Teatro

El léxico del cuerpo

"Frontera, el jardín de los gritos", por metros

12 marzo, 2000 01:00

La compañía Metros que dirige el catalán Ramón Oller presenta el próximo viernes, en el Teatro de Madrid, Frontera, el jardín de los gritos, un espectáculo que mezcla la danza contemporánea con algunos palos populares servido por tres artistas invitadas: la bailaora Belén Maya, la bailarina clásica Trinidad Sevillano y la cantaora Mayte Martín. La coreografía, inspirada en músicas hebreas, norteafricanas y flamencas, es una muestra ejemplar del mestizaje que alcanza la danza contemporánea, camino en el que Oller ha venido perseverando desde sus inicios.

Ramón Oller burla las fronteras de la danza. O en el fondo cree sencillamente que no existen. Así lo demuestra un repaso a algunas de las obras del repertorio del coreógrafo catalán, siempre ambientadas en peculiares entornos: unos jóvenes que esperan en la plataforma del metro, un niño que crece en un mundo de mujeres, unos cómicos itinerantes que irrumpen en las fiestas navideñas de una familia andaluza de clase alta, Romeo y Julieta se encuentran en un vertedero... Ahora, con Frontera, el jardín de los gritos, nos lleva a un espacio fértil pero arriesgado en el que conviven gentes y danzas de carácter muy distinto.

Oller, uno de los coreógrafos más prolíficos y polifacéticos de nuestro país, maneja un vocabulario corporal muy rico, abierto a filtraciones creativas de otros estilos e influencias. Esta capacidad de asimilación, de unir lenguajes, llamó la atención del compositor Alfredo Aracil, director del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, que de cara al nuevo milenio le encargó esta coreografía, coproducida también por el Teatre Nacional de Catalunya. Según el propio artista, esta creación pone punto y final a una etapa de su carrera que quiere concluir.
Frontera, el jardín de los gritos está interpretada por nueve bailarines y cuenta con tres artistas de excepción. Oller se mueve a sus anchas en el mundo del taconeo y las batas de cola. Además de sus creaciones para las compañías de Javier Barón y Cristina Hoyos, sus trabajos siempre han mostrado una gran aproximación al flamenco. Así que para su nuevo proyecto no dudó en llamar a la bailaora Belén Maya y la cantaora Mayte Martín, y de contrapunto a la bailarina de clásico Trinidad Sevillano, conocida por sus exquisitas y entregadas interpretaciones.

Según explica el coreógrafo, el espectáculo "es un juego que plantea una gran diversidad de situaciones, unas veces abstractas o imaginarias, otras asentadas en la geografía o la cultura. Todos soñamos con traspasar fronteras porque, según el viejo dicho, en el huerto del vecino la fruta sabe mejor". Las mujeres en la obra de Oller son personas ricas en matices, fuertes, atrevidas y tiernas. En Frontera... se les encarga la parte más imaginativa e improvisada, actuando como los impulsores del asalto hacia nuevos horizontes.

La Diosa Tierra

Belén Maya encarna una de estas figuras femeninas clave. "Mi personaje inicia y cierra el espectáculo. Es como un arquetipo, una diosa. Su fuerza es como la de la Tierra. No es la fuerza que normalmente se asocia con el flamenco. Ramón ha creado imágenes muy poderosas". Tampoco es la primera vez que Belén Maya entra en el terreno de la danza contemporánea. Para su propia compañía encargó a Teresa Nieto, conocida por su capacidad de plasmar los lenguajes de ambos estilos, La diosa en nosotros.

En esta ocasión, Maya ha creado su propia coreografía y Oller la ha dirigido en cuanto a intención y espacio.

"Ramón quería un contraste de estilos y ha creado un espacio común para que convivieran. Tuve que aprender a ajustar el baile flamenco a otros contextos musicales pero, a la vez, he tenido que hacer menos hincapié en la técnica para concentrarme más en la intención y la dramatización. Me he sentido muy libre y he podido hacer muchas cosas que en el flamenco no se pueden hacer. La verdad es que las fronteras las ponen tus prejuicios, tus miedos, tus propios límites y no sólo en la danza, sino en la vida misma".

Y todo al ritmo de músicas que mezclan ritmos tradicionales del Mediterráneo, desde melodías hebreas, norteafricanas y flamencas. A sus 38 años y con una de las más destacadas carreras de la danza en España, la trayectoria de Oller parece guiada por una buena estrella. Formado en el Institut del Teatre de Barcelona, comenzó a bailar relativamente tarde. Pasó por La Fábrica, centro de danza barcelonés que en los años ochenta contribuyó a formar a toda una generación de bailarines y coreógrafos contemporáneos. En 1985 fundó su compañía Metros, con la que ha creado una veintena de coreografías. En 1994 recibió el Premio Nacional de Danza y fue el primer coreógrafo español invitado por Nacho Duato para que colaborara con la Compañía Nacional de Danza. Acumula un sinfín de galardones: Premio Nacional de Danza de Paraguay, Premio Ciudad de Barcelona, Premio Nacional de Catalunya... y en la actualidad es coordinador artístico del Centro Andaluz de Danza.

Sus colaboraciones con otras compañías también han sido numerosas y variadas. En los dos últimos años ideó La Celestina para el Ballet Nacional de España, así como otros encargos para el Ballet Hispánico de Nueva York y la compañía barcelonesa It Dansa. Igualmente, ha dirigido la parte coreográfica de los musicales El hombre de la Mancha, Grease y Peter Pan, y las zarzuelas El Barberillo de Lavapiés y el Pierrot Lunaire.

Repertorio clásico

A partir de 1996, Oller se interesó por el repertorio clásico, creando Romy & July, sobre la partitura de Prokofiev, y con la que obtuvo un gran éxito. También montó su propia versión de La Fille Mal Gardée, una de las joyas del ballet clásico, para la compañía holandesa Introdans.

Sus obras se encuentran ahora dentro del repertorio de importantes compañías de danza en Europa y los Estados Unidos, donde la vitalidad y el calor humano de sus creaciones conectan inmediatamente con el público y los intérpretes.

Oller ha sabido crear un estilo propio. Sus coreografías descubren un mundo cálido, vulnerable, onírico y a la vez tremendamente humano. Respiran la fuerte presencia de sus raíces españolas -su madre es de origen andaluz-, pero también muestran un gran oficio teatral. Sus obras están pobladas de ternura, de humor, de desgarro y de sentimientos. La crítica Marjolin van der Meer, en una reseña sobre la trayectoria de este coreógrafo, señala: "Su arte busca la inspiración en los rincones de la memoria y en unos recuerdos que cualquiera puede compartir". Su obra es independiente de estilos, idiomas, países y banderas. Su arte no tiene fronteras.