Teatro

"En EEUU hubieran sacado oro de Calderón"

Bieito estrena su tercera versión de "La vida es sueño"

12 marzo, 2000 01:00

Calixto Bieito ha retomado por tercera vez el montaje que hizo hace dos años para el Festival de Edimburgo de La vida es sueño y, tras presentarlo en Londres y Nueva York, lo estrena el próximo martes en el Teatro Romea de Barcelona con actores españoles. Su puesta en escena -en la que suspende sobre el escenario un espejo que, inclinado, refleja el patio de butacas creando la ilusión de que el público es también espectáculo- está en la línea de esa vanguardia que, según dice en esta entrevista, "hay que traer al teatro clásico cueste lo que cueste".

Después de pasar por Edimburgo, Londres y Nueva York, el próximo viernes llega al Romea de Barcelona La vida es sueño, de Calderón, bajo la batuta del director artístico de la sala Calixto Bieito. Un reparto encabezado por Andoni Gracia, Nuria Gallardo y Boris Ruiz ha recogido el testigo de un montaje que su director define como "muy español". Calixto Bieito es el hombre hiperocupado. En este año acaba de estrenar en Cardiff (Inglaterra) Così fan tutte de Mozart, y tiene pendiente las reposiciones de El barberillo de Lavapiés (Teatro de la Maestranza, Sevilla) y Carmen (Maastrich, Holanda) o los dos sonados estrenos que prepara para después del verano: Comedias bárbaras, de Valle-Inclán, para el Festival de Edimburgo y Un ballo in maschera, de Verdi, en el Liceu de Barcelona.

-Sorprende ver La vida es sueño, en la temporada del Romea, un teatro dedicado al repertorio contemporáneo.

-La vida es sueño es ya patrimonio de la humanidad, es una de estas obras como el Don Giovanni, El rey Lear o Hamlet. Está más allá del bien y del mal. En ella está contenido todo el barroco español, pero me quedo con lo más contemporáneo de la obra: esa sensación del hombre solo frente a la negrura. Vivimos unos tiempos en los que tenemos información de todo tipo, nos parece que podemos aclararlo todo, y sin embargo, arrastramos esa sensación de vivir en la oscuridad. Es formidable.

-¿Cómo es su mirada sobre el texto?
-Siempre hablo de cosas que me son próximas, que veo en la calle todos los días pero, sobre todo, que siento. Mi mirada sobre La vida es sueño es, ante todo, muy española, -y éste ha sido uno de los factores que más se ha valorado fuera- pero también fruto de una mezcla de elementos modernos y evocadores. Siempre se dice que mis puestas en escena tienen una estética muy moderna, no lo niego, pero la estética no manda. Lo más importante es el modo en que logras que los actores comuniquen. Esa es la gracia. Creo que este texto tiene, en sus cimientos, esa forma de ser español tan fuera del tiempo, capaz de resumir a la vez el anarquismo y el fascismo, por ejemplo. Pero, sobre todo, la obra es un cuento filosófico, aspecto que me ha interesado potenciar. Y lo he hecho a un ritmo endiablado de "thriller" porque no es verdad eso que algunos mantiene de que no pasa nada en esta obra. Al contrario, pasan muchas cosas. Si Calderón hubiera sido norteamericano, en Estados Unidos hubieran sacado oro de este texto.

Buenas críticas

-Su montaje ha sido muy valorado por la crítica anglosajona.
-Sí. No esperaba tanto, sinceramente. No esperaba, por ejemplo, que "The New York Times" le dedicara la primera página del suplemento de arte, recomendando a todos los políticos que fueran a verla. Uno nunca calibra lo que puede suceder. No acostumbro a ver mis funciones pero en Nueva York lo hice y escuchar los comentarios del público también fue brutal.

-¿Se considera un director de actores?
-El teatro es actores y público. Y nada más. Me considero un director que hace espectáculos en los para que el actor, que es el número uno, esté implicado hasta el alma. Es importante asumir sobre el escenario tres deberes que sólo los actores pueden asumir: generosidad, libertad y pasión.

