Image: Anne Terese de Keersmaeker

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Teatro

Anne Terese de Keersmaeker

“Sigo procesos de creación casi matemáticos”

11 noviembre, 2004 01:00

Anne Terese de Keersmaeker

Es una de las referencias más respetadas de la danza contemporánea europea. La belga Anne Terese de Keersmaeker lleva más de veinte años bailando con su compañía Rosas, con la que llega a Andalucía esta semana. Los días 16 y 17 presenta en el Alhambra de Granada Bitch’s Brew/Tacoma Narrows, coreografía inspirada en música de Miles Davis que se verá los días 19 y 20 en el Central de Sevilla. En este último teatro habrá la ocasión extraordinaria de verla bailar, el día 17, en Once, su famoso solo austero y exquisito, a ritmo de Joan Baez.

La danza de De Keersmaeker tiene fama de rigurosa, sistemática y precisa. Sus trabajos están estrechamente relacionados con la estructura de la música y las fórmulas matemáticas. Su estética austera y exquisita, la construcción inteligente de sus creaciones, el vínculo tan estrecho que mantienen con la música, y su interés por las formas de organización presentes en la naturaleza, son algunas otras características. Steve Reich, Thierry de Mey, John Cage, Schünberg, Berg, Bartok, Ligeti o Mozart son compositores que le han inspirado, pero también se interesa por la relación entre el movimiento, el texto, el cine y el vídeo.

Rosas da a conocer sus trabajos en España a partir del año 1983. Ahora la compañía vuelve a Sevilla con dos programas. Por un lado, Once, un solo de 70 minutos interpretado por De Keersmaeker con la voz de la cantante estadounidense Joan Baez en una serie de conciertos de los años sesenta, y Bitch´s Brew/Tacoma Narrows, una pieza que baila la compañía siguiendo una grabación legendaria de unas sesiones de improvisación que duraron tres días realizadas también en los sesenta por Miles Davis y un grupo selecto de instrumentistas. La pieza incluye en su vocabulario algunos elementos del hip hop, el jazz en sus inicios o la danza africana.

-Once y Bitch"s Brew/Tacoma Narrows supusieron un cambio en su manera habitual de acercarse a la creación. ¿Qué es lo que le hizo optar por investigar otro proceso?
-No supuso una ruptura con mis trabajos anteriores sino una evolución. Violin Phase, una parte de Fase: four movements to the music of Steve Reich (1982) fue un solo. En 2001 hice un duo, Small hands (out of the lie of no) y con Once cerraba el círculo con otro solo. Era algo que deseaba hacer durante mucho tiempo. Lo que sí fue nuevo para mí era incluir la improvisación dentro de la coreografía, como hice en Bitch´s Brew/Tacoma Narrows, donde dejamos un espacio para la improvisación en escena. Los bailarines siempre han tenido un gran peso en la creación de mis coreografías y la improvisación tiene un papel muy importante en mi proceso de trabajo. Es como un especie de composición instantánea donde se trata de captar y organizar lo interesante que surge para incorporarlo en la composición final de la coreografía. Era hora de darles a los bailarines esa libertad y una mayor responsabilidad dentro de la obra. Después de tanto tiempo de trabajar juntos fue como parte de un proceso natural. Y también se debía a mi descubrimiento de la música jazz donde la improvisación es tan importante. En mi próxima creación trabajaré con música de la India y también habrá improvisación.

-¿Cómo se acercó a las canciones de Joan Baez para crear Once?
- Empecé improvisando, primero en silencio. Grabamos esas improvisaciones en vídeo y luego, con la ayuda de una asistente coreográfica, reconstruimos ese material. Luego también realicé improvisaciones con la música. Siempre me ha fascinado la economía de medios de esta música. La letra de las canciones es muy importante también. Hay canciones de protesta, hay canciones que hablan de madres y sus hijos, de historias entre hombres y mujeres, de grandes colectivos de gente, hay otras que contienen referencias históricas, algunas son cómicas. Me gusta desarrollar diversas estrategias relacionadas con la música.

