Image: Los días felices de El Canto de la Cabra

Image: Los días felices de El Canto de la Cabra

Teatro

Los días felices de El Canto de la Cabra

Juan Úbeda y Elisa Gálvez presentan "Los días que todo va bien"

13 mayo, 2004 02:00

Elisa Galvez en Los días que todo va bien

Juan Úbeda y Elisa Gálvez, o los que es lo mismo el equipo de El Canto de la Cabra de Madrid, presentan a partir del 13 de mayo y en esta recoleta sala de Chueca su séptima producción: Los días que todo va bien. Título de alusiones beckettianas para una obra casi autobiográfica.

Si uno recuerda las obras que Juan úbeda y Elisa Gálvez han venido produciendo y protagonizando (La fuerza de la costumbre, ¿Qué? Nada,. Caín, Los días felices, Esperando a Godot) y visita la pequeña sala que la pareja mantiene abierta en el corazón de Madrid, El Canto de la Cabra, puede hacerse una idea de la raza de actores que tiene delante, del tipo de teatro que les interesa: A Juan y Elisa les guía Beckett y su teatro sin personajes, aparentemente sin conflictos,-para algunos el "teatro de la nada"-, un teatro poco complaciente que se mantiene al margen de las modas y en el que es difícil distinguir los límites entre vida y ficción; y tanta es su fe en él que en estos once años, y a pesar de las dificultades que supone defender en Madrid este credo escénico y más todavía una sala desde la que hacer proselitismo, han resistido a la tentación de prostituirse en otros frentes.

Obra autobiográfica
De todo ello nos hablan, y lo hacen con mucha sinceridad, en Los días que todo va bien, el último espectáculo del duo que estrenaron el año pasado y que fue muy bien acogido por la crítica. Se ha dicho de él que es un espectáculo autobiográfico, en el que la pareja se desnuda como creadores y como personas. Hasta la fecha, el duo había interpretado textos ajenos y contemporáneos, de Federico del Barrio, de Thomas Bernhard y de Beckett, pero en éste el texto les corresponde y quizá por ello no han podido evitar hablar sin pudor de ellos mismos en escena, sin saber en ocasiones si quien habla es el actor, el personaje o el individuo.

El proceso creativo que ha seguido la pareja ha partido de las improvisaciones en el escenario, no de un texto escrito previamente. Ello ha contribuido a que el espectador asista a una representación que no parece seguir una trama, una dramaturgia fragmentada o desconstruida -término hoy tan de moda- y donde resulta difícil distinguir si nos hablan de su vida o de su arte, lo que viene a ser lo mismo, tal y como ellos lo entienden. Es un espectáculo intimista, con suficientes dosis de humor y poesía y donde lo que no se dice -el subtexto- es tanto o más importante que es evidente. Es una confesión que tiene muchas referencias beckettianas, empezando por el título con obvia alusión a Días felices. Teatro que sus artífices presentan con una bella y sencilla escenografía donde no cabe un piano de cola, pero sí muchos, muchísimos globos de colores.