Teatro

Un autor deshuesado

13 junio, 2001 02:00

Enzo Cormann (1954) es un cínico esplendoroso. En el último Congreso Mundial del ITI, en Marsella, se preguntaba ¿Es necesario el teatro? Y si digo que es un cínico es porque, al mismo tiempo que duda sobre la utilidad del arte escénico, escribe obras donde el teatro es el tema central. En Berlin, ton danseur est la mort (1981) una cantante recuerda el atentado que arrasó su cabaret; Palais Maspotte (1986) está situada, igualmente, en un cabaret; Ames soeurs (1992) desarrolla un diálogo entre un director y una actriz; Le bousier (1998) es un malicioso epílogo añadido a El montaplatos, de Harold Pinter; La révolte des anges (1998) plantea un encuentro en el más allá; Toujours l´orage (1997) (Sigue la tormenta), trata de un director que intenta convencer a un viejo actor para que interprete a Lear. Esta última se aparta de su teatro anterior que es más beckettiano, voluntariamente deshuesado, deconstruido a la manera de nuestros autores alternativos menos asumibles. Lo paradójico es que, abandonando la experimentación formal, Cormann ha conseguido su obra más madura.
Sigue la tormenta posee exuberancia verbal. Con su insistencia temática, Cormann muestra la importancia que concede al teatro como elemento capaz de cambiar la sociedad. Otras obras de Cormann que reflexionan sobre la historia son La plaie et le couteau; Sade, concert d´onfers y Diktat. Cormann suele escribir mucho sobre la historia, pero no escribe teatro histórico, sino literatura de "fricción" porque distingue entre nostalgia y memoria. él intenta recuperar críticamente el pasado para explicar el presente; por eso su teatro es incómodo, porque saber la verdad no nos permite vivir tranquilos. Por eso su teatro es necesario, porque la satisfacción es un delito. En realidad, Enzo Cormann es un pseudónimo. Su nombre verdadero es Bernard Vergnes. También el autor se ha puesto máscara.