Desarrollo coreográfico
-¿El punto de encuentro con estas canciones fue más bien personal y musical o hubo también una afinidad filosófica?
- Es un disco que tiene un contenido y una filosofía muy claros. Está compuesto por grabaciones de diversos conciertos de Joan Baez realizados en los años 60 y reflejan claramente lo que ocurría en los Estados Unidos en ese momento: el movimiento en pro de los derechos civiles, en contra de la guerra en Vietnam. Eran acontecimientos que tenían su eco en el mundo entero y desde esa perspectiva sigue siendo relevante hoy día.

-¿Ha cambiado Once desde que empezó a interpretarlo en 2002?
-Ha crecido mucho. Las piezas siempre crecen cuando se interpretan muchas veces. Son como niños. Crecen, maduran y pasan por un proceso de evolución. La coreografía se ha vuelto más rigurosa y a la vez tengo una mayor libertad para comunicarme con el público.

El arte de improvisar
-Ha hablado de la relación entre la estructura instrumental en las selecciones de Bitch´s Brew y la manera en que participan los intérpretes en escena.
-En esas sesiones de grabación en realidad el proceso era más importante que el resultado final. En el primer track percibes como los músicos están buscando una manera de trabajar juntos. Nosotros trabajamos con unos doce o trece bailarines en una combinación de danza estructurada e improvisación que se inspiró en ese proceso. Miles tenía las agallas suficientes para abrirse a los músicos jóvenes influyentes en esa época, gente como Jimi Hendrix, Sly Stone, James Brown, la música funk. Le fascinaron cantantes como Billy Holiday o Frank Sinatra.

-¿En algún momento sus bailarines le sorprendieron con el material que generaron durante estas improvisaciones en escena?
-Sí, hay algunos bailarines en la compañía que son maravillosos a la hora de improvisar. Esa capacidad es un don. No todos los buenos bailarines son buenos a la hora de improvisar. Y también se trata de Rosas. Llevamos veinte años trabajando una organización muy estratégica del tiempo y del espacio con procesos casi matemáticos. Parecía que en ese momento sentíamos la necesidad de esa sensación de libertad para mejorar la calidad de la interpretación y la composición.

Programa de estudios
-¿Llegó a influir en obras que se realizaron posteriormente?
-Hay cosas que puedes hacer en una composición que no puedes conseguir con la improvisación, y viceversa. Ambas son muy enriquecedoras. También hay una gran tradición detrás, tanto Bach como Mozart fueron grandes improvisadores.

-¿Qué influencia tiene P.A.R.T.S. en los bailarines?
-La experiencia con P.A.R.T.S. ha sido muy intensa y ha cambiado el proceso de trabajo de la compañía. La mayor parte de los alumnos en la escuela ni habían nacido cuando empecé a trabajar. Intentamos crear un programa de estudios que incluye lo que a mí me interesa como coreógrafa y como espectadora, darles a los alumnos la oportunidad de compartir experiencias tanto en el plano corporal como intelectual, de combinar la tradición del ballet con la tradición de la danza postmoderna, fomentar un interés en otras disciplinas artísticas. Ahora ha salido una generación que está forjando su propio camino con unos enfoques muy diversos.


Anne Terese de Keersmaeker
Graduada por la renombrada escuela Mudra de Béjart que tanto influyó en una generación de coreógrafos y bailarines europeos, De Keersmaeker residió después en Nueva York en la etapa de pleno fulgor de la danza postmoderna estadounidense; luego volvió a su Bélgica natal y fundó en 1983 su compañía Rosas. Diez años después se estableció en residencia en el Teatro de la Monnaie de Bruselas, donde en 1995 creó P.A.R.T.S. (Estudios para la Preparación e Investigación de las Artes Escénicas).