Teatro

Dogma llega a escena

3 enero, 2001 01:00

El cine es una enfermedad y la compañía valenciana Bramant ha contraído el síndrome del celuloide. Si no lo creen, comprueben sus efectos en Poniente, obra vertiginosa al estilo "Dogma" que dirige Jerónimo Cornelles y protagonizan María P. Bosch, Ramón Blanco y el mismo Cornelles. La sala Ensayo 100 de Madrid acoge este montaje desde mañana hasta el próximo 27 de enero.

Lars von Trier no sólo ha creado escuela dentro del cine. Sexo, violencia, ambientes lúgubres, personajes cerrados, historias sin luz y finales desesperanzadores ya no son propiedad exclusiva del celuloide. El teatro se empapa del lenguaje cinematográfico, de sus últimas corrientes y el "Dogma" nórdico ordena y manda también en la escena. Un ejemplo: Jerónimo Cornelles y la compañía Bramant. Valencianos, sobrepasada la veintena de edad, actores y director han crecido al calor del imperio de la imagen, sobre todo del cine. Y su teatro rezuma eso, imagen. Imágenes contundentes articuladas, verbigracia, del lenguaje teatral que es donde más cómodos se sienten creando. Su último montaje, Poniente -escrita hace un año y medio-, es un ejemplo de hasta dónde llegan los tentáculos del celuloide, sin que por ello el teatro pierda calidad.

Escuela de calor
Tres personajes -dos chaperos y una asesina-, escasa presencia de objetos, tres colores cargados de simbolismo y una acérrima oscuridad envolviendo el escenario son los materiales con los que el dramaturgo, director y actor Jerónimo Cornelles ha modelado el cuerpo de este montaje, que ya ha sorprendido en Valencia. Ahora tendrá que enfrentarse al público madrileño curtido en propuestas arriesgadas, aunque se dejó ver fugazmente en la capital hace varios meses.

Cine y teatro clásico se mezclan en esta obra, la segunda parte de la "Trilogía del calor" escrita por él y formada por 39 Grados y la aún en ciernes La fiebre de Thomas."En Poniente -asegura Cornelles- al igual que en las otras hay calor extremo que rezuman los días de verano, porque lo que refleja es, precisamente, situaciones extremas. El viento de poniente anuncia lluvias y tormentas, que es lo que pasa en escena".

El montaje, que pretende ahondar en las relaciones entre opresor y oprimido, encierra también una reflexión sobre el lado oscuro de las personas y "el abuso del poder que se refleja en las relaciones de sumisión". Para ello, Cornelles, ha basado su dirección -éste es su tercer montaje tras Historia de un Soldado y 39 Grados- en la interpretación de los actores. El joven valenciano bebe directamente de las fuentes clásicas y afirma que lo más importante que hay en escena es la interpretación. "Yo recurro al teatro clásico porque creo que toda obra debe tener una estructura, unos cimientos. Esto no se tiene en cuenta normalmente, y quizás por eso lo que hay en cartel es poco interesante. Cualquier propuesta debe tener unos personajes definidos, llenos de matices y desenlaces no previsibles".

Cornelles se aburre en la mayoría de los montajes que ve de teatro. Dice que no se investiga, que no hay afán experimentador y que se arriesga poco. Por eso entiende -aunque a disgusto- que no se profundice en géneros como el suspense o el terror. Y quizás sea ese afán de remover y sorprender en la escena lo que le ha llevado a plantearse en Poniente un estilo que absorbe el jugo del cine, que es donde, asegura, se ha criado su generación. "Hay una crisis en el teatro actual y creo que se necesita remover sus cimientos. La gente no se cree lo que ve, por eso yo quiero hacer algo más cercano, de corte cinematográfico, porque curiosamente la gente sí se cree lo que ve en cine. Y esto lo digo con la mayor honestidad y sin presunción. Creo que el teatro puede evolucionar sin perder lo verdadero".

El poder del Dogma
Cine y más cine. El de Tarantino, el de Lars von Trier, incluso el de Hitchcock -aquí también se respira suspense-. De Tarantino ha tomado la violencia física y verbal, los diálogos rápidos que caminan hacia el humor absurdo, los tiros. Pero es de la "escuela" del Dogma de donde más ha aprendido Cornelles. Los movimientos rápidos de cámara, la ausencia de efectos especiales, la precariedad de medios -que no de ideas-, la música original emulando una banda sonora y la búsqueda a toda costa del realismo sin artificios caracteriza este montaje de Poniente. Aunque si hay que poner un título como referente claro, ese es Funny Games, de Haneke.
Cine dentro del teatro, metateatro, y referencias a creadores como Rafael Calatayud o Sidera son los recursos a los que acude este director de 24 años para poner en pie un montaje que ya ha recibido los premios U.P.V al mejor texto, mejor montaje, actriz y actor y el premio Emislata. La compañía Bramant es un ejemplo de cómo lo que empezó como un divertimento universitario -en el 96 y con veinte integrantes más- en algo más que un proyecto estudiantil para pasar el tiempo libre.