Image: Butoh, La danza de la oscuridad

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Teatro

Butoh, La danza de la oscuridad

Llega a la sala Pradillo de Madrid el coreógrafo y bailarín Katsura Kan

6 mayo, 2004 02:00

Imagen de la Compañía Sankai Juku I

Cuerpos desnudos y pintados de blanco en inquietantes poses que rozan lo grotesco. Estas son algunas de las características del Butoh, una danza japonesa rupturista nacida en los años 50 que cada vez se practica más en Europa. El 7 de mayo llega a la sala Pradillo de Madrid el coreógrafo y bailarín Katsura Kan, un maestro de esta danza que interpretará cuatro piezas nuevas, dos de ellas junto a Wendell Wells y otra con su compañía Saltimbanques. Además, Kan impartirá el 6 de mayo en la Fundación Autor de Madrid un simposio y una clase magistral sobre el Butoh y su relación con otras artes.

"Mover diez centímetros el espíritu y siete el cuerpo" decía Zeami, el monje zen creador del teatro Noh. Esa máxima también puede aplicarse al arte Butoh, una danza japonesa de gran expresividad que paradójicamente se nutre de la meditación y que intenta reflejar estados mentales. Eso se traduce en coreografías de movimientos lentos y a veces imperceptibles, ya que la verdadera actividad se realiza en la mente. Otras veces sorprende por lo grotesco de sus imágenes, consecuencia de una ansiada libertad espiritual y corporal que huye de la belleza en pos de una estética feísta que refleje los estados internos.

El estreno el 7 de mayo en la sala Pradillo de Madrid de cuatro nuevas piezas interpretadas por el maestro de Butoh Katsura Kan vuelve a poner de actualidad una danza que en nuestro país está ganando cada vez más adeptos, entre los que se encuentra el coreógrafo Andrés Corchero, uno de los pioneros en España. Para Kan, que lleva investigando esta danza desde 1979, el Butoh "es un estado de conocimiento que nos permite alcanzar la parte oscura de la luna a través del cuerpo. Es una filosofía mental, pero sobre todo corporal. Nace después de la Segunda Guerra Mundial, cuando un grupo de artistas intentan romper con la tradición y crear un estilo ligado al cuerpo que tenía que ver más con el espíritu japonés clásico que con la tradición japonesa"

Formado en el teatro Noh, Katsura Kan presenta en Madrid cuatro piezas sin título que interpretará en compañía de su formación Saltimbanques y del bailarín y coreógrafo norteamericano Wendell Wells. "Es una creación muy simple en la que intento mostrar cosas extrañas en escena. En este montaje quiero que el espectador aparque la razón, se proyecte en lo que ve y sienta su cuerpo y su movimiento, como si fuera una melodía". Para este montaje, Kan ha vuelto a contar con la colaboración de su compañía Saltimbanques, con la que ha establecido un peculiar método de trabajo. "Me he rodeado de un grupo de artistas independientes que están repartidos por todo el planeta. Cuando tengo un proyecto les envío a todos un e-mail para seleccionarlos como si se tratase de una ‘misión imposible’".

El Butoh exige de sus bailarines un intenso entrenamiento en meditación y artes marciales así como otras danzas tradicionales. La ausencia de una técnica psíquica concreta y la búsqueda de expresión del individuo -condicionada por el entorno cultural de cada bailarín- la convierten en una danza difícil de enseñar académicamente y con tantos estilos como intérpretes que la ejecuten.

La influencia del surrealismo, el expresionismo alemán -concretamente de la danza "Ausdrucktanz" creada por Mary Wigman- y la improvisación convierten al Ankoku Butoh -traducido como "danza de la oscuridad"- en un concepto ambiguo que muchos sitúan más cerca del teatro físico que del baile.

