Image: El retablo de las maravillas

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Teatro

El retablo de las maravillas

Director: Albert Boadella

4 marzo, 2004 01:00

Joglars se inspira en La commedia dell’ arte

Intérpretes: J. Agelet, J. Boada, R. Fontseré, Pilar Saenz, Minnie Marx. En castellano. Autor: A. Boadella. Teatro Lliure. Barcelona

Albert Boadella es un excelente profesional de la creación teatral, Joglars tiene siempre intérpretes de calidad y sus espectáculos son ingeniosos, críticos e inteligentes. Pero El retablo de las maravillas no permanecerá en la memoria teatral de nuestro tiempo. A partir del entremés de Cervantes y, por primera vez en castellano en Cataluña, Joglars construye cinco variaciones sobre la falsedad. Con una construcción dramatúrgica muy sólida y los detalles bien cuidados, nos presenta un teatrito a la italiana con un entramado de cirios en los laterales -propio todo del siglo XVI- que a menudo utiliza su pared del fondo para proyectar unas imágenes muy bien conseguidas. En él se mueven los personajes de la Commedia dell"Arte: Arlequino, Chanfállez y Rabelín -Xavier Boada, Dolors Tuneu y Pep Vila- todos con buen dominio de sus "máscaras"; junto a éstos, dos soldados y el conde y la condesa de Daganzo -magníficas Minnie Marx y Pilar Sáenz-; en las variaciones aparecerá Don José, espléndido Ramon Fontseré y el "secretario" Jesús Agelet. Y para los treinta y cinco personajes del reparto, se bastarán los nombrados y Xavi Sais.

Chafalla y Chirinos han robado los baúles de una compañía de "commedia dell"arte" y se han convertido en Pantalone y Arlecchino para deslumbrar a los condes, padres de un hijo menguado que se convertirá en cura, artista, cocinero y gobernante. Es un viaje al futuro que Arlecchino consigue gracias a los poderes alucinógenos de una amanita muscaria. La burla a la iglesia, centrada en la figura de José María Escrivà; la sátira sobre el vacío del arte contemporáneo; el engaño de la "nouvelle cuisine"; y al final, el José Mari menguado político con bigote, son cuatro sketchs perfectos pese a la obviedad de su superlativa crítica. Pero pese a su perfección escénica, la monotonía a veces se impone, algunas situaciones ingeniosas acaban por diluirse y los engranajes entre escenas chirrían. Son cosas que el rodaje de la obra puede mejorar.