Teatro

Los amantes del demonio

por Alberto Miralles

28 noviembre, 2002 01:00
Gorka está dando clases a Celia. La iluminación cenital produce sombras ominosas.
-[...]Gorka: Estoy en Francia porque la organización actual me quiere lejos. Yo no cocino bacalao. Me mastican, pero no me tragan. (Gorka le enseña cómo usar la pistola). Suave ¿comprendes? Como si fueras a sacarte un pañuelo.
-Celia: Ya veo. Dame.
-Gorka: Debes practicar con la izquierda.
-Celia: ¿Por qué?
-Gorka: Si con la derecha llamas la atención, nadie se dará cuenta de que vas a usar la izquierda.
-Celia: Y además me creerán zurda. Una pista falsa.
-Gorka: Exacto. Antes de actuar ponte esparadrapo en los dedos índice y pulgar. Por las huellas. Cuidado con el percutor. Eso es. Dispara.
-Celia: ¿Qué?
-Gorka: ¡Que dispares, coño!
-Celia: ¿Aquí?
-Gorka: Fuera es peligroso. Algún excursionista podría oírnos. Otra cosa: antes del atentado, orina. Los nervios juegan en contra.
-Celia: ¿Hacia donde apunto?
-Gorka: ¡Joder! Frente a ti, de cara. (Señala al público).Visualiza el objetivo. Imagínatelo. ¿Cómo es?
-Celia: Español.
-Gorka: Dispara. (Celia hace un disparo, pero Gorka no parece satisfecho). ¿Eso es todo?
-Celia: Supongo que después hay que huir.
-Gorka: ¡No, no! ¡Antes hay que rematar! El primer tiro no siempre es mortal, casi nunca lo es. El objetivo está en movimiento. Si no lo rematas y se salva, es un fracaso para nosotros. (Cada vez más excitado) Puede haberte visto y aunque no te vea, la prensa se encargará de hablar de que ya no somos lo que éramos, que estamos desesperados, que admitimos a cualquiera, que no tenemos infraestructura. Y como es verdad hay que procurar que no lo parezca. Porque no nos toman en serio, hostias, y entonces hay que pegar cuatro tiros, no porque sea necesario, sino para que nos respeten y eso es desviar el sentido de nuestra lucha. ¡Remata, joder, remata! (Celia dispara apuntando al suelo. Se ve en ella una descarga emocional que parece un orgasmo).

-[...]Begoña: ¿Era la primera vez que colaborabas en un atentado? (Joseba calla). ¡Contesta!
-Joseba: Nuestra guerra es sucia porque la de ellos lo es también, hacen terrorismo de Estado, nos secuestran, nos torturan, nos encarcelan y dispersan. Aquí no hay una declaración formal de guerra y no se cumplen las leyes de Ginebra y chuminadas de esas.
-Begoña: ¿A qué viene todo ese discurso para justificarte? Era la primera vez y no pudiste soportarlo.
-Joseba: ¡No me entiendes!
-Begoña: No, no te entiendo y lo que entiendo menos son tus razones para abandonar la militancia y escaparte con la mujer de tu víctima. ¿Te daba lástima?
-Joseba: No.
-Begoña: Pues amor, tampoco. ¿Remordimiento?¿Reminiscencias de tu educación religiosa? ¡Qué paradójico! Tus compañeros te dicen que mates, pero los curas no te dicen que no lo hagas, sino que te arrepientas de haberlo hecho. "Padre me acuso de matar a un hombre, pero póngame usted una pena como si hubiera matado a dos, porque la semana que viene tengo otro encargo". Joder, qué fácil lo tenemos los católicos!
-Joseba: Me fijé en ti cuando apareciste en televisión. Pareces vulnerable, pero allí demostraste un gran valor. Me pasé el vídeo una y otra vez. "Os hablo a vosotros: a los que habéis amenazado a mi marido, el escritor Iñaki Larrea".
Begoña habla como si estuviera en un programa de televisión. Puede proyectarse.
-Begoña: (*) "Quiero deciros públicamente que no cederemos al chantaje del terror. Hemos nacido independentistas y estamos dispuestos a dar la vida por ser independientes. Nuestros padres sufrieron...