Teatro

Bytes para un discurso

6 junio, 2001 02:00

No es de extrañar que hasta los más conservadores y artesanales teatreros intenten renovar algo el lenguaje. Algunos se lo hacen con la tecnología y a mí me parece estupendo. Personalmente, hago un teatro donde lo más sofisticado es el mecanismo de un bote de nata Pascual que el actor aprieta y se echa encima. La Fura ya ha pasado por esto: se han tirado nata y es fantástico que ahora se echen bytes. Pero afortunadamente saben y sabemos que la cuestión es otra. La cuestión es con qué fin y cómo actúan a modo de elementos expresivos el bote de nata Pascual o el Mac más potente: qué discurso edifican. El teatro es simplemente un espacio (y un esfuerzo) para la comunicación perdida y cuando uno lo ve ocupado con expresiones inusuales, suele provocar sentimientos bellos y confusos, cierta sensación de inconformismo y poder, y algo de incomodidad en el mejor de los sentidos. Vi un Hamlet donde la escenografía daba miles de vueltas gracias a la tecnología, pero la dramaturgia y la interpretación eran de lo más obsoleto. Esa noche en el teatro, ¿de qué me sirvió? Ese tipo de artilugios no están al servicio de la sociedad, por no estar al servicio de la creación de lenguajes necesarios. No nos vamos a engañar: la opinión pública se encuentra ahora más estandarizada que nunca. Nunca chapoteamos en tanta levadura, amigos. Esa es la razón por la que esperamos ideas. Opiniones cambiantes y estilos, nada de reproducciones: es lo menos que podemos pedir a un creador. Luego si la nata es Pascual o Virtual ¿a quién le importa? Lo grosero es ocupar un tiempo privado y un espacio público sin ideas ni ideales.