Image: Angélica Liddell

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Teatro

Angélica Liddell

“El teatro actual está lleno de pacatería”

16 enero, 2003 01:00

Angélica Liddell. Foto: Mercedes Rodríguez

Sorprendente e inclasificable, Angélica Liddell crea en sus montajes imágenes de un goticismo desesperado al que contribuye un lenguaje poético y brutal. La autora, directora y actriz es la protagonista del ciclo Perfil de esta edición. Al estreno de Hysterica Passio -el 22 de febrero en la Pradillo- se le suman la reposición de El matrimonio Palavrakis - el 18 de febrero en Pradillo- y Once Upon a Time in West Asphixia -día 20 de febrero-, que forman el Tríptico de la aflicción, y la acción Lesiones incompatibles con la vida (La Casa Encendida, 15 de febrero).

-¿Cómo surge el Tríptico de la aflicción?
-Intentamos averiguar algo sobre la historia auténtica de los hombres. Es un tríptico a la manera de las tablas medievales, con historias de martirio y sufrimiento. Hemos elegido la familia como territorio de la aflicción porque en ella amamos pero también estamos obligados a amar. Esto último origina relaciones tenebrosas.

-¿Cuáles son las innovaciones de este montaje?
-Nos hemos concentrado en la figura del superviviente y en las preguntas que quedan prendidas a la lengua después de cualquier acontecimiento traumático. Es una obra construida a base de preguntas. El interrogatorio es la acción, consiste en ver sudar a las palabras. En la obra la iconografía navideña sirve de contrapunto sangriento a la dureza de las relaciones. Además seguimos explotando la relación emocional con los objetos cotidianos, juguetes...

-¿En qué consiste Lesiones incompatibles con la vida?
-Con esa obra paso de la decencia de la ficción a la indecencia de lo real. Intento contestar por qué no quiero tener hijos. Durante casi un año he fotografiado carteles urbanos, indigentes, supermercados..., enfrentando todo ello a un retrato familiar.

-¿De dónde vienen tanta oscuridad y brutalidad?
- Supongo que procede de todas esas ocasiones en las que he deseado morir. El pesimismo me hace desconfiar del hombre. Intento comprenderle mediante la oscuridad y la brutalidad. Me pongo de parte de los perdedores.

-¿Prepara nuevos proyectos ?
-Necesito hablar de la pobreza, necesito defecar sobre los injustos, los privilegiados. Hay hombres que mueren ahogados y otros no. Eso me hace sentir un asco tremendo por la sociedad, un asco tremendo por mí misma. No quiero evitar el sentimiento de culpa. Quiero gritar, quiero poner flores sobre la tumba de Pasolini.

-¿Qué hay que hacer para que a uno no le programen sólo en las alternativas?
-¿Meterse en la cama con los jefes de los centros nacionales? ¿Nacer en Francia? ¿Pasear del brazo de Ana Botella como Arrabal? ¿Ser vegetariano? En fin, ya lo tenemos difícil incluso para estrenar en Salas Alternativas. Sólo se me ocurre seguir trabajando.

-¿Existe hoy un teatro innovador?
-El teatro tiende a ser conservador a causa de la relación inmediata con el público. Está más cerca del ocio que del arte. Hay menos espacio para la innovación. Además el teatro está lastrado por su falta de contacto con otras manifestaciones artísticas. Vive de espaldas al arte.

-¿Qué sería necesario para que propuestas como Escena no sean una incursión esporádica en la cartelera?
-Habría que cambiar a la sociedad misma. Vivimos rodeados de pacatería y de pequeños burgueses ignorantes y prepotentes. El teatro está lleno de ellos. Mi generación, por ejemplo, se ha idiotizado totalmente. Sólo buscan la comodidad. Son muy correctos políticamente, muy de izquierdas, muy abiertos, muy solidarios, pero necios.