Teatro

Koltès

La belleza como placer y moral

3 enero, 2001 01:00

Dos montajes en Madrid rescatan este mes la obra del autor Bernard-Marie Koltès: Roberto Zucco, en la Cuarta Pared, dirigido por Jesús G. Salgado, y En la soledad de los campos de algodón, en el Círculo de Bellas Artes, de Michel López. Este último, profesor del Théâtre National de Chaillot de París, analiza para EL CULTURAL las claves del dramaturgo francés.

Bernard-Marie Koltès (1948-1989) nos dejó una obra sofocante, magnífico testimonio del final de siglo. Es el triunfo de los escritores-poetas, que no solamente dicen aquello que nos concierne a todos, sino que lo hacen con un lenguaje de tal belleza musical y tan lleno de imágenes que excita nuestro deseo.

Una vida y una obra interrumpida en el umbral de la embriaguez por esa enfermedad signo de nuestros días, el sida, pero que, sin embargo, se nos muestran plenas y llenas de fuerza, con la seguridad de trascender el momento presente para convertirse en referente de las dudas, necesidades, obsesiones e ilusiones del ser humano a través del tiempo.

Un tiempo que en su teatro aparece concentrado, como si ya nadie tuviera tiempo, tiempo de reaccionar, tiempo de vivir, como si fuera necesario llenar al máximo el tiempo de subsistencia que aún le resta a cada uno. Quizás pudiéramos interpretar en ello una referencia autobiográfica pero va más allá. Es también la lección de los clásicos, con Racine a la cabeza. Clásicos de los que también estudia meticulosamente el uso del lenguaje. Casi podríamos hablar de una relación musical. Koltès mismo afirma: "Escribo como quien escribe música, es decir, de manera abstracta a partir de emociones concretas. Muy lejos de la reproducción del lenguaje hablado". La escritura de Koltès se encaja pues por propia voluntad entre dos exigencias antitéticas: por una parte la escritura del poeta, por otra, la escritura más directa, accesible a todos. No olvidemos su pasión por culturas como la africana y la latinoamericana, su deseo de comunicación directa con esas culturas y su rechazo por lo "occidental". Guatemala, Nicaragua... fueron verdaderos refugios para un Koltès deseoso de librarse de esos "occidentales asesinos en potencia. Dispuestos literalmente a matar en un embotellamiento". Deseoso de librarse de ese odio que él considera contrario a la pasión necesaria para vivir.

Necesidad de un mestizaje que condena cuando se reduce a mero objeto de folclore pero que encuentra fecundo cuando se hace real en la búsqueda del "otro". Necesidad de la presencia del otro, de la mirada del otro sobre uno o de la propia sobre el otro. Aprehender al otro como un conocimiento nuevo, aprehender al otro como un objeto del amor. Deseo del otro a falta de amor.

El punto de partida, el origen de todo, es la soledad. En el universo de Koltès, la soledad es el alimento de toda sensibilidad, cruce de caminos de la experiencia vivida, la filosofía y la creación. "Nacemos solos... y morimos solos... y vivimos completamente solos, claro". La soledad, una filosofía y una elección: "Incluso en pareja la gente está terriblemente sola, eso no resuelve el problema... Volver a casa por la noche y encontrar a alguien, es algo por lo menos... yo, prefiero salir a la noche para encontrar a alguien".

Búsqueda, pues, del otro, de otras culturas, de otros deseos, en la que compromete a su vez al espectador de su teatro, empujado también a buscar, a no contentarse con las evidencias, a reconocer lo grotesco de nuestras vidas, factor clave en el humor de su teatro, y a despertar una consciencia, quizás también adormecida por nuestra existencia cotidiana.

Para acabar, el efecto que, ante todo, desea producir en el espectador es el "placer", como dice Brecht, pero sobretodo el placer de la belleza: "Belleza es lo que debemos producir (incluso si, dice también, cada día son menos a los que les interesa). Yo creo que la única moral que nos queda es la de la belleza. Y no solamente la belleza del lenguaje, sino la belleza como tal. Sin belleza no valdría la pena vivir: entonces defendamos esa belleza, incluso si algunas veces no es muy moral. Pero yo creo que la belleza es la única moral".

Michel LóPEZ