Image: Dos autores frente a ETA

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Teatro

Dos autores frente a ETA

Miralles y Barrena escriben las dos primeras obras sobre el terrorismo vasco

28 noviembre, 2002 01:00

Alberto Miralles. Foto: Mercedes Rodríguez

La del terrorismo es una tragedia que ha interesado a algunos autores (Belbel, Ortíz de Gondra, Amestoy) pero sólo ahora salen a la luz dos obras que tratan explícitamente de ETA. Una de ellas la firma Koldo Barrena, seudónimo tras el que se esconde un autor de teatro, intérprete y profesor de una escuela de Arte Dramático. "Por temor a ser reconocido y por miedo a las represalias de los radicales" no permitió que le contactáramos directamente. El título brechtiano de Terror y miseria en Euskadi de su obra también es falso, pero en esta ocasión para evitar ser descalificado de alguno de los premios a los que ha presentado el texto. Barrena reconstruye en 100 folios diversos ambientes del País Vasco: nacionalistas conversando con obispos, estudiantes con abertzales, la vida cotidiana de las víctimas ..., un universo increíblemente reconocible. La segunda obra, también titulada falsamente Carcinoma intraductal, la firma Alberto Miralles (Elche, 1940), uno de nuestros autores teatrales más prolíficos -ha publicado unos 50 títulos, muchos de ellos premiados-. No es nuevo que ahora Miralles fije su interés en el terrorismo etarra, su teatro escarba desde siempre en los asuntos sociales con un humor e ironía que ahora el tema no le permite. Aquí ha construido una tragedia en la que enfrenta a los verdugos con unas víctimas que acaban rebelándose. El Cultural conversa con ellos y adelanta varios fragmentos de las obras, todavía no publicadas, seleccionados por los autores.

-¿Por qué una obra sobre el terrorismo etarra? ¿qué ha ocurrido para que ustedes se inspiren ahora y no antes en la realidad vasca? ¿Cuánto tiempo les costó madurar la idea?
-Alberto Miralles: Yo he escrito contra el franquismo, contra los olvidos de la Transición, contra la corrupción, contra el terrorismo de Estado, contra el sometimiento del intelectual. Con mis temas se puede rastrear medio siglo de España. No escribir sobre el terrorismo de ETA hubiera sido un hueco en mi teatro, y me preocuparía que mi silencio pudiera ser interpretado como complicidad. No se puede ver un atentado de ETA y mirar para otro sitio, porque entonces ocurrirá lo que dijo Brecht, "cuando mataron a mi vecino no protesté; hoy vienen a por mí y ya es demasiado tarde".
-Koldo Barrena: No sabía cómo abordar un texto que por lo menos para mí se quedaría siempre corto en un formato teatral. La idea y su maduración me ha costado años; son aspectos internos y externos. Cuando uno cree haber dejado de pensar en ella, internamente se va reabriendo con cada telediario, charla familiar, suceso. Es una herida y una asignatura pendiente. Después de encontrar la documentación precisa y una forma, una estructura, su escritura me costó tres meses. Mi obra no revela sólo el terrorismo etarra, sino que aborda en 46 escenas su repercusión en la vida de los ciudadanos en el colegio, la universidad, la policía, la familia, el amor, el partido, los abertzales, los pueblos, las sociedades gastronómicas, los bares tanto nacionalistas como no, etc.. Los espacios cotidianos alterados por el terror.

-¿La han escrito pensando que de verdad iba a ser escenificada o creen que ese objetivo es impensable?
-A.M: Escribir sobre el terrorismo sin citar a ETA facilitaría el estreno, pero en el franquismo se recurría a esas estrategias para evitar la censura, y si ahora se hiciese lo mismo significaría que nada ha cambiado, que esta democracia no nos protege del miedo. Y si los 50 de Leiza se han manifestado a cara descubierta, ¿cuál es mi excusa para no hacerlo?
-K.B: Me gustaría que se llevara a escena, todo autor dramático aspira a que su obra se escenifique, es el lugar propio de un texto teatral que se completa si llega a su forma final. Me temo que no se llevará a escena, los actores se jugarían la vida. El miedo impide que se realice. La he enviado a premios de escritura teatral. El final de todo esto no lo sé.

