Image: Piotr Fomenko

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Teatro

Piotr Fomenko

“El teatro está siempre en conflicto con el poder”

16 octubre, 2003 02:00

Piotr Fomenko. Foto: Andrés de Gabriel

Es uno de los grandes directores y pedagogos del teatro ruso. Tras el interés que despertó su Guerra y paz el año pasado, de cuatro horas de duración, vuelve con la obra y con Noches egipcias, ocasión para ver a los formidables actores de su compañía.

Piotr Fomenko estudió en GITIS, la escuela teatral moscovita convertida hoy en la Academia Teatral de Rusia (RATI), donde a sus 71 años sigue dando clases. De ahí han salido los miembros de su compañía: el Taller de Fomenko, a cuyos actores se les conoce por el apelativo de "fomenki". Fomenko suelta una frase al aire con la mirada fija en sus chanclas negras y espera a que su agente traduzca al francés lo que él acaba de ronronear en ruso, único idioma en el que se siente cómodo. Sobre su bigote canoso brillan unos ojos azules que pasan de la irritación a la ternura aunque su tono de voz permanezca invariable.

-Tiene una gran acogida en Francia, y en España repite este año en el Festival de Otoño. ¿A qué puede responder este éxito? ¿Qué aporta el teatro ruso al público español?
-Podría explicar el interés que despierta nuestro teatro con fórmulas ya inventadas. Pero podemos decir que estos actores que vemos en mi teatro han hecho juntos los estudios teatrales y han tenido buenos profesores. Ahora volvemos a España, el año pasado estuvimos con Guerra y Paz y es difícil predecir cuál será la acogida que tendremos, pero puedo suponer que el público español, acostumbrado a un buen teatro y a un buen cine, está preparado para percibir este espectáculo porque está familiarizado con la materia que trata, aunque quizá haya otro grupo de espectadores para los que será algo inesperado y la reacción puede ser diferente.

-Y usted, ¿qué espera del público español?
-En nuestro primer viaje, España nos gustó mucho. Podría decirle que nos gustó más España de lo que España nos comprendió y apreció a nosotros. El desarrollo de Guerra y Paz no quedó muy claro, por eso lo llevamos una segunda vez. Usted cree que volvemos a España porque tuvimos éxito, pero no es exacto. Ahora me interesa volver y ver cómo vamos a ser acogidos. Tengo un buen presentimiento porque la existencia del teatro no es posible sin amor. El amor es su tema eterno, y en España han visto la luz muchas historias de amor como Don Juan, de Tirso de Molina, una apreciación tragicómica del tema. Ahí está también Don Quijote, de Cervantes. De nuevo amor, amor, amor y muerte, dos temas que nos hacen sentir muy próximos a España.

Avanzar de perfil
-Si Guerra y Paz vuelve será también porque han dejado huella...
-Hay también otras razones. Simplemente, los organizadores del Festival de Otoño de Madrid están ahora seguros, y esperamos compartir esos mismos sentimientos, de que este espectáculo será mejor acogido este año que el pasado, pues las condiciones técnicas donde se desarrollará parecen mejores. Esta vez iremos al Teatro de Madrid.

-Dentro de las grandes obras clásicas rusas, se inclina por las del XIX.
-Me inclino sobre el siglo XXI, pero a través del siglo XIX e incluso del XVIII. Vivo en este nuevo siglo pero no olvido el pasado.

-¿Qué nos aportan los autores clásicos?
-En el teatro nuevo hay que avanzar siempre, pero de perfil. Yo, por un lado, avanzo con los ojos fijos en el objetivo que persigo, de otro sin perder de vista el pasado. Porque el teatro traspasa, atraviesa distintas épocas, desde la Edad Media al Modernismo, hay tantos elementos que no pueden ser ignorados y que deben ser recreados.

-Compagina su labor de director con la de profesor. ¿No le fatiga?
-Comencé mi trabajo de pedagogo cuando el de director de teatro no me aportaba más que sufrimiento. Eran los tiempos del comunismo, años difíciles en la Unión Soviética de entonces. Y fue la enseñanza lo que me permitió volver a la dirección. Aunque diría más bien que más que enseñar, estudiaba con mis alumnos.

El peligro de un arte mortal
-Hace poco un autor español decía que el teatro durante la dictadura de Franco interesaba más al público porque el enemigo estaba claro. ¿Se puede decir lo mismo del teatro ruso bajo el comunismo?
-Se puede hacer una comparación, la idea es bonita, pero no es del todo verdad. Está bien que haya libertad alrededor de un artista, pero él no está libre de sí mismo y no será libre jamás. Franco ejerció un gobierno totalitario, pero cuando se intenta lograr la libertad política, cuando se lucha por ello, en esa batalla, a veces, la lucha artística del creador se puede confundir con la lucha política. De todas formas, el diálogo y el conflicto con el poder es otro de los temas eternos del teatro. El teatro está siempre en conflicto con todos los sistemas políticos, democráticos o totalitarios. Pero lo que tiene que interesar al teatro es el estudio del ser humano en cualquier época de la historia. En la época del socialismo aprendíamos a hacer verdaderas creaciones de falsa dramaturgia, hablábamos de forma verdadera de las mentiras. Y la política se convertía en un peligro para la vida del artista. Pero el verdadero peligro del teatro es el arte mortal, el arte puede ser mortal.

-¿Está la muerte presente en su pensamiento?
-Incluso cuando no se piensa en ello, cuando se tienen 71 años como yo, la conciencia está orientada en esa dirección. Aunque no la tenga presente, me voy acercando a la muerte y es precisamente en esos momentos, cuando más cerca la tenemos, que más apreciamos el comienzo de la vida.

-¿Con qué se van a encontrar los que asistan a Noches Egipcias?
-Es la combinación de dos autores. La base es de Alexandr Pushkin y, más tarde, el texto fue reelaborado por Valéry Brussov, que introduce unos poemas, creando una obra completa. Pushkin recrea la imagen de Cleopatra, la reina de Egipto, que ofrece sus encantos por una noche a cambio de la vida de sus amantes. Hoy percibimos esta historia de una forma irónica, con buenas dosis de improvisación, pero sin abandonar su sentido profundo. Creo que al tomar la decisión de presentar esta obra en Francia y en España hemos asumido un gran riesgo, pero estamos preparados para el diálogo y el fracaso. Pushkin pensaba que el éxito y el fracaso no deben presentar ninguna diferencia para el artista, y nosotros tenemos nuestros orígenes en Pushkin.

-Para la puesta en pie de Guerra y Paz, usted y su compañía han empleado siete años de trabajo.
-Es cierto, pero la dirección sólo ha llevado unos meses. Fue la lectura de la novela por parte de todos los miembros de la compañía lo que llevó bastante tiempo. El objetivo de Guerra y Paz es introducir de forma general la totalidad de la novela y para seguir el desarrollo de la vida de cada uno de los personajes había que empaparse de toda la obra. Fue un periodo de nuestra vida muy difícil, pero muy feliz, algo excepcional porque fue cuando la compañía se convirtió en una gran familia.

-Usted tiene un teatro, un antiguo cine con dos salas. El ayuntamiento de Moscú le prometió hace tiempo un teatro...
-Precisemos, el Ayuntamiento de Moscú quiere ayudarnos mucho, pero hasta ahora sólo "quiere ayudarnos". Vivimos un periodo muy peligroso, somos muy amados por el público y por el poder. Es un síntoma peligroso. Pero si nos quieren ayudar, que nos ayuden.