Image: Adiós a las máscaras

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Teatro

Adiós a las máscaras

El Piccolo de Milán estrena en Salamanca Los dos gemelos venecianos

21 noviembre, 2002 01:00

Escena del montaje. Foto: Marcelo Norberth

Negra, enrevesada, sin máscaras. La Comedia del Arte pierde inocencia y gana en crítica y sarcasmo en Los dos gemelos venecianos, la obra de Goldoni que se estrena el 22 de noviembre en el Centro de Artes Escénicas de Salamanca bajo la dirección de Luca Ronconi. Esta es una de las escasas oportunidades de ver en nuestro país al Piccolo Teatro de Milán, la mítica formación de Giorgio Strehler y una de las compañías de repertorio más antiguas de Europa.

Es una de las instituciones teatrales de mayor raigambre y peso en Europa, a pesar de la idea que pueda sugerir su nombre. De "pequeño" ya sólo queda su primer y simbólico espacio, el teatro de la Via Rodello, que ahora convive con el Teatro Studio de 1987, dedicado a trabajos más experimentales, y el reciente Teatro Strehler. Fundado en 1947, el Piccolo Teatro de Milán es sinónimo del buen quehacer en la dirección escénica y en la interpretación, del teatro en estado puro. Es, además, una de las pocas compañías de repertorio en Europa que funcionan sin el temor a la extinción. Su nombre está ligado al de su creador, Giorgio Strehler, que fundó el Piccolo junto a Paolo Grassi con la intención de renovar la escena y de crear una estética de la poesía, siguiendo la estela de Copeau y Renhardt.

Durante más de medio siglo ha sido ejemplo de un "teatro del arte" con un repertorio en el que han convivido autores de distintas épocas y nacionalidades: han representado obras de Gorki -L’albergo dei poveri fue el primer montaje que representó la compañía-, Beckett, Shakespeare, Strindberg, Brecht, Miravaux y, por supuesto, Goldoni. Han hecho de la Comedia del Arte una de sus banderas, de las máscaras una de sus especialidades y de la perfección actoral -la búsqueda de una nueva clase de actor- su máxima garantía. Todo ello articulado por la figura imprescindible de un director-creador que ensamblara todas las piezas del engranaje teatral.

Desde la muerte de Strehler en 1997, ese demiurgo es el acreditado Luca Ronconi, que ha dirigido en el Teatro Real de Madrid la ópera de Haendel Giulio Cesare -las representaciones finalizaron este lunes-. Con un centenar de obras a su espalda, Ronconi ya ha entrado en ese espacio reducido y exclusivo en el que figuran nombres como Peter Brook, Peter Stein o el propio Strehler. Su fama no le ha hecho inmune, sin embargo, a la censura: todavía está reciente en la memoria de los italianos la caricatura de Berlusconi en su propuesta de Las ranas de Aristófanes, y que puso en marcha la siempre a punto maquinaria de la censura.

Un texto barroco
El Piccolo llega de nuevo a nuestro país -pudimos verlos en Valencia con Infinities la temporada pasada-, y lo hace con Los dos gemelos venecianos, el primer montaje que dirigiera Ronconi para la compañía. No es de extrañar que el director de origen tunecino eligiera esta obra, la más barroco deGoldoni, para su entrada en la mítica compañía: ya había dirigido La buena mujer -con la que debutó en la escena- y La puta Onororata.

La farsa, el melodrama, la comedia romántica, la comedia negra, o la Comedia del Arte, se dan cita en Los dos gemelos venecianos, obra que examina los vicios de la sociedad provinciana de la Italia del siglo XVIII. En este texto queda patente la habilidad de Goldoni para manipular las convenciones teatrales y de ir más allá de la Comedia del Arte. Sin embargo, para un director tan curtido en los clásicos, Goldoni sigue presentando dificultades. "Me ha resultado complicado hallar el justo equilibrio entre los numerosos matices de la comedia que presenta la obra -explica el director-. A eso hay que sumarle nuestra intención de darle credibilidad a este juego de convenciones".

Ronconi ha optado por una puesta en escena que refleja ese juego y en la que lo cotidiano se enreda con lo fantástico. La realidad y la abstracción se mezclan igual que los espacios interiores de los personajes lo hacen con las escenas de calle de una corrupta Verona, donde se desarrolla la acción. Así, poco a poco la obra cobra cada vez más la forma de un puzzle en el que la pieza imprescindible resulta ser la figura literaria del doble, con la que Goldoni estaba obsesionado. Ese juego de espejos, encarnado en los personajes de Zanetto y Tonino, otorga a la obra una complejidad que la aleja de la simple Comedia del Arte y la acerca a lo real.

El tema del doble es un recurso del Settecento, y aquí los gemelos son la excusa para hablar de la dualidad humana. Esa dualidad ha inspirado la puesta en escena de este montaje, plagado de espejos que reflejan y duplican constantemente a los personajes. La obra es una de las más anómalas de Goldoni "porque representa una ruptura respecto a lo que significa la Comedia del Arte, un adiós a esa forma de hacer teatro", comenta su protagonista, el actor Maximo Popolizio. "Esta vez hemos dejado de un lado las máscaras y el espíritu de Arlequín, sevidor de dos amos -explica- para acercarnos a un modo más complejo de comedia, más noir. En principio es una obra que hace reir mucho, que divierte al público, pero con un trasfondo latente de comedia negra. De hecho no acaba con el clásico final feliz, sino con dos muertos en el escenario, uno asesinado y otro se suicida".

Espíritu italiano
Aunque el mecanismo interior de la obra sí es heredero de la Comedia del Arte, aquí aparece de una forma más "burguesa", según Popolizio, abriendo así el camino a nuevas formas de hacer comedia. "La obra está escrita con mucha sabiduría, hilando fino en la confección de esas situaciones y esos personajes tan peculiares. Yo diría -aclara el actor- que manteniendo siempre un espíritu puramente italiano, en el sentido en que el texto está arraigado a las costumbres más provincianas de nuestro país".

Los dos gemelos venecianos no es una obra que dependa del virtuosismo de un único protagonista, sino que es una pieza ensamblada por el peso de los personajes secundarios que sufren el extraño comportamiento de los dos gemelos. Popolizio está arropado por actores conocidos de la escena italiana como Manuela Mandracchia, Ricardo Bini, Luciano Roman, Domenico Bravo y Valentino Villa, todos ellos dirigidos por la batuta escénica de Ronconi, "un director que ha sabido durante estos años variar el repertorio de la compañía, combinando lo clásico con lo contemporáneo", dice Popolizio.