Rebeldía lorquiana
Sara Baras estrena en Sevilla Mariana Pineda, dirigida por Lluís Pasqual
12 septiembre, 2002 02:00Sara Baras durante el ensayo de Mariana Pineda. Foto: Mercedes Rodríguez
Racial, apasionada, fuerte. Sara Baras da vida a la heroína Mariana Pineda en un montaje flamenco de tintes loquianos donde bailaora y personaje se identifican totalmente. Arropada por la dirección y adaptación de Lluís Pasqual y la guitarra y partitura -original para este montaje- de Manolo Sanlúcar, Sara Baras convierte los versos de Federico García Lorca en un espectáculo que va más allá del flamenco. El montaje se estrena el 16 de septiembre en La Maestranza dentro de la XII Bienal de Sevilla.
Baras no ha podido resistirse a la seducción de figuras históricas a las que el arte y el paso del tiempo ha dotado de un aura de leyenda. Primero fue Juana la Loca. Acompañada por el director Luis Olmos, creó un espectáculo "que viví intensamente y en el que hice un amplio repaso a los palos del flamenco", dice la artista. La fuerza de ese personaje le llevó a redescubrir a otra apasionada en la Historia española: Mariana Pineda, una mujer "que tenía un gran coraje y que es perfecta para ser expresada a través del flamenco".
Acostumbrada a trabajar con grandes nombres de la danza como Merche Esmeralda o Antonio Canales, Baras no ha escatimado aquí en medios ni en talentos: ha reunido para esta nueva producción al director teatral Lluís Pasqual, y al compositor y guitarrista Manolo Sanlúcar, que después de varios años sin componer para el teatro ha creado la partitura original. La acompañan en escena los bailarines José Serrano (don Pedro), Lluís Ortega (Pedrosa) y Miguel Cañas (don Fernando), y más de una docena de músicos.
Un nuevo lenguaje flamenco
Al igual que con Juana la Loca, Baras se ha identificado totalmente con esta vital Mariana Pineda "que es un ejemplo de fortaleza incluso cuando está a punto de morir", y ha concebido un espectáculo distinto al anterior en el que va más allá del argumento histórico.
Baras intenta evolucionar en el lenguaje flamenco, investigando nuevos códigos en los que interpretación y baile tengan un significado distinto. Por eso ella insiste en diferenciar esta coreografía de Juana la Loca. Aquí ha sido básica la colaboración entre Sanlúcar, Baras y Pasqual. "La partitura de Manolo nos inspiraba y su conexión con Lluís enriquecía el guión, que es brillante, y mi propio baile -aclara la bailaora-. He intentado evitar palos completos del flamenco, es decir, que me baso en la insinuación de esos palos, en su tono o en su intención, y los mezclo con la música y la propia trama. La coreografía tiene de todo, está formada por un lenguaje muy amplio en el que hay cabida para movimientos diferentes". Aquello que las silenciadas palabras callan se revela a través de un sutil taconeo, un pellizco en el aire, una insinuada seguiriya.
Presencia oportuna
La dirección de Pasqual y la música de Sanlúcar acentúan la coherencia de este trabajo que Baras califica "de alto nivel", y que cobra vida propia al margen del texto de Lorca.
La presencia de Pasqual -estrenado ya su Edipo XXI los ensayos de Mariana Pineda son su principal preocupación- es oportuna en un montaje de estas características. Primero porque conoce perfectamente los entresijos de la obra lorquiana, y segundo porque es un apasionado del flamenco como espectador, que ha dirigido anteriormente a Antonio Canales en La casa de Bernarda Alba.
Para el director catalán -encargado también de la versión del texto, la escenografía y la iluminación- la mayor dificultad ha sido "traducir la literatura a danza, expresar sentimientos sin palabras", comenta Pasqual, quien no dudó en aceptar la invitación de Baras para dirigir esta obra. "Me tomé mi tiempo para buscar cómo abordar el texto y creo haber conseguido un guión que desprende el perfume de la obra original pero expresado con un lenguaje coreográfico", comenta. De hecho, el punto de partida de la obra son los minutos antes de la ejecución de la protagonista -a diferencia del original-, y cómo mediante el recurso del flash-back recuerda los momentos más intensos de su vida.
Aunque el espectáculo es un montaje flamenco tiene mucho de lorquiano, algo que su director ha querido subrayar. "He intentado que no haya teatro en el mal sentido de la palabra, y no he dejado escapar las connotaciones lorquianas, porque esta obra tiene muchos elementos de ese universo. Sí hay un momento claramente lorquiano en un ‘paso a dos’ en el que aparece el autor con su heroína".
Muchos clichés y estereotipos rodean tanto el universo del poeta granadino como el arte flamenco. Sin embargo, este montaje de Mariana Pineda intenta huir de todos ellos. Para empezar es uno de los primeros textos de éxito de Lorca y un escaso ejemplo en su obra de teatro histórico modernista. "Mariana Pineda no tiene el ‘jondo’ de Bodas de sangre o Yerma y está llena de luz -dice Pasqual-. Tiene aire de flor seca, de luz de luna".
Más andaluza que flamenca
Ese sentido queda patente gracias a una escenografía "desnuda y clara" formada por unas rejas y un espejo. El propio Manolo Sanlúcar destacaba durante los ensayos que su música no era flamenca sino andaluza, en palabras de Pasqual, quien también reconoce que su experiencia e idea de Lorca "tampoco va ligada necesariamente al flamenco".
Lo que sí es indisociable es el nombre de Sara Baras del flamenco. Lleva desde los 8 años sobre las tablas y ha bailado junto a maestros como El Göito, Merche Esmeralda, Manuel Morao o Antonio Canales. Ahora, con compañía propia desde hace 5 años y tantos espectáculos a sus espaldas, Baras asegura que sigue "aprendiendo de cada montaje, de cada artista con el que trabajo".