Image: Batallas conyugales

Image: Batallas conyugales

Teatro

Batallas conyugales

5 diciembre, 2002 01:00

Charo Amador e Isabel Ordaz en pleno combate. Foto: M.R.

La violencia doméstica se convierte en tema de reflexión en Algún amor que no mate, obra simbólica y desprovista de efectismos escénicos que estrena el 6 de diciembre Eduardo Vasco en el teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria. Isabel Ordaz y Charo Amador dan voz en escena a los testimonios reales en los que se basó la autora Dulce Chacón.

De una feliz noche de bodas a un funeral, y entre medias de este viaje dramático, la protagonista "acaba viendo el mundo tras los cristales". "Su marido tenía su vida, y ella no tenía la propia", escribe Dulce Chacón en uno de los diálogos de la obra. Si al teatro, o a los que hacen teatro, alguna vez se les achaca la falta de conexión con las preocupaciones sociales del momento, ésta obra podría ser un buen ejemplo de todo lo contrario. La violencia doméstica, los maltratos físicos y psicológicos a las mujeres, la destrucción de la pareja, forman esa realidad acuciante que ha inspirado Algún amor que no mate, y no parece ser la única "obra sensible" a esta problemática: ahí tenemos el ejemplo de Defensa de dama de Joaquín Hinojosa e Isabel Carmona protagonizada por Ana Belén que se presentó la temporada pasada en La Abadía.

Después de casi un año y medio de ausencia en los escenarios -su último montaje fue La fuerza lastimosa-, Eduardo Vasco vuelve a la dirección con su compañía Noviembre Teatro, aunque esta vez sin su colaboradora habitual, la autora Yolanda Pallín. Y lo hace con una obra de pequeño formato -"ya estaba de vuelta de los grandes montajes", dice- que él mismo encargó a Chacón. "Había leído la novela que Dulce había escrito hace siete años y me pareció que sería perfecta para llevarla al teatro, así que le propuse que ella misma se ocupara de la versión teatral. Además me apetecía hacer algo que previamente fuera narrativo, para romper con lo que había hecho antes".

Mensaje esperanzador
A partir de entrevistas con decenas de mujeres, Chacón construyó un texto "que refleja la incomunicación de la pareja en el ámbito doméstico, y cómo una relación de dominación del hombre frente a la mujer puede desembocar en malos tratos", dice la autora. Para el posterior trabajo de adaptación al teatro, Chacón se dejó llevar por el lenguaje conciso de su propia novela y convirtió "las acciones en palabras".

Algún amor que no mate es una reflexión sobre los malos tratos, no sólo físicos sino psicológicos, y subraya las consecuencias a las que pueden llegar esas relaciones destructivas si la víctima no decide rebelarse: "El espíritu del montaje es esperanzador, porque apostamos por la reacción de la víctima y su autodefensa frente a su destrucción -aclara Chacón-, aunque la protagonista de esta obra caiga en lo contrario. Pero su actitud es ejemplo de lo que no se debe hacer".

La obra pasa de la parodia de la vida conyugal -recordándonos casi al Woody Allen de Maridos y mujeres-, de las camisas mal planchadas, los ronquidos, o las suegras, a los gritos, las peleas y la primera bofetada. Más tarde será una violación, y la anulación de la persona con quien se comparte el lecho. Aparecen los celos, los engaños. A partir de un comienzo "amable", el montaje va adquiriendo un tono cada vez más desolador "para que el impacto en el espectador sea muy directo", dice el director.
Eduardo Vasco quería apartarse de los tópicos y de un lenguaje "mitinero", para apostar por "sensibilizar al público ante ese tema, en vez de concienciarlo", precisa. Para este montaje, el director se ha decantado por una puesta en escena sobria y una interpretación depurada: unas eficaces Isabel Ordaz y Charo Amador sustentan todo el peso de esta función en la que los objetos adquieren un marcado valor simbólico.

El lado oscuro del hombre
Un sobrio escenario con una hilera de chaquetas masculinas -metáfora de un hombre omnipresente-, una maleta y las cartas de dos amantes son los elementos a partir de los cuales Vasco ha creado una especie de poética de los objetos que impregna toda la obra. Retazos de distintos lenguajes teatrales componen un sutil mosaico en el que se aprecian claves simbolistas, realistas y expresionistas, según su director. Domina la escena el personaje femenino, que aquí aparece lleno de dobleces y en evolución "frente a la omnipresencia de la parte más oscura de la naturaleza masculina", comenta Vasco.

La obra, después de su estreno mañana en el teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canarias, llegará a Alcorcón (Madrid) el próximo 20 de diciembre y a Extremadura en el mes de enero.