Image: David Mamet se confiesa

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Teatro

David Mamet se confiesa

El Malic estrena en el Grec Una vida en el teatro

27 junio, 2001 02:00


Con ritmo trepidante, diálogos rápidos y personajes poco "glamourosos", David Mamet retrata escenas cotidianas de la vida en el teatro. Y lo hace con un texto lleno de complicidad que se cuela con todos los derechos en el festival del Grec. Una vida en el teatro se estrena hoy en el Malic bajo la dirección de Rafael Duran y la interpretación de Quim Lecina, Marc Rodríguez y Quim Martínez.

Dos actores comparten camerino en un teatro. Uno de ellos es joven, casi un debutante. El otro simboliza la veteranía de su oficio. Representan obras de repertorio clásico y contemporáneo -a veces aparecen vestidos con trajes de teatro isabelino, otras parece que evocan a Chejov o a la dramaturgia americana del siglo XX- y comparten opiniones sobre su oficio y sobre sus experiencias vitales. Todo ello a través de pequeñas escenas, casi en forma de zapping, y de monosílabos, frases cortas o entrecortadas. Todo ello es lo que, a partir de hoy, compartirán con sus espectadores los tres artífices del montaje Una vida al teatre (Una vida en el teatro), de David Mamet, un texto que ha traducido por primera vez al catalán Carlota Subirós -nunca lo ha sido al castellano- y que se presenta en el Teatre Malic dentro del Festival Grec. Aunque lo pueda parecer, el texto no es tanto una "rara avis" en la trayectoria de su autor. El texto fue escrito en uno de los mejores años de la carrera de Mamet, en 1978, poco después de que American Buffalo se estrenara en Broadway, recibiera el Premio de la Crítica y todo ello le convirtiera en uno de los autores revelación de la temporada teatral de Nueva York; inmediatamente antes del inicio de su carrera como guionista cinematográfico en Hollywood.

Diálogos incisivos

En A life in the Teatre aparecen los rasgos más representativos de su teatro, bien por lo que a temas se refiere -desde la ambición o la lucha por el poder- o a estilo: su incisivo uso de los diálogos, la supremacía de la escena como unidad del texto. No en vano, afirma Mamet en su libro de ensayos dirigido a futuros actores, Verdadero y falso: "El boxeador tiene que luchar un asalto cada vez; la pelea se irá desarrollando a medida que avance. El boxeador se marca un plan simple en el ring, y entonces lo afronta al momento. Vosotros también. La unidad correcta de aplicación es la escena". Al director Rafael Duran le llegó la propuesta de montar este texto como un encargo de la propia sala "que acepté enseguida", explica, "no sólo porque era del Malic, el lugar donde yo empecé, sino porque esta obra es una perla. Además me encantan las coincidencias: ahora estoy en la sala más pequeña pero la temporada que viene la inauguro en el Teatro Nacional, que es la más grande, con un texto clásico catalán".

Lo primero que le llamó la atención al leer el texto fue "observar que era como un juego de muñecas rusas: dos actores que encarnan a dos actores que a su vez hacen teatro. No se trata sólo de una cuestión metateatral sino que, como siempre en sus textos, aquí Mamet quiere hablar de nuestro mundo, de nuestra profesión, y no de la parte más ‘glomourosa’, sino de las pequeñas anécdotas, de lo más natural y, más importante: sin intentar dar lecciones de nada", afirma.

Si algo está asegurado en la diminuta sala de la calle Fusina es la intimidad, algo que, sin duda, favorece a un texto -y a un autor- como este-. "Me gusta mucho jugar con el espacio en este local de tan reducidas dimensiones, y la prueba es que en las tres cosas que he hecho aquí siempre he cambiado la ubicación del escenario".

Un acto de complicidad

En esta ocasión, los actores se dispondrán en una escenografía mínima situada en sentido transversal respecto a la sala -y no a un lado, como suele ser habitual-, de modo que en un extremo quede un escenario, también utilizado durante el espectáculo, pero en el que el público verá de espaldas a los actores, con la perspectiva que tendría alguien que mirara entre bambalinas. Duran ha convertido en un teatro todo el espacio del que disponen público y actores y a su versión de A life in the Theatre en un acto de complicidad entre unos y otros.

Y es que en teatro se trata, sin duda, de buscar lo verdadero. Como dice Mamet: "Eso es lo que he aprendido en mi vida de autor. No importa cómo se digan las frases. Lo que importa es lo que quieres decir. Lo que sale del corazón va al corazón. El resto son voces extrañas".