Teatro

Arrabal en Jerusalén

Estreno mundial de "cartas de amor"

6 junio, 1999 02:00

Cesc Gelabert ha desarrollado un estilo tan personal de bailar que nadie se atreve a imitarlo. Galardonado con numerosos premios, entre ellos el Premio Nacional de Danza 1996, actúa esta semana en el Teatro de Madrid con su última producción: "Zumzum-ka".umzum-ka".umzum-ka".umzum-ka".umzum-ka".umzum-ka".umzum-ka".umzum-ka".umzum-ka".umzum-ka".umzum-ka".umzum-ka".umzum-ka".umzum-ka".umzum-ka".umzggum-ka".umzum-ka".umzum-ka".

Ingresar en el selecto club de los autores que han sido estrenados por el mítico Teatro Habimah de Tel Haviv, entre los que se cuentan Calderón, Sófocles, Kafka o Arthur Miller, junto a grandes obras de la tradición hebraica como "El Dybuck" o "El Golem", es el raro privilegio que acaba de lograr el dramaturgo español Fernando Arrabal, con el estreno mundial de su última obra "Carta de Amor, (Como un suplicio chino)" (1998), que se representa estos días en Tel-Aviv y Jerusalen.
El teatro Habimah no es sólo el primer teatro nacional de Israel, sino además, una de las compañías más importantes del teatro de este siglo. Fundada en Moscú en 1917, como la persecución de un sueño: la creación de un Teatro Nacional Judío. El Habimah mantuvo un contacto directo con Stanislavsky, y más en concreto, con uno de sus más brillantes discípulos: Eugeni Vagtangov, que dirigió uno de los montajes míticos del Teatro Habimah, "El Dybuck" (el que regresa de entre los muertos) con Hanna Rovina, la memorable actriz judía, poseedora de una enorme belleza y de un poderoso talento dramático. En 1926 la compañía abandonó Moscú, y tras realizar una larga gira triunfal por Europa y Estados Unidos, se estableció en Tel-Aviv en 1931.
El Habimah tiene un sello de trabajo personalísimo, podríamos llamarle un cierto estilo "bíblico". Sus espectáculos son como viejas pinturas encontradas entre las ruinas de un templo que, de pronto, van tomando vida ante los ojos atónitos del público. Sus maquillajes duros y expresionistas; la implacable carnalidad de sus acciones y movimientos; la energía insospechada de sus voces telúricas marcan una forma de representación, un estilo en el que se conjura la presencia en escena del elemento mítico.
La nueva obra de Fernando Arrabal "Carta de amor" proporciona al Habimah carne dramática para sus "ancestrales guisos". Se trata del primer monólogo teatral que escribe el prolífico e inquieto escritor español, que tiene publicadas en español más de 50 obras teatrales; doce novelas, dos centenares de libros de poesía ilustrados por Dalí, Magritte, Picasso, Amat, Saura... y que es, además, director de siete arrabalianos largometrajes donde prolonga las obsesiones morales e iconográficas de su mundo pánico.
En "Carta de Amor" una madre se dirige a su hijo por carta, reviviendo su fascinante y funesta relación edípica, acrecentada por la condena a muerte del padre y su posterior desaparición. La "Madrastra Historia" instala la tragedia en sus vidas, al sospechar el hijo que fue la madre quien delató a su padre perdido.
Arrabal ha afirmado siempre que "la imaginación es el arte de combinar los recuerdos"; la sinceridad y el compromiso que ha demostrado el autor ante su propia memoria le ha llevado a realizar una de las obras más personales de este siglo. A Arrabal se le adora o se le odia, no hay terminos medios. Exige la complicidad absoluta del lector o el espectador: su propio compromiso. De esta condición nace su absoluto rechazo o su incondicional aceptación.
Evidentemente, Arrabal ha vuelto a escribir en "Carta de amor" su historia personal, -esta vez como monólogo dramático de grandes resonancias clásicas y trágicas-, sobre la pérdida del padre durante la guerra civil, y sobre las dudas que tuvo el hijo -desde la adolescencia- de que su propia madre había sido la delatora del padre, el motor de la tragedia.
El martirio chino de los amantes abandondados en el fondo del pozo, para ser carcomidos por los gusanos carnívoros; el rito sangriento del taurobolio; la castración ritual del enemigo; el enterramiento de los testículos del animal; la aspersión de la sangre del toro -recién sacrificado- sobre el cuerpo desnudo del iniciado que debe intentar beberla y olerla en su sangriento bautizo...; configuran algunas de las claras señas de identidad de la obra de Arrabal rendida a la memoria de los tiempos de Baal-Babilonia. Pero, por otra parte, se ha "reconciliado teatralmente" con su madre, a la que ya había sacado a escena a través del personaje ciego de Latidia de Terán, implacable Duquesa de Terán, en su obra "Oye, Patria mi aflicción. (La Torre de Babel)" escrita en 1975.
"Escribiendo esta obra, he revivivo el tiempo de "la primera vez". El texto, hacía de mí su obra, como en el melocotón el hueso engendra la vida", escribe Arrabal en el texto del programa de mano del estreno. "Me sentía habitado por el firmamento. Olvidaba incluso que estaba escribiendo, permanecía encerrado en mí mismo, a la par que desvelaba mi intimidad. "Carta de amor" anestesiaba mi relación con el tiempo y el espacio, como si encerrara el secreto de la eternidad".
El hálito lírico y trascendenete que alienta todo el texto dramático, evidencia al Arrabal poeta; el don de la poesía ha distinguido siempre a los mejores dramaturgos.
"He concebido esta obra como un extravío lúcido. Forma y fondo, ingenio y delirio, en tantos puntos semejantes, se unían para no ser más que uno".
"Carta de amor" fue escrita por Fernando Arrabal en Israel para "la prodigiosa actriz" del Habimah, Orna Porat que hoy mismo vuelve a representarla en el Teatro Chan Theater de Jerusalem, dentro de la programación del festival internacional de Israel.
"El exilio es mi descubrimiento inagotable. Qué alegría inmerecida que "Carta de amor" haya sido escrita precisamente en Israel, desde la revelación que ha sido para mí, este viaje a las fuentes de lo inefable", -concluye Fernando Arrabal.
La dirección del espectáculo ha corrido a cargo de Itzik Weingarteten, con decorados de Frida Shoham, música de Baldi Olier, y traducción al hebreo de Rami Saar.
Arrabal que está acostumbrado a tener estrenos por todos los escenarios más importantes del mundo (salvo en su propia patria, el país de "Nunca/Quizás..." para la obra arrabaliana), y a recibir numerosísimos premios y galardones, termina afirmando:
"No anhelo ver mi teatro inscribirse en los registros de la inmortalidad... sólo deseo gozar cada día de algunos instantes de felicidad".
Juan Antonio VIZCAíNO
El texto de Arrabal para el programa de "Carta de amor", ha sido traducido del francés por el autor de este artículo.
Más información en Internet:

http//www.rakia.com/institutions/performers/theater/habimah.asp
http//www.festival.co.il.hebrew/index. html.