-¿Cuál ha sido la mayor dificultad a la hora de crear una obra sobre un conflicto político social que está tan presente?
-A.M: Con frecuencia se ha oído decir que escribir teatro crítico sobre la realidad actual tiene el riesgo de la falta de perspectiva, de excesiva implicación y falta de objetividad. Es el perfecto argumento de los que quieren un teatro evasivo, blanco o descerebrado. Escribir sobre los conflictos de hoy no sólo es conveniente, sino necesario, porque supone participar del intento de solucionar los problemas que nos afectan. Que la obra trascienda el hecho concreto dependerá de la habilidad del autor. Valle, Lorca y los realistas escribieron sobre su actualidad, superando el peligro coyuntural. No obstante, ¡ojalá que mi obra quede desactualizada: porque significaría que ETA ha dejado de existir!
-K.B: El teatro no tiene que ser una crónica de sucesos, para eso está el periódico. El teatro responde más bien a una dramatización de los arquetipos en conflicto. En el caso de Terror y miseria en Euskadi sólo tuve que emular al gran maestro Brecht. El tema, lo que trasciende de la trama, es la degeneración moral de un pueblo sometido a la tiranía. Pensé que debía plantear la estructura de la obra como un universo de terror alrededor de muchos ciudadanos. De tal forma debía ser así que pensaba en un espacio escénico rodeando a los espectadores quienes a veces veían delante de ellos, en otras ocasiones detrás, el estampido de un disparo y alguien corriendo. La simultaneidad de escenas de interior y exterior sin una continuidad cronológica sino alternando ritmos y espacios podría parecerse a cómo percibimos la realidad; fragmentada, imprevista, terrorífica, próxima...

-¿Qué autores han tenido presentes a la hora de escribirla?
-A.M: A mi edad las influencias ya están asimiladas y poseen características propias. En esta obra, como en El último dragón del Mediterráneo, sigo investigando la tragedia -un género ausente desde Buero-, para expresar que la violencia es destino, porque impide la felicidad y devora a quien la ejerce.

-¿Qué documentación han manejado?
-A.M:He tenido más dificultad en encontrar información sobre Juan March (sobre el que, más o menos, se basa El último dragón...) que sobre ETA, lo cual no deja de ser anómalo. Sobre ETA hay ensayos valientes que afrontan el análisis sin tapujos. Me sorprendieron los trabajos de Fernando Reinares y Florencio Domínguez, porque partían de un material de primera mano, de encuestas y entrevistas desde dentro de la organización. A medida que los leía iba diciendo "¡no es posible, no es posible!".
-K.B: Me ha influido bastante la lectura de autores amenazados por ETA como Arriba Euskadi, de José María Calleja, Eta pro nobis y Estado de excepción, de Iñaki Ezkerra, y Patriotas de la muerte, de Fernando Reinares, sin contar las muchas lecturas de periódicos, y los telediarios.

