Teatro

Cruzadas

10 abril, 2002 02:00
Autor: Michel Azama. Director: Juan Pastor. Intérpretes: Cia. Guindalera abierta. Sala Pradillo. Madrid

Es un texto espléndido que hubiera hecho zozobrar, mandando a pique, a más de un grupo y a más de un director con nombre. Guindalera Abierta y Juan Pastor salen a flote con suficiencia. Cruzadas es palabra hermosa, una poética del dolor, la degradación y la muerte: una pérdida de la inocencia; a veces parece salmodia, otras cantata y otras oratorio. Un alegato contra la atrocidad de la guerra; una conciencia que atraviesa la historia y deja claras las raíces viejísimas de conflictos de hoy. La proximidad del enemigo, la familiaridad del odiado enemigo nos remite a las más enconadas guerras de la actualidad: Palestina deja oír sus ecos.

Firme pulso de director (Juan Pastor) para lograr un conjunto convincente y trabado. Si acaso aprovechando la naturaleza expresionista del texto de Azama, podría haberse matizado más sus posibilidades de luz y sombras, su radical tenebrismo. El tenebrismo sombrío y cruento de una civilización cuyas capacidades de odio y sufrimiento apenas conocen límites. Una interpretación en conjunto vigorosa y sin artificios, fiada a la violencia lírica de la palabra y la violencia orgánica de los cuerpos. Encomiable la insistente presencia de Susana Hernáiz en La Clueca, la mujer que arrastra los cadáveres de sus hijos; espléndido Rafael Navarro en un continuo desdoblamiento. Y conmovedores, aunque todavía un poco verdes, Luis Carlos de la Lombana y María Pastor.