Image: Escribir desde la periferia

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Teatro

Escribir desde la periferia

Día Mundial del Teatro: Cronología teatral de la Democracia

25 marzo, 2004 01:00

La agonía de Proserpina, de Javier Tomeo

Desde la transición, las redes de teatro y los Centros Dramáticos han jugado un papel importante. Se han promovido talleres, residencias para autores, intercambios, becas, que han elevado el nivel del teatro aunque autores significativos sigan marginados. Desde Barcelona o Madrid, sabemos del teatro de otras autonomías. Sabemos del Centro de Artes Escénicas de Salamanca, del de Aragón, del de Extremadura, con Mediero, Márquez y Murillo y los jóvenes Juan Copete, o Javier Llanos. El teatro público de Andalucía ha sufrido complicadas etapas.

Creado en 1989, a Roberto Quintana, suceden Llanes y Alvarez Ossorio cuyo intento para crear una compañía propia no fructificaría. Juan Ruesga programaría Los borrachos, de Antonio álamo, uno de los éxitos del CAT. La reciente dirección de Emilio Hernández ha brindado atención a Onetti, estrenando La llanura de Martín Recuerda.

Consideración específica merece el teatro de las autonomías bilingöes que representan en su lengua autóctona (con casos paradójicos como el del CDG que tradujo a Valle al gallego). El CDG, dirigido por Manuel Guede, ha promovido Mar Revolto, de Roberto Vidal Bolaño, el más representado en Galicia o Lugar, espléndido texto de Raul Dans. Aunque no siempre desde el ámbito público, nuevos dramaturgos como Xosé Prieto o Eduardo Alonso, consiguen estrenar, mientras jóvenes de reconocido prestigio como Pazó, Cadaval o ángeles Cuña, estrenan adaptaciones. Pero ¿dónde están Lourenço o Euloxio Ruibal?.

El teatro del País Vasco, en euskera, tiene dificultades de comunicación, razón por la cual existen numerosas compañías de títeres, de clown, de calle, o audiovisuales como el éxito actual internacional Les tambours de feu del grupo Deabru Beltzak. El teatro de texto suele representarse en castellano. Tanttaka Teatro, (El florido pensil) y Markeliñe, (teatro de calle e infantil), tienen ayudas pero en Euskadi no hay producciones públicas. Mayte Aguirre se refugia en la alternativa, sede habitual en todo el país de los autores jóvenes e innovadores.

En lengua catalana, en Valencia el teatro público se rige por Teatres de la Generalitat, antiguo CDGV que, fundado en los 80, se proponía ser un centro de producción teatral para impulsar y consolidar el teatro valenciano. Demasiadas etapas y excesiva confusión han dado al traste con este propósito. El balance: diecinueve producciones propias, cinco en valenciano, y dos de autores valencianos: Terentius, de Juanjo Prats, Una altra Ofèlia, de Manuel Molins, uno de los mejores y más críticos autores de la generación de los 60. Por otra parte, iniciativas millonarias de la Consejería de Cultura (Troyanas, Comedias bárbaras, en Sagunto) han restado fondos para producciones autóctonas. Quizá el recientemente nombrado Director de Teatres de la Generalitat, Juan Vicente Martínez Luciano al ser también nombrado Director General pueda tener menos interferencias y pueda llevar a cabo el propósito inicial del CDGV.

El Teatre Nacional de Cataluña se ha convertido en el teatro público con mayor dotación. Pese a importantes deficiencias y ausencias (por ejemplo Mercé Sàrries), dedica ciclos de residencia por los que han pasado autores jóvenes, como Albert Espinosa, Beth Escudé, Enric Nolla, Dani Salgado, David Plana, Carles Batlle, Gemma Rodríguez o Manuel Veiga, autores todos muy relevantes entre las jóvenes dramaturgias actuales.La conclusión es obvia: los teatros públicos han buscado éxitos inmediatos olvidando a los autores autóctonos. Quizá debiéramos estudiar los modelos de teatros europeos que programan un repertorio que conjuga grandes éxitos, con los textos clásicos y de autores contemporáneos.