Shakespeare a pedazos
La representación está dirigida a un público joven, y no necesariamente iniciado en la obra de Shakespeare. Al comienzo de la desenfadada función, se explica que son unos cómicos que van a representar fragmentos de las obras citadas del dramaturgo, y esa explicación da pie a que el público sepa de las debilidades, problemas y conflictos de la compañía teatral que va a actuar para ellos.
Comienza Macbeth con desenfado, gracia, ingenio y demás cualidades de una fiesta juvenil, un tanto "pasota" frente al canon shakesperiano, destacándose por la síntesis y el humor propio del tebeo y del cómic. "Ricardo III" está trasladado al Chicago de los años 30, y la corte en guerra, son familias de gangsteres. Cantan el texto (adaptándolo a melodías conocidísimas) y consiguen que no se entienda absolutamente nada. El interés del público decae enormemente, en algunos casos hasta el sueño. Y con la tercera obra elegida, "Hamlet", consiguen lo más interesante de su trabajo: dar relieve dramático, intensidad y ritmo en la creación de la enrarecida atmósfera de la corte danesa y sus personajes.
Es una pena que a estas "escenas" de Shakespeare que se muestran ante el público (en algunos casos notablemente), les falte una razón interior para convertirse en espectáculo. Todo lo que se trama en escena -al margen de Shakespeare- no se sostiene en un escenario, a pesar del entusiasmo desplegado por sus intérpretes. El espectáculo está falto de discurso interno.