36, y todos tenemos que cantar, interpretar y bailar". Geraldine Larrosa tiene un aspecto parecido al de Olivia Newton John en la película y a pesar de no haber pasado por maquillaje, se puede adivinar que es la elegida para el papel de Sandy. "Mi madre era bailarina y mi padre mago", afirma. "Siempre he estado entre bambalinas, no se vivir de otra forma". Para Marta Ribera, J.G. y Pablo Puyol -Rizzo, Danny y Kennickie en el musical- tampoco ha sido fácil. "Hace unos años, si querías dedicarte a esto tenías que estudiar en el extranjero -comenta J.G-. Luego llegabas aquí y no encontrabas trabajo".
Luis Ramírez no se separa ni un minuto del escenario y mientras habla no aparta la mirada del número que coordina Oller. Para el productor y director artístico de la obra, el hecho de que no se produzcan musicales en castellano de forma continuada es incomprensible ya que "tanto Madrid como Barcelona son ciudades que aceptan hasta tres espectáculos de este tipo a la vez". Tras el gran éxito de "El hombre de la mancha", que superó la recaudación del "Torrente..." de Segura, Ramírez afirma sentir una gran responsabilidad: "Mi primer musical ha marcado un nivel que se debe mantener". Y se está manteniendo, como demuestran los excelentes "Chicago" o "Amadeus".
Ramón Oller es un perfeccionista. Durante más de una hora repite la misma escena, insistiendo en los detalles más insignificantes. Cuando por fin sale bien, el resto del equipo aplaude. Oller tiene un pasado lleno de reconocimientos; Premio Nacional de Danza en 1994 y de Cataluña en 1996, el coreógrafo una pieza al año para el Ballet Hispánico de Nueva York. "‘Grease’ es una obra típicamente americana", afirma, "que utiliza los grandes recursos de la comedia musical". Quedan pocos días para el estreno y las tardes cada vez son más largas. Oller se despide mientras remueve su café con un tenedor de plástico.
Todos parecen entusiasmados con el espectáculo, contagiados de su vitalidad. Y es que "Grease" es un canto a la inconsciencia de la juventud, a su brillo, al optimismo que produce contar con todo el tiempo del mundo, a las promesas imposibles y, sobre todo, a la frivolidad, con todo lo bueno que ésta tiene.