Teatro

La última cinta de Krapp

27 febrero, 2002 01:00
Autor: Samuel Beckett. Dirección: Pablo Coral Gomez. Intérpretes: Miguel Torres. Teatro La Grada. Madrid

Sigue La Grada, tenazmente, sacando adelante un proyecto heroico; heroico y, sobre todo, necesario: dar a conocer un teatro difícil, pero desplazable del panorama cultural del siglo XX. Y que acabará, sin duda, o debiera acabar seduciendo a un público joven y exigente. No fueron más fáciles, seguramente, los principios de la sala Cuarta Pared justo enfrente de La Grada, y hoy buque insignia y modélico del circuito alternativo madrileño. La Grada, hace poco con Boris Vian y ahora con Samuel Beckett, abre unos debates paralelos que ayudan a comprender el mundo y la obra del autor; y una exposición de esculturas de Esperanza Alonso, provocada por la estética de Beckett, que también ayuda.

Texto complejo este de Samuel Beckett, La última cinta de Krapp, a pesar de su aparente simplicidad. En esa situación, única y estática; en esa economía de elementos dramatúrgicos, acechan infinitos peligros. Hay que sostener una tensión actoral ejemplar (Miguel Torres), cuya aparente facilidad es engañosa. Hay que medir los silencios, tan decisivos como la palabra; hay que ajustar las acciones físicas, soporte inexcusable del discurso de la decadencia y de una desesperanza irrevocables: la palabra descarnada, puro hueso de Beckett. El absurdo lo presenta en su mortal y atroz desnudez la dirección de Pablo Coral Gómez. No hay complacencia en la obra de este autor con su momento histórico; pero tampoco la hay consigo mismo porque, pese a su individualismo, se sabe parte de una historia con frecuencia indigna.