Origen escandaloso
Esta danza surgió en Japón en 1959 de la mano de Tatsumi Hijikata, artista de vanguardia al que le bastaron cinco minutos de actuación para escandalizar a la audiencia y crear un nuevo estilo. Hijikata -muy influido por Baku Ishi, el padre de la danza moderna japonesa- llevó a escena en su obra Forbidden Colours un texto de Mishima que abordaba el tema tabú de la homosexualidad. La sorpresa fue aún mayor cuando en mitad de la representación una gallina era estrangulada entre las piernas de un hombre acurrucado.

La escasa politización de la danza en Japón durante la ocupación norteamericana liderada por Douglas Mac Arthur-a diferencia del Kabuki, castigado por la moralizante reforma Meiji y más tarde mirado con sospecha y sometido al escrutinio de la censura norteamericana- permitió la experimentación en este campo, que culminó con Forbidden Colours. En colaboración con Kazuo Ohno, Hijikata creó un estilo influido por las danzas rurales japonesas -como reacción a la occidentalización que sufrió la escena nipona durante la ocupación- .

De la devastación de la bomba atómica surge una conciencia de humanidad muy fuerte que echa sus raíces en este arte preocupado por las sutilezas del alma, un alma que no quiere agradar -de ahí lo grotesco de sus imágenes- sino expresarse. Así, un cuerpo envejecido o castigado por la enfermedad puede ser expresado mediante el Butoh, como hizo Kazuo Ohno en sus interpretaciones de la vejez, donde aparecía en un estado de delgadez extrema. En definitiva, busca la libertad de la carne, lo que conlleva una exploración del inconsciente -de ahí el término "oscuridad" asociado a esta danza-.

Algunos de los recursos expresivos utilizados en el Butoh son el uso de la pintura blanca en el cuerpo -aunque algunos artistas emplean el rojo, el negro, el plata y el dorado, y otros no usan ninguna coloración-, las cabezas rapadas, las bocas abiertas, los movimientos lentos y las posturas inspiradas en los muertos. Sin embargo, estas características no son indispensables para
realizar danza Butoh, ya que el único requisito obligatorio para que ésta se produzca es expresar la mente y el cuerpo del danzante, lo que ha generado una gran variedad de estilos que Kan engloba en tres corrientes: "los seguidores de Ohno y Akira Kasai -basado en la improvisación-, los alumnos de Hijikata y una corriente más visual anterior al Butoh".

Sin coreografías
A ello contribuye que en el Ankoku Butoh no hay coreografías fijas, generalmente, aunque la importancia que a éstas se le dé depende de la filosofía de cada formación. La integración de elementos dicotómicos es otra constante en los trabajos de Butoh, donde se busca la comunión entre opuestos como lo "elevado" y lo "bajo", que topográficamente representan el cielo y la tierra y que físicamente se localizan en la cabeza y los órganos genitales.

Dada la complejidad de esta danza, la visita de Kan a España -posible gracias al empeño de Wendell Wells y su asociación B.A.U.S.M.- es una oportunidad para conocer más sus raíces, algo que explicará hoy en el curso que imparte en la Fundación Autor y que pone punto y final a las master class iniciadas esta semana en la Universidad Carlos III.


Andrés Corchero, el pionero español
Dice que le gusta hacer danza para minorías. Quizás por eso, Andrés Corchero es uno de los pocos coreógrafos españoles interesados en el Butoh. Entró en contacto con esta danza en 1985, cuando realizó uno de sus constantes viajes a Japón. Allí tuvo a los mejores maestros: Kazuo Ohno y Min Tanaka. Desde entonces lleva desarrollando una importante labor en este campo, donde aún queda mucho que investigar. "El Butoh es una filosofía, una forma de entender la danza, de aprender a través del cuerpo lo que te sucede en la vida. Es una lucha contra lo establecido que busca la belleza de lo feo", dice Corchero, quien se resiste a llamar Butoh a lo que hace "por respeto a esa manifestación artística". ¿Existe un estilo español de danzar Butoh? Corchero niega la mayor aunque asegura que su trabajo está marcado por la cultura a la que pertenece: "Yo no soy japonés así que todas esas enseñanzas que vuelco en mi danza las tengo que pasar por mi cultura".