Teatro

Tripulación de locos

El teatro "Azart" atraca en el puerto de Vigo

25 julio, 1999 02:00

Esmeralda es una joven que un día recibe un mensaje del cielo en forma de hueso. Desde entonces inicia un camino de peregrinación donde va salvando obstáculos como la vanidad, el falso amor o las fuerzas militares. Busca el destino, pero el mensaje final es que el destino de cada uno está en sus manos. Es la moraleja de los verdaderos "peregrinos al fin del mundo", una compañía que no hace teatro, sino parodia de la vida, y lo hace a bordo del mismo barco en el que viven.
En la embarcación "Azart" conviven tripulantes y actores de medio mundo. La semana pasada estuvieron en la isla de Arousa, en las Rías Baixas gallegas. El "Azart" los ha llevado ahora a Vigo. Allí atracaron y allí puede ver su espectáculo quien esté dispuesto a pagar un precio que es proporcional a su peso: en la cubierta de la embarcación, allí donde montan los espectáculos, hay una vieja balanza. Cada espectador debe pasar por ella, y por cada kilo de carne humana que registre la aguja, deberá pagar ocho pesetas.
Ellos lo llaman "el barco de los locos". De hecho, el propio espectáculo que presentan es difícilmente definible. Los actores retoman la tradición bufonesca: no se trata de una representación cuidada, de un bufón medido y exquisito en el aspecto técnico. Pero sí en el mensaje, en la pretensión. A medida que los espectadores van pasando por la balanza de entrada, los actores juegan con ellos. La función es una sucesión de juegos e historias en clave de humor. La figura del intérprete centra la representación por una parte. Por otra, el mensaje. Pero en lo más profundo subyace el drama.
El capitán del navío y director de la compañía lleva permanentemente adosadas unas orejas de duende. De la gorra que identifica su cargo cuelga una escobilla que se mueve al mismo ritmo que su cabeza. En la muñeca le suenan cascabeles y las flores adornan su camisa abierta hasta el ombligo y sus pantalones ajustados de algodón. Se llama August Dirks y habla un idioma a medio camino entre el holandés, el español y el italiano. Si la máxima autoridad de a bordo es así, el resto de la tripulación no se queda atrás.

Extravagantes tripulantes
En el "barco de los locos" conviven diez personas con el pelo de colorines, trajes extravagantes y amuletos raros. Una pandilla cuya única ocupación en la vida es recorrer los mares del mundo, atracar en cualquier puerto y hacer reír a la gente. La vida a bordo es una pequeña torre de Babel, un resumen de la diversidad cultural del planeta. Los rusos ponen la música, los holandeses las ideas, los chilenos las explicaciones...
El "Azart", un viejo buque de pesca desvencijado, ha cruzado casi todos los mares del mundo con un árbol seco en cubierta que hace las veces de mástil, entre el improvisado tendero de secar la ropa. Una enorme campana de colorines preside la proa.
August sólo se sacó una vez sus orejas. Cuando fue a hablar con los responsables de la programación de espectáculos del Xacobeo 99. El capitán hizo una gran concesión: después se arrepintió, no fue tenida en cuenta su deferencia. El espectáculo del "barco de los locos" no tenía cabida entre tantos acontecimientos culturales que inundan Galicia este verano. Y eso que la compañía de August iba a hablar de peregrinos. "¿qué tienen que ver los Rolling Stones con el Xacobeo?", se pregunta, "ellos son una máquina de hacer dinero, nosotros somos verdaderos caminantes".

Susana BREA