Image: Sergi Belbel al filo de la noticia

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Teatro

Sergi Belbel al filo de la noticia

23 octubre, 2003 02:00

Roser Batalla y Manuel Veiga, de pie, junto a otros actores durante un ensayo

Retrato demoledor del mundo de la prensa, Primera plana vuelve a estar de actualidad. Sergi Belbel convierte a partir de hoy el patio de butacas del Teatro Nacional de Cataluña en una sala de prensa. El montaje es una fidedigna adaptación de la obra de Ben Hecht y Charles MacArthur.

Chicago. Olor a rotativas y corrupción. Ceniceros rebosando cigarrillos, nicotina asfixiando el aire, el sonido incesante del teclado de las viejas máquinas de escribir, tacos, gritos... Estamos en una sala de prensa de los años 20, aquellas cargadas de testosterona y nicotina, cuando no había smoking rooms y los periodistas eran broncos tipos políticamente incorrectos que vendían hasta su alma por una noticia. Eran otros tiempos...

Chicago, 1929. Earl Williams, acusado del asesinato de un policía negro, espera en la cárcel el momento de su ejecución. Mientras, en la sala de prensa, entre partidas de cartas y apuestas, Hildy Johnson (Jordi Boixaderas), cronista del Herald Examiner, ultima los preparativos para su viaje de luna de miel ante la desesperación de Walter Burns (Jordi Bosch), el mordaz director del periódico que tratará por todos los medios que su periodista estrella no se marche. Este es el punto de partida de Primera plana, obra escrita en 1928 por los periodistas Ben Hecht y Charles MacArthur y que ahora el inquieto y prolífico Sergi Belbel lleva a escena. Antes lo hicieron en el cine Lewis Milestone, Howard Hawks, Billy Wilder y Ted Kotchett. Belbel ha tomado las riendas de este montaje por encargo de la directiva del Teatro Nacional de Cataluña -del que es asesor artístico-, institución que llevaba varios años detrás de este proyecto complejo por el número de actores en escena: veintiuno.

Maestro de la comedia
La maestría de Belbel en la dirección de la comedia ya quedó demostrada en Caricias (1992), ¡Hombres! (1994), Madre, el drama padre (2002) de Jardiel Poncela y Sábado, domingo y lunes (2002) de Eduardo De Fillippo. Por eso, este montaje de Primera plana tiene, a priori, dos ventajas: un texto mordaz e irónico y un director más que solvente. Pero ¿cómo puede luchar el teatro contra el recuerdo grabado en el celuloide? Belbel, que conoce la rivalidad del cine, lo traicionero de la memoria y lo peligroso de las comparaciones, se la ha jugado a dos cartas: la dirección escénica y la recuperación del texto original de Hecht y MacArthur, en versión de Jordi Galcerán. "No quiero que se levante el telón y el espectador vea una película porque para eso te alquilas un vídeo en vez de ir al teatro", comenta Belbel. "Lo que quiero es romper la frontalidad e incluir al espectador dentro de la acción. Para eso vamos a convertir la sala grande del TNC en una redacción. El que entre en ella se llevará una gran sorpresa porque hemos hecho desaparecer el patio de butacas".

De todas las versiones cinematográficas que se han hecho de esta obra es la de Wilder con la que guarda mayor similitud, aunque Belbel ha sido mucho más fiel que Wilder al texto original, subrayando ese mundo masculino y un tono misógino menos complaciente que el la cinta de 1974. "El texto original de Hecht y MacArthur es muy rico en matices y más mordaz, más fuerte. Conserva ese ambiente de testosterona, de fumadores y bebedores en el que la mujer tenía un papel secundario. Esta es una obra políticamente incorrecta: hay racismo, machismo, ect. También es más descarnada y grosera que las versiones de cine". Sin embargo, el tono de comedia "relativiza las barrabasadas que se dicen", comenta el director. Hecht y MacArthur no tuvieron que irse muy lejos para buscar la inspiración ya que ambos habían trabajado como periodistas en Chicago y Nueva York.

Prensa y política
Primera plana no fue la primera obra teatral que tomaba el periodismo como materia prima. En 1926 otra ácida comedia, Chicago, trasladó a la escena los entresijos de la prensa sensacionalista. Y es que su relación con la política y la corrupción convirtieron al periodismo en una profesión poderosa y vilipendiada. Belbel subraya la actualidad de esta relación. "Nadie cuestiona el poder de la prensa ni la relación entre el periodista y el político. El periodista le aprieta las tuercas al político para que le dé la noticia y éste le soborna para que la información salga como él quiere. Curiosamente la obra transcurre tres días antes de las elecciones, cuando periodistas y políticos están a la que salta. Y eso es lo que sucede en Madrid tal día como hoy, a tres de las elecciones. Su vigencia es absoluta".

A pesar de su mordacidad, Primera plana no está exenta de cierta ternura hacia esos hombres "que amaban su trabajo por encima de todo". "Los periodistas aparecen como canallas pero inevitablemente te caen bien porque también tienen debilidades. Son personajes que harían lo que fuera por conseguir la primera plana pero con esos trapicheos, sospecha uno, también persiguen un mundo mejor. Su finalidad es sacar la verdad a la luz".

La obra no es sólo un retrato de los entresijos de esta profesión y una fotografía de las redacciones norteamericanas de principio de siglo, donde nació el periodismo moderno . También plantea temas como la corrupción política, la pena de muerte y la adicción al trabajo, asunto este último con el que Belbel se siente muy identificado. "Los personajes de esta obra son auténticos adictos al trabajo. Sólo tienen una obsesión: conseguir la noticia y redactarla. Viven pegados a la máquina de escribir y anteponen su vida profesional a la privada. Yo me he reconocido en estos personajes porque, por ejemplo, tengo dos niños pequeños a los que hace cinco días que no veo. Con los preparativos de última hora, los nervios del estreno... Este texto me ha hecho reflexionar sobre el difícil equilibrio entre el trabajo y tu vida. A veces descuidas a tu familia sin darte cuenta. Esta profesión mía es tan absorbente como la de periodista. No tenemos horario, viajamos de un lugar a otro...". A Belbel le ha calado tan hondo este texto que "seguro que influirá en mi próxima obra", aunque se muestra aliviado por no ser el autor de este texto. "Me he liberado de un gran peso porque el director no tiene la responsabilidad de haber escrito la obra. Al final, lo que queda siempre es la palabra".

Ionesco y la inmigración
A sus 40 años, Belbel es uno de los nombres fundamentales de la escritura teatral actual. Con veinte textos a sus espaldas y todos los premios nacionales en su haber, mantiene un ritmo de trabajo envidiable, mal que le pese a su familia. Acaba de estrenar Això no és vida con T de Teatre en el Poliorama y ya tiene a la vista otro estreno como director: Teatro sin animales, obra del francés Jean-Michel Ribes que se estrenará en el Romea en marzo y en la que Belbel dirigirá uno de esos textos herederos del humor absurdo de Beckett e Ionesco que tanto le gustan. También dirigirá otra obra, su último trabajo como autor, Extranjeros, un melodrama familiar en el que tratará la inmigración y el choque de culturas y que se estrenará en el TNC dentro del Forum 2004.