Teatro

"La danza debe integrar todas las artes"

Cesc Gelabert

30 mayo, 1999 02:00

Cesc Gelabert ha desarrollado un estilo tan personal de bailar que nadie se atreve a imitarlo. Galardonado con numerosos premios, entre ellos el Premio Nacional de Danza 1996, actúa esta semana en el Teatro de Madrid con su última producción: "Zumzum-ka".

Asus cuarenta y seis años, con más de media vida dedicada a la creación, Cesc Gelabert es uno de los bailarines más singulares de la danza contemporánea en España. Arquitecto de formación, inició en los años 70 su carrera como bailarín con el grupo de Anna Maleras, pionera de la danza contemporánea y el jazz en Barcelona. Pronto se lanzó a crear sus primeras coreografías llenas ya de referencias a su amplia formación cultural. A su vuelta a Barcelona, en 1980, después de dos años en Nueva York, Gelabert conoce a la bailarina inglesa Azzopardi, con quien forma compañía en 1986. Arropados por algunos de los valores españoles más interesantes de la música, el teatro y las artes, se enfrentan a una serie de ambiciosos retos coreográficos. Paralelamente, Gelabert ha desarrollado una impresionante carrera como intérprete solista con obras de creación propia.
Gelabert tiene un estilo muy personal de bailar. De figura enjuta y largos brazos, consigue movimientos fluidos, austeros y de gran amplitud estética. Para el año 2.000 ya tiene proyecto: una obra que estrenará en el Teatro Nacional de Cataluña basada en el cine mudo, en blanco y negro.
-¿Cuáles fueron sus primeras influencias?
-Variadas, desde el arquitecto Oskar Schlemmer, al ballet cubano, y al ballet Harkness y la compañía de Lar Lubovitch, que conocí durante mi estancia en los Estados Unidos. Más tarde, Pina Bausch, Artaud y The Living Theatre. Corrían los años 70 y aquí en España la información que teníamos era bastante escasa. Esta situación no me permitió seguir en una determinada escuela e hizo que mi formación fuera muy ecléctica. A mí siempre me ha interesado transcribir la cultura en términos generales a la danza y hacerlo de forma auténtica. Siempre he estado convencido de que el futuro de la danza pasa por integrar todas las artes. Exigirá que la formación del bailarín también lo sea. Para mí, el bailarín ideal debe tener conocimientos de varias técnicas, del ballet clásico, la danza contemporánea, las técnicas corporales. Yo valoro mucho comunicarme con la sociedad. No trabajo para mí, sino para los que trabajan conmigo y para el público. Uno tiene que ser un catalizador.
-¿Cómo ha influido su formación de arquitecto en sus coreografías?
-Un bailarín o un coreógrafo no sólo tiene que moverse bien, sino que tiene que ser inteligente y cuanto más culto, mejor. La arquitectura me ha dado otra dimensión. La geometría descriptiva, por ejemplo, me ha sido útil a la hora de visualizar el espacio, algo imprescindible para un coreógrafo.

Doble alianza con Azzopardi
-Lydia Azzopardi es tu compañera en la vida y en la escena desde 1980 ¿Cómo os planteáis vuestra colaboración?
-Lydia tiene una visión del arte en general, lo que resulta muy enriquecedor. Desde hace años compartimos la dirección de la compañía. A veces yo realizo las coreografías, a veces ella, aunque del vestuario siempre se ocupa ella.
-Hace tiempo se definió como "muy metafísico" y dijo de su danza que "está básicamente ligada al clásico pero con un espíritu de investigación" ¿Ha cambiado su danza?
-Se va matizando. Siempre me ha interesado la danza como forma de conocimiento. Me interesa descubrir y profundizar pero la situación actual es mucho más pragmática. Para que el arte funcione, el bailarín o el coreógrafo debe comunicarse con la sociedad. Pero en los últimos tiempos veo que más que investigar en profundidad, hay una búsqueda por perfeccionar un movimiento. Para mí sigue siendo primordial profundizar en lo que hago y así me gustaría seguir cuando tenga 66 años.
-¿Qué le inspira al crear una nueva coreografía?
-Muchas cosas. Mis inquietudes personales pero, sobre todo, los bailarines con quienes trabajo y la literatura y el cine. En la actualidad no impongo nada a mis bailarines, prefiero dialogar con ellos.
-¿Y a la hora de bailar?
-Estoy muy contento con mi trabajo en la coreografía de Gerard Bohner "Im Goldenen Schnitt I". Es una obra de madurez y de gran sabiduría que Bohner hizo a los 53 años, como un testamento antes de su muerte. Para mí es un orgullo y me hace ilusión que la gente destaque que hay profundidad y claridad en mi interpretación. Me anima el hecho de haber podido llegar a esta síntesis y que la gente lo perciba.
-Su última creación "Zumzum-ka" ha despertado gran entusiasmo. ¿Cómo nació el proyecto?
-Desde el principio la incorporación de diversas artes ha sido un "leiv motiv" en "Zumzum-ka". Empezó con una oferta de un productor italiano que nos pidió hacer "Don Quijote". Al final, Lydia, Frederic Amat y yo decidimos hacer otra cosa, volver a un diálogo entre artistas, tan típico de los años veinte. Hicimos primero un solo en la primavera de 1997, que no enseñamos nunca pero que ahora bailo. Para mí es como su corazón. Luego, el compositor francés Pascal Comelade se incorporó al proyecto y el poeta Patrick Gifreu actuó como catalizador con un texto precioso. Sus palabras no se oyen en el espectáculo pero forman parte de la riqueza interior de la obra.
-¿Y el título?
-En catalán "zumzum" es el sonido onomatopéyico del zumbido de las abejas. Representa el mundo del sueño, de lo intangible. El ritmo del título explica el ritmo del espectáculo. Es decir, trata de la relación entre el sueño y la realidad, de dar forma a lo imaginado.
-Usted vive con las maletas hechas permanentemente.
-Desde 1988 tenemos una relación estable con la ciudad de Berlín y el teatro Hebbel, con cuya directora mantenemos un diálogo abierto. Me ha servido de mucho conocer la realidad de la danza en otro lugar y formar parte de su trama cultural.
-Creador polifacético, ha trabajado en el mundo del teatro, del video y de la ópera.
-He creado dos coreografías para el Balleto di Toscana, otra para el Tanztheater del Komische Oper de Belín y he hecho mucha ópera, en Madrid, París, Zurich, Shangai y Florencia. La ópera ofrece esa síntesis de la música, la plástica y el teatro que me interesa mucho. Y al tener más dinero para sus producciones, te ofrece muchas posibilidades.

Un diagnóstico para la danza
-Y ¿cómo ve la situación actual de la danza en Cataluña y en España?
-Está mejor que hace veinte años pero si lo miras desde los países más avanzados, podríamos estar mucho mejor. En cuanto al público, se empieza a romper el aislamiento de la danza contemporánea. Nadie le pregunta a Canales por qué levanta el brazo. Me hace ilusión ver que la gente siente la danza contemporánea cercana y normal.
-Muchos creadores españoles han trabajado con usted. ¿Cree que ha creado escuela?
-Estoy orgulloso de que mucha gente que ha trabajado conmigo no se parezca a mí. Quiero que cada uno tenga su estilo. El movimiento es un medio para comunicar algo, es como un texto. Creo que he influido de una manera nutritiva y no sólo en los bailarines. He pasado muchas horas hablando con periodistas, políticos y gente de otras artes para comunicarles algo sobre la danza. Esta lucha por conseguir mejorar la danza en España ha ayudado a mucha gente.