Teatro

Medea en versión de Fermín Cabal.

16 mayo, 1999 02:00

Dirección: Eugenio Amaya, con María Luisa Borruel, José Luis Díaz , Alfredo Guzmán, Antonio Sarrió, Memé Tabares. Coro: Victoria López Talaván, Ana Carmen Fernández. Teatro: Goya (Barc

En la jornada de hoy vas a ver mi poder en todo su esplendor", exclama la despechada Medea, antes de lanzarse a asesinar a diestro y siniestro. Luego, claro, cumple su palabra. Pocos personajes tan fuertes y resolutos como éste hay en el teatro de todos los tiempos y, a la vez, tan dramáticamente contemporáneos, infanticidio incluido. Pero, precisamente por eso, este es un personaje que no cabe en cualquier actriz, y que debe huir de la sobreactuación, de los gestos grandilocuentes, y de los énfasis innecesarios que sólo lo aproximan al estereotipo. A mi entender, la interpretación de María Luisa Borruel está demasiado cerca del estereotipo y, en general, la del resto del elenco, a excepción de Memé Tabares (la nodriza). Y eso nos impide creernos lo que vemos, pese a que se nos hable de algo que nos afecta tanto: los celos, la venganza, el exilio, el poder…El coro es otra cosa. Para empezar, hay que aplaudir la idea de transformarlo en un grupo de bailarinas que refuerce el carácter de la obra no con palabras, sino con gesto en movimiento. Los momentos de mayor belleza del espectáculo son, precisamente, los que ceden el protagonismo al coro. Y a ello contribuyen la coreografía de Cristina D. Silveira (quien también interpreta a Glauce) y el precioso vestuario de Helena S. Kriúkova. La versión de Fermín Cabal acerca el texto al lenguaje escénico de nuestros días respetando al mismo tiempo el espíritu de Eurípides y Séneca. En este sentido, se podría decir que ha construido una nueva obra que habla de la condición humana en términos comprensibles para el público de hoy. La dirección de Eugenio Amaya ha creado un espectáculo a medio camino entre el teatro y la danza, sí, pero también todo un universo gobernado por las pasiones y la muerte. El universo de la vengativa, poderosa y aún contemporánea Medea, que vuelve a sobrecoger al espectador.