¿Que no... ?
Autor y director: Jesús Cracio. Intérpretes: Ana Wagener, Cristina Pons, Juan Polanco, Karola Escarola, Pau Durá y Santiago Roldán. Teatro Alfil. Madrid
El arte es sencillo. Y el lenguaje, también. Y todo es fácil y simple; incluso el teatro, ese arte, es fácil. Baste tener talento: Jesus Cracio, por ejemplo. Sin aspavientos, Jesus Cracio se está afirmando como uno de los directores más sorpresivos. ¿Que no...? es un ejercicio elemental de estilo, narrativo y dramático; una historia con muy pocos elementos: unos sustantivos, algunos adjetivos, los verbos pertinentes y los adverbios y preposiciones indispensables. Con eso, la historia queda montada. Una historia con infinitas variaciones; una historia con el soporte musical de La tocata y fuga de Sebastian Bach. Y sobre todo con el soporte de unos intérpretes cuya capacidad para volverse del revés una y cien veces es inverosímil y sorpresiva; mil caras, mil gestos, mil silencios: Ana Wagener, Cristina Pons, Juan Polanco, Karola Escalora, Pau Durá y Santiago Roldán.
Una bronca en un autobús por las apreturas; un hombre de cuello largo metido en un abrigo al que le falta un botón, un transporte urbano, una estación de ferrocarril. Ráfagas de surrealismo enloquecido. Pero, en especial, sustancia teatral en cada gesto, en cada signo.Un supremo gesto surrealista era empuñar una pistola y salir a la calle pegando tiros. Cracio lo hace desde el patio de butacas y la pistola se le encasquilla. Lo hace contra el escenario en uno de los momentos mejores y más sugestivos Un monólogo de Pau Durá.
Si alguien teme repeticiones o monotonías, que aleje todo temor. Son, aproximadamente, 30 variaciones: una misma sustancia dramática, un mismo acierto de dirección e intérpretes.
El arte es sencillo. Y el lenguaje, también. Y todo es fácil y simple; incluso el teatro, ese arte, es fácil. Baste tener talento: Jesus Cracio, por ejemplo. Sin aspavientos, Jesus Cracio se está afirmando como uno de los directores más sorpresivos. ¿Que no...? es un ejercicio elemental de estilo, narrativo y dramático; una historia con muy pocos elementos: unos sustantivos, algunos adjetivos, los verbos pertinentes y los adverbios y preposiciones indispensables. Con eso, la historia queda montada. Una historia con infinitas variaciones; una historia con el soporte musical de La tocata y fuga de Sebastian Bach. Y sobre todo con el soporte de unos intérpretes cuya capacidad para volverse del revés una y cien veces es inverosímil y sorpresiva; mil caras, mil gestos, mil silencios: Ana Wagener, Cristina Pons, Juan Polanco, Karola Escalora, Pau Durá y Santiago Roldán.
Una bronca en un autobús por las apreturas; un hombre de cuello largo metido en un abrigo al que le falta un botón, un transporte urbano, una estación de ferrocarril. Ráfagas de surrealismo enloquecido. Pero, en especial, sustancia teatral en cada gesto, en cada signo.Un supremo gesto surrealista era empuñar una pistola y salir a la calle pegando tiros. Cracio lo hace desde el patio de butacas y la pistola se le encasquilla. Lo hace contra el escenario en uno de los momentos mejores y más sugestivos Un monólogo de Pau Durá.
Si alguien teme repeticiones o monotonías, que aleje todo temor. Son, aproximadamente, 30 variaciones: una misma sustancia dramática, un mismo acierto de dirección e intérpretes.