-¿Cree que existe un momento para montar un determinado texto?
-Supongo que sí. Tengo treinta y seis años recién cumplidos, me acerco a los cuarenta, que para muchos es la mitad de la existencia, y empiezo a darme cuenta de que la vida pasa, la muerte llega, y me apetece hablar de lo efímero. De unos tres o cuatro años a esta parte han muerto algunos amigos míos. Creo que lo que vives te enfrenta con la muerte y te hace ser consciente de algunas cosas. Empiezo ahora a ser consciente de que construyo espectáculos con recuerdos. Como dice Valle-Inclán, los recuerdos son verdad. Mis espectáculos están llenos de imágenes de mi infancia y mi adolescencia. Me entusiasmé con la obra de Calderón porque me di cuenta de que hablaba de eso: "Todo es viento / todo es nada", termina el texto. Lo adapté y decidí llevármelo a Londres. De hecho, estaba a punto de irme a vivir y trabajar a Londres cuando me ofrecieron dirigir el Romea. Luego decidí traerla a Barcelona.

-¿Qué criterios sigue su adaptación del texto?
-Existen dos versiones de La vida es sueño. La primera, al parecer, fue escrita para la escena. La segunda, para la imprenta. Yo he seguido el espíritu de la primera, cuando Calderón era más joven -no llegaba a los treinta-, más radical y más nihilista. Se atrevía a decir las cosas de un modo claro, con más fuerza y valentía. La segunda versión es más perfecta literariamente, pero también más conservadora. Simplemente, para él han pasado los años.

-¿Por qué decidió traerla al Romea?
-Por muchos motivos. Cuando me ofrecieron dirigir el Romea, estaba a punto de marcharme a Londres. Asumí la dirección artística, aunque siempre con un pie fuera. Pensé que debía firmar un espectáculo la primera temporada, pero no me vi con fuerzas para montar un espectáculo nuevo. Me pareció que La vida es sueño era un texto ideal para hacer en Barcelona y, a la vez, el mejor regalo que podía hacerle al teatro. No ha sido un espectáculo nuevo, en el sentido que la puesta en escena es idéntica a la de los de Edimburgo o Nueva York, y por supuesto, el tiempo de ensayo con los actores ha sido el mismo aquí que en otras partes. He aprovechado mi experiencia anterior. He contado, por ejemplo, con la colaboración del Segismundo inglés, George Anton.

-¿Qué criterios va a seguir para definir la programación de futuras temporadas del Romea?
-Quiero decantar el Romea hacia el repertorio contemporáneo, que se ocupe del siglo XX, y también de estrenar textos nuevos de autores de hoy. La vida es sueño es una excepción. Pienso que el siglo XX ha sido, teatralmente, muy fecundo, y que debe haber un teatro que se ocupe de él en toda su amplitud, que se centre también en los aspectos que han sido menos tratados. Ahora, por ejemplo, estoy preparando una adaptación de Homenaje a Catalunya, de George Orwell, de cara a la temporada 2001-2002, para montarla con intérpretes ingleses y catalanes.

-Es usted director asociado de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. ¿Qué papel cree que debe cumplir una compañía que monte a los clásicos?
-Hay dos vías para montar a los clásicos: zarandear los títulos más conocidos, renovando el tratamiento estético y los contenidos y trabajando el texto con los actores desde una perspectiva moderna y creíble; o bien descubrir textos que todavía no se han montado. Habría que traer la vanguardia del teatro clásico a nuestro país, cueste lo que cueste.

José Luis Alonso, el maestro

-¿Usted cree que esto se hace en la actualidad?
-Mire, mi opinión no beneficiaría a nadie. Además, sería sesgada, porque no he visto todos los espectáculos de esta temporada. No es que quiera ser diplomático a toda costa, pero le diré que el teatro clásico ha tenido, en mi opinión, un grandísimo director: José Luis Alonso. Creo que esto responde bien a su pregunta.

-Vive usted otra temporada de hiperactividad, conjugando teatro y ópera. ¿Le atrae esta dualidad?
-Tengo necesidad de expresarme a través de lenguajes como puedan ser los del teatro clásico o los de la ópera. La música me gusta porque en mi familia ha habido siempre gran tradición musical. Pero me gusta, sobre todo, cambiar de registros y de lenguajes. Respecto al trabajo, cada año me dicen que es mi año. Creo que todo responde a una carrera muy sólida, he accedido a buenos lugares para formarme y también he trabajado mucho. La suerte a veces influye, pero sólo si te pilla trabajando y yo siempre estoy trabajando.