-Koldo Barrena indica en su prólogo que uno de los aspectos que le ha interesado subrayar es el de cómo la inmoralidad se ha normalizado en la sociedad vasca, donde se llega a comparar el asesinato político con un accidente de tráfico. Es comprensible que una parte de la sociedad -la no nacionalista- actúe presionada por el miedo, pero ¿qué o quién ha anestesiado a la otra?
-K.B: Me parecería cruel generalizar, no creo que todos los ciudadanos equiparen un asesinato con un accidente de tráfico. Todos tenemos un sentido de supervivencia, yo, usando el seudónimo, lo practico. El miedo genera prudencia, parálisis. El olvido, la necesidad de vivir, hace que miremos a otro lado. Quien lo critique o es un ignorante o está a cientos de kilómetros. Otra cosa es que no tengamos el valor moral de hacerle frente de alguna manera. ¿Quién ha anestesiado a la otra? Yo creo que la Iglesia, el Partido Nacionalista Vasco, los poderes económicos vascos que han favorecido esa política; los gobernantes españoles, desde el Rey hasta los distintos gobiernos que no han sabido responder a ese conflicto histórico. Instituciones que han mirado a otro sitio por no tener un discurso claro, que han firmado pactos de estabilidad cuando lo que tenían que hacer era desmontar dialécticamente esa entelequia nacionalista. Desde la cultura, la educación no sectaria, llevar a cabo una idea de estado federal pero nunca etnicista. Cuando Pío XII firmó pactos con la Alemania nazi le lavaba la cara a ese régimen. "No podía ser tan malo si Pío XII, un Papa, había firmado". ¿Acaso no hay políticos que le lavan la cara día a día a ETA? Así es como se anestesia moralmente a un pueblo, a nacionalistas y no nacionalistas.
-A.M: Del País Vasco apenas puedo opinar porque sé muy poco, pero tendría que ser muy tonto para no tener un opinión sobre las masacres terroristas de ETA, porque de eso sabemos demasiado. Después de la guerra no había seguidores de Hitler, ni de Mussolini, del mismo modo que tras la muerte de Franco, toda España era democrática. La Transición fue una clínica de amnésicos. Cuando desaparezca ETA, ningún vasco se sentirá aludido por el terrorismo. Para seguir es bueno olvidar, pero a condición de saber que se ha olvidado y recordarlo constantemente. Olvido y perdón son cosas muy diferentes.

-Ambos se refieren a cómo se enmascara la realidad a través del lenguaje.
-A.M: La manipulación del lenguaje es tan vieja como la mentira. Llamar "ajusticiamiento" a un asesinato es un ejemplo.
-K.B: Se anestesia también edulcorando el lenguaje. Cambiando el sentido, valorando diferente un asesinato para llamarlo "lucha armada", "daño colateral" o a la Kale borroka, "terrorismo de baja intensidad". De uno y otro lado se utiliza constantemente el lenguaje de combate que consiste en darle otro valor a las palabras que el que tenían originalmente. Incorporar nuevos puntos de vista interesados.

-Miralles pone el acento en las víctimas. Uno de los protagonistas, dirigiéndose a un ex-etarra dice: "Después de lo del GAL no se acabó todo. Las víctimas seguían y otras personas decidieron retomar la tarea de vengarlas. (...) Somos la ETA de ETA". ¿No teme ser malinterpretado y que puedan decir que la obra anima a tomarse la justicia por su mano?
-A.M: No soy mis personajes. Ellos pueden caer mejor o peor al público, pero al final -con la excepción del escritor asesinado- son condenados para mostrar que en un contexto de violencia no es posible la felicidad. Es un clima trágico porque de él, como del Destino, no es posible escapar.

-¿Han pretendido una obra combativa o realista?
-K.B: La obra la he escrito como una obra de combate. Una obra contra los opresores y en defensa de las víctimas del terror etnicista.
-A.M: No es un panfleto. Procuro que mis personajes expresen sentimientos, además de ideas, y que evolucionen. Si no lo hicieran sería un pésimo material dramático. Y ésta es una obra de teatro, no un ensayo.

-¿Cómo esperan que sea entendida su obra por el mundo teatral?
-K.B: Me gustaría que produjera sarpullido, que los directores y actores sintieran culpa por no atreverse a llevarla a escena, me gustaría que fueran ejemplares y lo hicieran. Eso conseguiría que me sintiera más cobarde. En el mundo teatral quien la ha leído la valora positivamente, reconocen estar de acuerdo y valoran la valentía y la claridad e intensidad de su dramaturgia, reconocen estar ante una obra de combate peligrosa para quien se atreva a llevarla a escena. Si se hiciera hasta incluso podría funcionar comercialmente pero, tarde o temprano, con riesgo de un atentado.
-A.M: Con indiferencia. Las obras de autores españoles vivos no interesan demasiado y si son críticas o polémicas, menos todavía.