Teatro

Auto de los cuatro tiempos

Autor: Gil Vicente. Directora: Ana Zamora

20 enero, 2005 01:00

Intérpretes: Elena Rayos, David Faraco Jiménez. La Abadía. Madrid

La complicidad y el encuentro entre Gil Vicente y Ana Zamora ha producido una forma de ver y de hacer teatro verdaderamente encomiable: armonía, belleza, fragilidad transparente. El año pasado fue el Auto de la Sibila Casandra, una peripecia feminista demasiado avanzada para los años de la indescifrada vida de Gil Vicente, cortesano bilingöe, litúrgico, medieval y renacentista. Ana Zamora acaba de estrenar el Auto de las cuatro estaciones, un misterio de Navidad, una moralidad teocéntrica. Se trata de una conjunción de música, equilibrio actoral, títeres y simplicidad escenógrafica que desvela el espíritu de Gil Vicente: un teatro litúrgico, raíz lejana del moderno teatro sacro y ceremonial. El teocentrismo de Gil Vicente, al menos en este auto, es tan ilusiorio o imaginario como el estatismo de su naturaleza dramática. Paralelamente al impulso teocéntrico esta la savia popular, las querellas de amor: un humanismo terreno y conmovedor. Y por encima de esa ilusión de estatismo esta el vigor de los sentimientos, las posibilidades rítmicas y luminosas de un mundo hoy olvidado. La "encarnación humana" de los títeres contribuye a ese dinamismo escénico; y la sensibilidad y la mano directora de Ana Zamora traslada a estos tiempos, a través del diálogo entre las distintas estaciones del año, la conciencia de unas gentes que vivían entre la tradición medieval y la eclosión renacentista. Dulzura del lenguaje, dulzura de una música que adquiere verdadera entidad dramática a través de las flautas, la viola de gamba, el laúd o el clave. Es un delicado mecanismo de relojería que conduce a la belleza total.