Image: La semilla de Brook

Image: La semilla de Brook

Teatro

La semilla de Brook

por Eduardo Vasco

26 junio, 2002 02:00

Peter Brook. Foto: Alberto di Lolli

Peter Brook forma parte de ese reducido grupo de estandartes que enarbolan varias generaciones para reforzar los cimientos de sus trayectorias. Habitualmente las reflexiones de un maestro como este son un punto de partida, y los teatreros de todo el mundo agradecen infinitamente espectáculos y publicaciones que mantienen viva la llama que, milagrosamente y a pesar de las crisis permanentes, alimenta al monstruo del teatro. En 1969 se difunde en el país el mensaje que Brook redacta con motivo del Día Mundial del Teatro, y entre otras cuestiones resume lo que ha sido su principal caballo de batalla: "Así, pues, desde cualquier punto de vista que enfoquemos nuestro problema, el de un teatro que pudiera eventualmente corresponder a su tiempo, la misma conclusión se impone: nuestro papel inmediato es el de examinar -y de reexaminar de manera profunda, fundamental, destructora y, nosotros lo esperamos, creadora- todas las formas por las que vivimos". Como otros grandes textos universales, este podría haber sido escrito hoy, y lo cierto es que, como en los cambios de año y estación, nos cargamos de buenos propósitos cada vez que encontramos, en nuestro tortuoso camino teatral, las reflexiones y hechos del maestro, pero nuestra realidad teatral nos cruza la cara sin miramientos, y volvemos, más ligeros, al mundo en el que el grueso del oficio teatral se mueve bajo la ley de la taquilla. Soy escéptico hablando sobre la semilla de Brook en nuestras generaciones precedentes o presentes, no la reconozco en unas condiciones y tiempos de ensayo que algunos contemplan como una conquista laboral, y que igualan el trabajo teatral artístico al de las factorías de espectáculos que dominan nuestro mercado. Sí lo reconozco en algunas experiencias puntuales que luchan contra corriente y que consiguen erosionar el panorama demostrando que no todo es inversión económica. Pero un gran trabajo requiere un contexto ideológico, espiritual y material idóneo. La generosidad es la virtud esencial de la maestría y Peter Brook ha tratado de sembrar esa semilla incluso aquí, otra cosa es que nosotros cuidemos el jardín.