Image: El estilo Coward

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Teatro

El estilo Coward

por José María Pou

13 febrero, 2003 01:00

Noël Coward

Noël Coward dominó la escena anglosajona durante la primera mitad del siglo XX con su comedia ingeniosa y elegante. Hoy sigue disfrutando de un público devoto que hace de él uno de los autores más representados. El real Cinema de Madrid acaba de estrenar una de sus mejores comedias, Vidas Privadas, dirigida por José Luis García Sánchez.

Si Oscar Wilde inventó la llamada comedia de buenas costumbres, Nüel Coward (Teddington, 1899, Jamaica, 1973) unos años después, la adaptó a su época y creó la comedia de malas maneras, "charming and wity" (encantadora e ingeniosa) que le llevó a dominar el teatro londinense durante la primera mitad del siglo XX. Un estilo de comedia que va indisolublemente unido a su personalidad, la de un hombre libre e independiente que brilló no sólo como autor, actor, compositor y cantante, también como un hombre "singular" habitual e imprescindible en los círculos mundanos de su época, interpretando en ese ambiente el personaje que él mismo se había diseñado. Porque Coward era, por encima de todo, un actor que escribía, nunca un escritor que actuaba.

Coward nació en el seno de una familia venida a menos y fue una especie de niño prodigio que empezó su carrera profesional a los 12 años. A los 25 ya se había convertido en una celebridad. Tuvo la suerte de entrar en contacto con la buena sociedad inglesa y se convirtió, gracias a su ingenio, en su gran juguete. En sus obras Coward retrata a esa sociedad victoriana y clasista y aborda temas que el público desde un punto de vista moral difícilmente hubiera aceptado si él no hubiera sabido disfrazarlos con un velo de frivolidad y encanto. Cuando una vez le preguntaron como le gustaría ser recordado dijo: "Por mi encanto". Y en otra ocasión afirmó: "¿Mi epitafio? Muy sencillo: "el público le quiso porque supo hacerles reír y llorar". Escribió más de 60 obras, de carpintería teatral impecable y con diálogos trepidantes. De sus títulos, yo destacaría Vidas privadas, en la que se burla de la rutina y el aburrimiento en el matrimonio; Diseño para vivir, una defensa del amor libre y una apología del "menàge a trois"; La fiebre del heno, en la que ridiculiza a la alta sociedad y sus buenas maneras; y El vórtice,(o El torbellino) en la que describe con humor y amargura las atormentadas relaciones de una madre y su hijo, que se declara homosexual. Como se ve, Coward planteaba situaciones que chocaban abiertamente con la moral oficial de su época pero su talento le permitía sortear la censura de la oficina de Lord Chamberlain. No siempre lo consiguió, como con Diseño para vivir que todavía escandaliza a sectores de público.

Como actor, Coward estrenaba la mayor parte de lo que escribía, lo que resultaba una dificultad para aquellos intérpretes que también querían hacer sus obras. Hoy sigue siendo complicado interpretar sus comedias, que exigen un tipo de actores muy especial; el 99 por ciento de sus personajes son un trasunto de él mismo y reclaman de los intérpretes un estilo y un "charme" propio de los años 30 y 40 difícil de encontrar en las últimas generaciones. Es el código de la alta comedia, que tiene en el teatro inglés a Maggie Smith como su mejor y último representante y que en España simplemente no existe (recuerdo a Conchita Montes como un trasunto femenino de Coward cuando hizo Un espíritu burlón por los años 70). Es difícil ser fieles a Coward si sus personajes no se hacen en base a ese código -frivolidad, humor, inteligencia, descaro, reticencia-. Algo chirría cuando se intenta adaptar sus piezas a nuestros días; buena parte de sus comedias están pidiendo a gritos una ambientación art nouveau o art déco; su concepto de lo "mundano" viaja mal en el tiempo.

Hay una faceta de Coward muy desconocida todavía en nuestro país y es la de autor -música y letra-de cientos de canciones. Escribió muchas comedias musicales (Sail Away, Cavalcade, Pacific 1.860) que no se han recuperado porque su música no es fácil ni popular. Fue un "showman" en el mas estricto sentido de la palabra y la mayoría de sus canciones, las interpretaba él mismo. Mad about the boy y Twentieth Century Blues son quizá sus piezas más famosas. Publicó unas excelentes memorias, Presente de Indicativo, (editadas en España por Luis de Caralt en 1947 y que tuve la suerte de encontrar en una librería de viejo), que abarcan desde su nacimiento a los años 40 y cuya lectura recomiento fervientemente. Los años posteriores los narró en otros dos libros: Pasado Condicional y Futuro Indefinido.